OPINION: Historias mal planteadas
Vivimos en ideas históricas mal planteadas que influyen fatalmente en el comportamiento de los dominicanos. Si no se entiende cómo se fraguó nuestro pasado, el presente se vuelve niebla. Cada historiador escribe con relación a un presente. Unos, embrujados por la Revolución haitiana no ocultan su desprecio por nuestro proceso de independencia. Otros, han tomado partido por la continuidad histórica del Estado dominicano. En resumidas cuentas: los historiadores nos han metido en un conflicto de lealtades. Pululan los manuales escolares en los que se omite la guerra dominico haitiana y se desconoce el pasado de los dominicanos. Historias en las que se reniega y se traiciona a los héroes que forjaron nuestra independencia de Haití en 1844. Y, en que por otra parte, se exalta y se prefiere la dominación haitiana (véase “La proyección de la Revolución haitiana” Emilio Cordero Michel, Obras Escogidas, 2016, AGN)
¿Cuáles son las manifestaciones del conflicto en los que nos han introducido historiadores sin lealtad a la nación? Centraremos nuestra observación en tres factores.
- La primera falsificación es plantear que Haití (la antigua colonia francesa de Saint Domingo 1697-1804) nació, tal como plantean todos los historiógrafos haitianos, del descubrimiento de América. Se olvida que toda la isla fue española desde 1492 a 1697, que, por lo mismo, los haitianos no deberían presentarse como herederos del indigenismo ni colocar la historia colonial dominicana como porción incorporada a su pasado. Ni Enriquillo ni Caonabo ni el padre Las Casas ni don Juan de Aguado ni don Diego Colón pueden incluirse, sin al mismo tiempo, desfigurar el pasado en la memoria historiográfica de los haitianos. Así, el historiador haitiano Emile Nau escribió Los caciques de Haití (Paris, 1884); Jean Metellus (1937-2014) presentó en 1986 su obra teatral Anacaona, historia de la cacica haitiana. Por otra parte, el historiador haitiano, Jean Fouchard, escribió la obra Langue des aborígenes d. ayiti (1972) Hay, desde luego, una vastísima literatura indigenista haitiana y sobre todo, un pensamiento historiográfico dominante, esencialmente falso, en los manuales con los que se enseña el pasado a los haitianos (Véase Odette Roy Fombrun, Ayiti des Indiens, 1992; Le drapeau de la l`Independence, 1986). El 20 de abril del 2013 la fundación de la historiadora Roy Fombrun celebró un seminario con el título “Las huellas de nuestros ancestros tainos” ,con el cual el pueblo haitiano recuperaba su supuesta herencia amerindia. Aun cuando la formación del pueblo haitiano arranca en el siglo XVIII, en 1700, según el Censo de Marina de Francia, había en la colonia 13.000 habitantes, estos han asumido un indigenismo que no le pertenece, apropiándose de fragmentos de nuestra propia historia. Este proceso los ha llevado a tratar de apoderarse de la Virgen de Altagracia como patrona del pueblo haitiano y del merengue como el ritmo nacional. Desde esta historia ficticia se descalifica a la propia historia dominicana. Según esto: ni el pasado indígena ni el culto mariano, representado por la Virgen de Altagracia, traída de Garrovillas ( Extremadura) por los hermanos Trejo, nos pertenecen plenamente. Parejamente , algunos historiadores haitianos han proclamado que el merengue es la música nacional de Haití ( Jean Fouchard: La meringue, danse nationale d Haití, 1973). En realidad, los haitianos habían emprendido un proceso de falsificación histórica y de suplantación de todo lo dominicano. Nuestro país estuvo bajo la dominación haitiana; pero, nunca ni lingüística ni espiritualmente, ha sido porción integrante de la unidad nacional de Haití. En realidad, los dominicanos no somos, como lo es rigurosamente Haití, el producto de una sociedad de plantación, sino surgimos como sociedad del hato ganadero.
Dicho esto: si no se comprende ese pasado, no se esclarece el presente. De esa fabulación ha nacido un enfoque que niega los resultados históricos de nuestra independencia de 1844.Dos de las lumbreras de la historiografía haitiana, Jean Price Mars (1876-1969) y Leslie Manigat (1930-2014) plantearon respectivamente lo siguiente: 1) la necesidad de concretar las relaciones en un Estado federal o en una fusión que nos volviera a las circunstancias de 1822. Que echara por tierra la soberanía territorial y política de los dominicanos; 2) que, en caso contrario, la única solución posible es que una comunidad extermine a la otra ( véase La Republica de Haití y la República Dominicana, S.D. Bibliófilos, 1995 pág. 813).
- La idealización de la “ Revolución “ haitiana
La grandeza de una Revolución no se halla en los baños de sangre ni en las matanzas espectaculares, sino el legado jurídico que permanece, tras los episodios del terror revolucionario.
