OPINION: Un giro a la Alcaldía de Nueva York
POR ROLANDO Y ALBERT ROBLES
A casi cincuenta años de distancia entre partos, es casi imposible hallar puntos coincidentes entre dos personas que comparten el mismo ADN. Tal es la diferencia entre mi nieto Albert (abogado) y este viejo (mecánico), vivo por la gracia de Dios y el manejo experto del bisturí por parte de Hiroo Katayama y Virendra Patel (cirujanos), dos jóvenes talentos importados desde Oriente por el Presbyterian Hospital de Uptown Manhattan.
Como en general, es más fácil explicar a los muchachos las cosas que “nunca se deben hacer”, decantamos la conversación por los candidatos que no creemos -ni Albert ni yo- que deban o puedan ganar la nominación demócrata para la Alcaldía de Nueva York en las primarias de junio venidero. ¿Quién será el agraciado?, bueno, esa es una decisión de los votantes de Nueva York.
El pensamiento millennial del nieto Albert
Por años, he insistido en que la política -tanto en USA como en RD- debe alejarse de la práctica de los años 90’s, de abrumar a los votantes con tablas gráficas y estadísticas que justifican los cambios escalonados, pero, con beneficios dudosos. Siempre hago hincapié en expresar que, el futuro de la política está en reformas dinámicas, con efectos directos y materiales que lleguen al votante; reformas que se puedan exhibir como centro de las campañas, en lugar del carisma, real o aparente de los candidatos.
Para resumir, yo quiero que volvamos a la era cuando los políticos “practicaban la política”. En cierto sentido, la campaña de Andrew Yang encarna este “nuevo” método, es una campaña centrada en el poder de las reformas, como Universal Basic Income (UBI), por ejemplo, en lugar de la personalidad del candidato mismo. Su nivel de aceptación, hasta ahora, es una prueba de que mis apreciaciones son correctas.
Con todo eso dicho, yo no puedo, en buena fe, apoyar a Yang como candidato. Este “nuevo” estilo de política requiere que los candidatos tengan conocimiento y sólida certidumbre de las reformas que respaldan, y del fundamento teórico que sustenta dichas reformas. Desafortunadamente, a lo largo de su carrera política, el candidato puntero (hasta hoy) ha demostrado que no posee tales cualidades.
En múltiples ocasiones, él ha sido aturdido por periodistas, con preguntas básicas sobre los detalles detrás de sus ideas. Por lo menos en una ocasión, Andrew Yang ha cambiado totalmente su posición cuando comentaristas han señalado inconsistencias en su retórica.
Estos errores materiales e intelectuales demuestran un perfil de alguien con buenas intenciones quizás, pero, con falta absoluta de la competencia necesaria para hacer de su visión una realidad. Creo que si Yang tomará un año o dos para leer los casi dos siglos de cátedra filosófica y económica que preceden a su personal ideología y define en detalle su “teoría sobre el cambio”, sería el candidato ideal.
Como existe ahora mismo, Andrew Yang causará más daño que bien como alcalde de la Gran Manzana. Pero, por suerte para todos los newyorkers, hay una opción mejor en el escenario.
La lectura convencional del abuelo Rolando
Hoy día, a siete semanas de la justa, vale reconocer que un Outsider con muy poca formación política (admitido por él mismo) marcha al frente del pelotón que, parece mas bien una competencia entre sólo dos corceles de pura sangre, aunque, por aquello de la “found machine” se hayan inscrito más de diez “prestantes políticos” de NYC en el derby demócrata de verano.
Lo de outsider para Andrew Yang, no es por su origen pues, aquí todos vinimos de algún lugar, lo que lo hace realmente extraño es la falta de sentido común de su discurso. Cuando era precandidato presidencial, ofreció $1,000 al mes para cada uno de los residentes de USA (si llegaba a ganar) claro, él emulaba a otro outsider, al célebre Donald Trump. Hablamos de 330 billones de dólares ¿Se imaginan?
