Llama a reflexión saber que las armas con las que se emprendió la guerra definitiva de la restauración de la independencia dominicana, fueron facilitadas por el gobierno haitiano de aquel entonces.

Pero no solamente el presidente haitiano Fabre Geffrard contribuyó con las armas para la liberación del nuevo yugo español de la República Dominicana, sino que además les dio exilio generoso a los líderes nacionalistas de esta parte de la isla para que organizaran diferentes levantamientos contra esa ocupación.

Esa es la explicación de porqué el gran héroe de la Independencia de 1844, Francisco del Rosario Sánchez, entra desde el vecino país por El Cercado con un grupo de patriotas a combatir la anexión a España que efectuara en marzo del 1861 el presidente Pedro Santana.

Pero herido y capturado fue juzgado sumariamente y fusilado junto a sus compañeros de armas el 4 de julio de aquel año en San Juan de la Maguana, no sin antes gritar: “Si preguntaran por mi decidles qué soy la bandera dominicana”. Apenas tenía 44 años de edad.

Por igual, en otro escenario y circunstancias, en mayo de ese mismo año del 61, el coronel José Contreras junto a un pequeño grupo de enemigos de la usurpación extranjera se subleva en Moca, y asimismo es derrotado y fusilado en la ocasión.

Por todo ello es que le cabe el honor al llamado Grito de Capotillo, campo fronterizo cercano a Loma de Cabrera, de ser la hoguera que nunca se apaga hasta que no se logra   la restauración de la independencia dominicana.

Acción esa del 16 de agosto de 1863, que fuera encabezada por Santiago Rodríguez, Benito Monción y otros paladines dominicanos, quienes estando cobijados en Haití obtienen el apoyo económico y bélico del presidente Geffrard para la gesta, como queda dicho.

A partir de la fecha los combates y liberación de territorios ocupados por las tropas españolas y sus adláteres antipatriotas sacudieron al país entero hasta culminar con el triunfo definitivo en el 1865.

Por todo ello es que muchos estudiosos de nuestra historia se preguntan qué cómo es qué en el país no existe alguna vía u otro lugar público bautizado con el nombre de Guillaume Fabre Nocolas Geffrard, si tenemos precisamente en la capital grandes avenidas con nombres de personajes extranjeros que no solamente nunca hicieron nada por la suerte dominicana, sino que incluso desconocieron la existencia de esta nación. Tales son los casos, entre otros, de John F. Kennedy, Winston Churchil, George Washington y Charles de Gaulle.