OPINION: Los dominicanos en Nueva York
En Estados Unidos hay alrededor de 2.1 millones de dominicanos, es decir, el equivalente al 20% de la población residente en República Dominicana. Sólo en Nueva York, según los últimos datos del censo, los dominicanos son 842,307. Como diáspora, no sólo deben verse como aquellos que envían miles de millones de dólares en remesas cada año, sino como verdaderos embajadores de la dominicanidad.
Ante todo, son parte de esa población que buscó un mejor futuro para los suyos fuera de la patria que fundara Juan Pablo Duarte, Francisco del Rosario Sánchez, Ramón Matías Mella, Gregorio Luperón, Concepción Bona, María Trinidad Sánchez y todos los que se adhirieron a La Trinitaria hasta lograr la independencia el 27 de febrero de 1844.
Luego de más de 60 años de emigración, los dominicanos han logrado colocarse entre los lugares más privilegiados del firmamento político, artístico, deportivo, social, educativo, comunitario y empresarial, así como en la historia de Estados Unidos en todos los órdenes. Sin lugar a dudas, es una comunidad que aporta al desarrollo donde quiera está. Sus logros están por donde quiera.
No es necesario mencionar un nombre en específico, pero hoy son dominicanos que contribuyen con la sociedad en importantes posiciones públicas, que generan empleos, aportan a la economía desde diversos ámbitos y son, a toda luz, verdaderos embajadores de República Dominicana.
Desde República Dominicana, a juzgar por las responsabilidades que tienen las autoridades, es necesario incluirlos en los planes de desarrollo del país, a fin de que tengan acceso a todas las facilidades, por ejemplo, de acceder a una vivienda digna para su retiro. Es justo admitir que sus remesas ayudan a construir una República Dominicana mejor, con una infraestructura de mayor calidad y que las condiciones de vida de muchos es producto de esa relación indisoluble entre los que están fuera y los que se quedaron en territorio dominicano.
Desde este escenario hacemos un pedido explícito de la necesidad de considerar a los dominicanos de la diáspora como entes esenciales en al desarrollo dominicano. No sólo hay que celebrar sus éxitos allá, los miles de dólares que envía en remesas o los logros que en diversas facetas de la vida muestran al mundo. No, no sólo debe ser eso. Es momento de que se incentive la inversión en muchos campos aquí, especialmente en negocios y la pequeña y mediana industria.
Son muchos los talentos que se quedan fuera porque aquí no encuentran cómo desarrollar sus capacidades. Realmente no sabemos cuánto estamos perdiendo como país por no ponerle la atención debida a los dominicanos de la diáspora.
Fuente: EL DINERO