Pensamientos y reflexiones inmutables 

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El autor es abogado. Reside en Santo Domingo

POR BLAS RAFAEL FERNANDEZ GOMEZ

En un mundo complejo y convulsionado, como el actual, sobran razones para poner a flotar la mente y accionar el espíritu con pensamientos y reflexiones de ideas plasmadas en la literatura y la filosofía que pueden ayudar a ver la vida en un sentido menos material, más sosegado y soñador, sin perder de vista el acontecer y la realidad.

Parece incuestionable que todo está dicho y escrito por grandes mentalidades, pero, el humano de hoy le da sus motivos y matices.

Veamos:

De Constantino Francisco (Conde de Volney 1737-1820). 

Ya lo he dicho, ¡Oh amante de la verdad!, el hombre atribuye en vano sus desgracias a unos agentes oscuros e inmaginarios; No hay duda de que su existencia está dominada por potencias superiores; pero estas potencias no son ni los decretos de un destino ciego ni los caprichos de seres fantásticos y extravagantes; lo mismo que el mundo del que forma una parte, rigen al hombre leyes naturales, regulares en su curso, consiguientes en sus efectos, inmutables en su esencia; y estas leyes no escritas a lo lejos en los astros u ocultas en códices misteriosos son el manantial común de los bienes y los males. Inherentes a la naturaleza de los seres terrestres, se presentan en todo tiempo y en todo lugar. Conocerlas, es la clave de los bienes, los males y sus remedios.

De Ernesto Cardenal:   

Al perderte yo a ti/ tu y yo hemos perdido. /Yo porque tu era/ lo que yo más amaba/ y tú porque yo era / el que te amaba más. /Pero de nosotros dos / tu pierdes más que yo: /porque yo podré amar a otra /como te amaba a ti/ pero a ti no te amarán / como te amaba yo.

 De Harry Laudex: novelista sueco 

Según Miguel Limardo en su obra “Luces Encendidas” Laudex solía narrar la historia de aquel anciano que encendía las luces de la pequeña ciudad. A penas habían comenzado a caer las sombras de la noche cuando este señor se perdía en lontanza, pero siempre se sabía el lugar por donde iba pasando ya que detrás iban quedando las luces encendidas.

Recordamos aquellos dos personajes de Víctor Hugo, en una aldea «Donde uno encendía la luz y otro la apagaba».

Aunque parece un cuento infantil lo siguiente tiene mucho que enseñarnos:

Una vez un reloj, colgado de una pared, se le ocurrió pensar en los segundos que tenía que recorrer para hacer un minuto; en las semanas para hacer un mes y en los meses para un año-;

Pobre de mí exclamó-, un total de más de 30 millones de segundos para hacer un año-. Aquello le parecía una montaña demasiado elevada para escalarla.

Pero entonces escuchó la voz del péndulo que le dijo con acento firme y decidido: -tic, tac, tic, tac.

Jamás llegaremos a ninguna parte, a menos que demos un paso ahora y otro después-. El reloj entró en razón y continuó despreocupado marcando segundos, minutos, horas, días, semanas, meses y al fin, el año; paso a paso, con paciencia y perseverancia.

jpm-am

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