Pagar el precio de ser bueno
La vida es una paradoja, pensar que ser bueno generará buena acogida en el mundo, es un error de quien lo crea. Apreciar lo bueno no es de todas las personas, pues esa virtud trae como condición contraria la envidia, la maldad, la hipocresía, entre otras malas conductas.
Pero, en realidad uno espera que sea bien visto por ser una persona buena, más eso es difícil, sino imposible. De ahí que, se dice que uno vive engañado creyendo una cosa y es lo contrario. Esa es una verdad de la época, el hombre no aprecia lo bueno, ni lo malo, ni lo regular, pues éste prefiere ser circunstanciar.
Ser malo es lo inverso de ser bueno, pero el hombre se ha inclinado más por las cosas malas que por las cosas buenas. Producto de eso, el hombre inventó principios morales para controlar la conducta humana. Además, fue necesario inventar las leyes para frenar al ser humano.
Estas no han podido controlar el cien por ciento de las inconductas, pues «pues todos somos pecadores,» es decir hacedores de maldad. Conforme al criterio bíblico, dice: «Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal» Gén. 6:5.
La maldad que reina en el mundo es mucha, pero es mejor ser bueno que ser malo, aunque siendo bueno lo culpen de malo. El ser bueno es una virtud del Espíritu Santo, que hace posible que el ser humano, pueda imitar a su Creador, el cual es Bueno, como un atributo; pues, «Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación» Stgo. 1:17.
Jesucristo, Hijo de Dios y Salvador del mundo, pagó el precio de ser bueno. Sus discípulos le abandonaron, otro lo negó y otro lo entregó a sus enemigos. Ellos aún no estaban liberados de ese mal. Además, los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos del pueblo, prefirieron a Barrabás antes que a Cristo Jesús.
Una sociedad, en ese momento se puso en contra de Jesús, y pidió a Pilato que crucificara a Jesús. Jesús podía vencerlos a todos ellos, pero por ser bueno, dejó que ellos llevaran a efecto sus maldades. Pero, con esa actitud, él pagó el precio de ser bueno, como también, pagó el precio por nuestros pecados.
A pesar de que no hay personas perfectamente buenas, sí, podemos afirmar que muchas personas son casi buenas, están llenas de buenas virtudes, y pocas malas conductas. Estas personas pagan el precio de ser casi buenas, puesto que, muchos se aprovechan de esas fortalezas que se presentan ante ellos como debilidades de aquellas personas y las explotan, abusan de ellas, las maltratan, entre otros males que éstos les causan por ser casi buenas. Pero, vale la pena ser bueno, que ser malo.
Los gobiernos son buenos para los que están viviendo de ellos, pero para aquellos que son afectados son malos. Y, no es un asunto de apreciación, sino que el mal que hay en el ser humano, hace ver como bueno la conveniencia personal, y también como malo, lo que no le conviene.
Pero, sin duda es que en la realidad los gobiernos no pueden hacer todo lo bueno que quisieran hacer, ni pueden hacer todo los que conviene a todos. Los gobiernos están atrapados en ese mal, y sobre todo por el concepto de gobierno que tiene una mayoría. «del que me den lo mío.»
Una sociedad como en la que vivimos se hace muy difícil ser bueno, debido a las luchas de interés y a la falta de controles a la ambición, la envidia, la codicia y la avaricia que son conductas del mal y generadoras de males en todo aspecto; sin embargo, el apóstol Pablo escribió: «Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo» Fil. 2:14, 15.
Pagar el precio de ser bueno es muy duro, pero es lo que corresponde. No se debe exigir lo que no se está dispuesto a dar. En ese sentido, no se debe demandar que otros sean buenos, cuando se es malo. Pero señalar que otros son malos es fácil, pero reconocer que somos malos es difícil. No obstante, hay que ser objetivo, realista, sincero y honesto, pues si no hay personas buenas, entonces todos somos malos. Y sólo aquellos que lo reconocen pueden mejorar su situación, para ir perfeccionándose en el bien, siendo buenos.
Dios nos hizo buenos, pero el pecado nos hizo malos. Por eso, Satanás es el culpable de esta desgracia que hoy afecta a la humanidad entera. Empero, Dios hará cambios significativos en todos aquellos que vienen a Jesucristo, pues él nos da de su Espíritu y con su palabra nos ayudan a cambiar lo malo por lo bueno y entonces llegar a ser, lo más posible, buenos.
JPM

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Entonces, usted me esta diciendo que Satana tiene tantas fuerzas como Cristo. Satana nos tiro el coronavirus y el Senor no pudo evitar tal desgracia.
Ser bueno viviendo del cuento.