Las visitas sorpresas del presidente Medina

En tiempo de campaña aparecen los magos, los prestidigitadores, los hombres y mujeres que intentan cambiar la realidad de las cosas. Piensan que si dicen que el sol sale por el Oeste, entonces el sol saldrá por el Oeste. Pero la realidad es tozuda y no hay intentos mágicos que la trastoquen.

Es lo que acontece con las llamadas visitas sorpresas del presidente Medina a las zonas rurales del país. Recuerdo que en mis años de agrónomo el campo dominicano tenía una gran preponderancia. La Secretaría de Agricultura, el Instituto Agrario  Dominicano, el Banco Agrícola, el Feda, entre otras instituciones, jugaban un papel protagónico en la asistencia y financiación de la producción agropecuaria. Éramos, se decía, un  país eminentemente agrícola. Pero todo cambió y el campo entró en decadencia. La economía de servicios se impuso y el campo perdió relevancia. Y los hombres y mujeres rurales empezaron a emigrar masivamente hacia los grandes centros urbanos. El país entero se llenó de motoconchistas, chiriperos y los cinturones de miseria de las grandes ciudades se multiplicaron.

Al llegar a la Presidencia de la República en el 2012, el presidente Medina se propuso volver la vista al campo. Decidió que había llegado el momento de ir en pos del recate de la producción agropecuaria. Y lo hizo de manera correcta iniciando por donde debía: por los pequeños productores, tanto agrícolas como pecuarios. Estas pequeñas asociaciones de productores siempre habían sido marginadas por el sector financiero, que no arriesga su capital prestando a clientes sin gran solvencia y sin títulos de propiedad.

Para ello rescató al FEDA,  una institución venida a menos y que en tiempos de gloria había desempeñado un rol preponderante en el apoyo a la producción, y capitalizó al Banco Agrícola.

A partir de las visitas sorpresas millares de pequeños productores tuvieron la posibilidad de recibir un financiamiento para sembrar, mejorar su infraestructura, adquirir tecnología de punta, entre otras acciones de apoyo a la producción.

Durante las visitas sorpresas, la gente más humilde tiene la oportunidad de interactuar con la máxima autoridad del país y el presidente Medina tiene la ocasión de enterarse directamente, sin filtros, de la realidad de esos dominicanos nobles, que día tras día se quiebran la espalda para que los dominicanos podamos alimentarnos con productos de calidad y a precios razonables.

No hay dudas de que a partir de las visitas sorpresas millares de pequeños productores han visto sus predios parir como nunca antes; y esto les ha permitido mejorar sus condiciones de vida para ellos, su familia y su comunidad. Y eso es lo que buscan las políticas públicas serias: impactar positivamente en la gente.

Al presidente Medina deberían reconocerle su serio compromiso con la producción agropecuaria nacional  y  agradecerle que, en vez de quedarse a compartir con su familia después de una dura semana de labor, todos los domingos tempranito se suba en su vehículo a romper lodo y a tragar polvo para cumplir con su responsabilidad de gobernar en beneficio de los más vulnerables. Recordemos que antes del presidente Medina, los presidentes utilizaban sus domingos para leer o para jugar al dómino.

Antes había consenso acerca de las bondades  de esta práctica; pero ahora aparecen las voces desafinadas de quienes quieren ganar adeptos intentando borrar los beneficios de una práctica ejemplar de gobierno.

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