Ahora que pretende la Alcaldía de NYC, hace otro ofrecimiento, pero tan absurdo y aéreo como el primero: $2,000 al año para los 500 mil residentes más pobres de la ciudad. ¿De dónde aparecerán los fondos? y ¿qué hará con los restantes ocho millones de newyorker? ¡Vaya usted a saber! Pero, suponemos que no será de la famosa “caja china” que hornea los lechones de navidad.
A pesar de su evidente discurso clientelar, Andrew Yang se ha especializado en contravenir los intereses de las minorías. Insinúa que el colectivo LGBT actúa como un “cartel”, por su influencia en las políticas de la ciudad. Esto pudiera ser parcialmente cierto, pero, le augura un clima de conflictos innecesarios. Igual aconteció con los bodegueros, a quienes intentó ridiculizar en un corto video de promoción.
No imagino lo que pudiera suceder con las minorías mas importante de la ciudad, la comunidad afroamericana y los latinos de origen, que, evidentemente, no podemos sentirnos representados por él. Y cabe aclarar aquí que, para ser alcalde de la “capital del mundo” hoy día, hay que ganar Brooklyn y los enclaves latinos de los demás condados.
La interpretación en conjunto
Al menos, hay un político interesante, Eric Adams. Críticos han mencionado que su estatus como expolicía crea un conflicto de intereses en un momento crucial para la reforma policial en NYC, pero, eso es solamente la mitad de la historia. Mirando el asunto con más atención, veremos que hay detalles muy reveladores en este sentido.
El período del alcalde Bill De Blasio ha sido marcado, principalmente, por su conflicto con los sindicatos de policías de la ciudad de Nueva York; conflictos que rápidamente se convirtieron en batallas personales más que políticas y que, desde luego, causaron el descarrilamiento de la agenda del alcalde. De Blasio acabará su mandato siendo humillado por los guardianes de la Gran Manzana y sin posibilidad alguna de crear un ambiente de armonía y compromiso con ellos.
El futuro alcalde, por tanto, debe aprender de los errores fatales cometidos por De Blasio y crear una relación profesional y cooperativa entre la oficina del alcalde y el NYPD. De igual manera, debe reconstruir el puente de comunicación con la muy importante gobernación del estado, que ha sido hecho añicos por el desenfreno de ambos incumbentes.
Ni siquiera Fiorello La Guardia, el “alcalde histórico” de la capital del mundo, se permitió el lujo de pelearse permanentemente con los gobernadores demócratas Roosevelt, Lehman o Poletti y mucho menos con el republicano Thomas Dewey, coincidentes los cuatro con él, en sus períodos de gobierno. Preservar unas buenas relaciones entre Albany y Nueva York -aunque sólo sea en apariencias- es una necesidad para todos los alcaldes.
Por eso, veo la condición de ser expolicía, como una oportunidad, en lugar de ser una desventaja. Eric Adams conoce aspectos únicos del servicio policial que, un civil como De Blasio o Yang nunca van a poder entender. Él es capaz de conducir el diálogo con los uniformados de una manera respetuosa y generar las tan deseadas reformas, sin convertir la conversación en un intercambio de insultos.
Observando la forma en que la árida porfía con los policías destruyó la agenda de la pasada administración, yo identifico a Eric Adams como el único de los candidatos capaz de vencer donde De Blasio falló. Se trata de volver a ver a los vestidos de azul como “The Finest of New York” y ello, debe empezar por el futuro Alcalde.
La Crisis causada por el Covid, la Recuperación Económica de la ciudad y la Reforma a la Policía, son los elementos para tener en cuenta por los votantes, al momento de elegir a su alcalde y los tres apuntan a un solo nombre: Eric Adams, el experimentado presidente de Brooklyn.
Para reformar la policía de Nueva York, nada mejor que un policía de Nueva York
JPM
jabali siempre correcto y certero y dimele al nieto que espere su turno a batear.