Policía humana
Para establecer el orden público, lo primero es ganarse la confianza del ciudadano. Los agentes de policía tienen que ser aceptados como el compañero del barrio, el que vigila, la mano que está lista a auxiliar en un momento de infortunio.
Para hacer respetar la ley se tiene que ser drástico, pero no abusador. Hay que ser serio, pero no tener la cara fea. Hay que arremangarse la camisa hasta los codos, pero no para pelear, sino para dar confianza. El policía junto a la comunidad no es una debilidad, sino una muestra de autoridad y solidaridad.
Cualquier medida de acción contra la delincuencia estará condenada al fracaso, si primero no se lleva la idea de que el policía es el auxiliar de la justicia y el protector del barrio. Hay que dar seguridad a los muchacos sanos del barrio que cuando un policía está en la esquina es para su protección, y no para darle un maquinazo.
La voz suave que habla con el ejemplo, puede más que el mal trato y la mala palabra. El orden se mantiene y se controla cuando la ciudadanía se mezcla con los agentes, guardando la distancia de que a la autoridad se le debe respetar, pero no temerle hasta orinarse en los pantalones.
Creo en la Policía con rostro de buena gente, porque sus agentes son humanos. La mayor parte de los policías viven en barrios marginados, toman guaguas para ir a su trabajo, en ocasiones no tienen que comer en los puestos de servicio y es un alma caritativa que le da el pan. La mayor parte de los policías vienen y son del barrio, por lo que tienen que proteger a ese segmento de clase que se encuentra amenazado por la delincuencia y el abuso.
Tengo una sugerencia que hacerle al jefe de la Policía. Vaya al barrio. Tómese un café con los vecinos. Busque una silla de guano y escuche a sus moradores. Sus quejas, sus esperanzas, sus deseos. Vaya en uniforme, en camisa arremangá y ponga oído a los que usted protege.
Usted como cabeza puede dar ese rostro humano que hace falta. Es dar la mano en son de afecto, en presencia de autoridad, pero que se vea que puede haber un apretón solidario, y no una manopla enguantada.
Hace falta ese acercamiento humano de la policía con los moradores de los barrios. Digo los barrios porque allí reside la mayoría de los dominicanos, y es de allí que sale la legión de delincuentes que llenan las cárceles y los cementerios. Pero tambien hay una juventud seria, que trabaja y estudia, y esa necesita que usted le muestre la mano amiga.
Visite la casa de un agente que viva en un barrio marginado y vera como lo va a recibir ese barrio, de seguro con alegría y muestras de solidaridad. La policía tiene que usar la mano de hierro y en ocasiones valerse del intercambio de disparos, estoy de acuedo en muchos de esos casos y en otros no. Pero la única forma de la policía lograr trabajar hombro con hombro con el pueblo para acabar con la delincuencia, es con el rostro humano y el apretón de manos solidario.

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