El monumento jurídico revolucionario se centra en tres grandes principios:
- El principio de soberanía nacional que antes residía en la monarquía, pasa fundamentalmente al pueblo. En el Antiguo Régimen el poder venía de Dios al Rey, de donde dimanaban todos los poderes. El Rey podía indultar, rescindir e intervenir en la Justicia.. La transferencia del poder del Rey a la nación es uno de los logros de la Revolución. La nación existe antes que todo; su voluntad es siempre legal. La soberanía resulta inalienable e imprescriptible; pertenece a la nación, ninguna persona puede acaparar ese ejercicio. Esta doctrina ya se encuentra en la Constitución americana, y en el legado dejado por Jean Baptiste de Sergonzac, conocido por más señas, como el Baron de Montesquieu, quien lo había planteado en El espíritu de las leyes.. El 21 de septiembre de 1792, la Convención declara abolida la Monarquía. El 3 diciembre pide la muerte del Rey y tras 36 horas de debate 361 contra 360 se decide guillotinar al Rey Louis XVI.. Contrasta ese principio con lo que ocurrió en el Imperio de Haití fundado en 1804, en lugar de fundar una República, los antiguos esclavos de Saint Domingue, implantaron al emperador Jean Jacques Dessalines, rehabilitando los estilos políticos del Antiguo Régimen, la soberanía quedaba concentrada en el Emperador y en el Ejército, los antiguos esclavos se hallaban sujetos por la institución de la corvée, el trabajo obligatorio. Tras el ajusticiamiento de Dessalines, Haití se divide en dos Estados: La monarquía de Henri Christophe (1806-1820) y la Presidencia vitalicia que Alexandre Petion (1806-1818) aplicaría en el sur de Haití. En ninguna de las dos formas la soberanía radicaba en el pueblo, sino en los monarcas y en presidentes vitalicios. Es decir, todo lo contrario del proceso revolucionario.
- El segundo factor es la igualdad el 4 de agosto de 1789 se produjo la abolición general de todos los privilegios y se estableció de un derecho común de todos los franceses, queda destruido por completo el régimen feudal, suprime la servidumbre y las distinciones señoriales, la justicia será otorgada gratuitamente y todos los franceses pueden acceder a cualquier oficio. El sistema métrico decimal se impone como sistema de pesos y medidas. Las repercusiones obraron como la chispa que desencadenaría el proceso de rebelión de los esclavos de Saint Domingue, e 29 de agosto de 1793 la Convención declara la abolición de la esclavitud en su colonia del Caribe, y ordena a sus comisionados Sonthonax y Polverel, que hagan cumplir esa disposición en la colonia de Saint Domingue. En contraste con este principio, la Revolución haitiana aplicó una política esencialmente negrocéntrica, de exclusivismo racial. El artículo 12 de la Constitución de 1805, se privaba a los blancos del derecho a propiedad y definía a los haitianos como negros, es decir, se despojaba a la población blanca del derecho a la nacionalidad. Ese artículo se mantuvo vigente hasta el 1920, fecha en la cual, las tropas de intervención estadounidenses modificaron esa disposición de carácter racista. Era, Haití, un pueblo, reducido a la servidumbre, gobernando por un Ejército, que se imponía como una satrapía.
- El tercer factor es la libertad.
El 26 de agosto de 1789 la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano. La libertad se ejerce en la estructura de ley, consideraba como la expresión de la voluntad general y todos los ciudadanos que son iguales ante la ley. Son esos los tres ejes sobre los que marchará toda la historia occidental. La ley protege los derechos de cada uno. l La Constitución se funda sobre la representación y garantiza la igualdad, la propiedad y la libertad. la legislación aparece en la historiografía.se enraíza la idea de la omnipotencia de la ley, que recoge de manera racional los problemas jurídicos de la sociedad y la idea de libertad que regula el comportamiento de los ciudadanos. En esa enorme producción se encuentra la vigencia y el legado dejado por la Revolución francesa a las sociedades modernas
El régimen creado por los haitianos no implantó la igualdad ni fundamentó la soberanía en el pueblo ni fue un dechado de libertad; fue desde sus comienzos un despotismo brutal; más que una Revolución; fue un régimen contrarrevolucionario; tras la mascarilla del progreso, se produjo un retroceso social. Sin soberanía, sin libertades, sin hallarse sujeto a ninguna Ley, que no fuesen los decretos imperiales y habiendo restablecido la esclavitud, el trabajo obligatorio, la discriminación racial, poco tenía que ver el régimen haitiano con la revolución americana y con el legado dejado por la revolución francesa.
En contraste con ese distanciamiento de la Independencia haitiana del proceso revolucionario francés, en la Independencia que encabezaron los dominicanos fue la negación de la monarquía, implantó un régimen civil, republicano, representativo y electivo (art. 1, Constitución de 1844); estableció una sociedad alejada del Antiguo Régimen fundada en el poder ejecutivo, poder judicial y poder legislativo. Se establece claramente que la soberanía radica el pueblo; que se trata de un poder fundado en la Ley; que todos los ciudadanos sin importar raza u origen son iguales ante la ley, que quedaba abolida la esclavitud y todas las formas de servidumbre. Era el Estado fundado en 1844, heredero auténtico del universalismo de la Revolución francesa Entre nuestros historiadores se pasó del embellecimiento de su contrarrevolución a la idealización de la dominación que ejercieron en el territorio dominicano y que fue saldada con nuestra gloriosa independencia.
- Trasplante e injerto.
- Julián Marías se refería a las diferencias fundamentales que separan la colonización iberoamericana y la colonización británica en el continente americano. Predominan, según el gran filósofo, dos tipos de implantación:
- En la parte norte, por obra principal de los ingleses, secundariamente por holandeses y franceses, se realizó un «trasplante». Sociedades europeas fueron trasladadas a suelo americano, para fundar sociedades también europeas, que se desarrollaron, distanciadas de los grupos aborígenes, concentrados en enclaves o reservas, y excluyendo de los privilegios ciudadanos a los negros. Ese fue el modelo seguido en Estados Unidos y Canadá..
- En el centro y el sur del Continente, españoles y en menor proporción portugueses llevaron a cabo un «injerto»: porciones vivas de sociedades europeas se introdujeron en las diversas americanas, modificándolas; el resultado no fue la reproducción de sociedades españolas, sino americanas hispanizadas, con gérmenes nuevos. De manera que dieron frutos distintos de los que sin ese injerto hubiesen tenido. La América de lengua española y portuguesa es la comunidad cristiana más grande del mundo. Porque ambas naciones produjeron el mayor proceso de evangelización . Desde muy temprano hubo en Santo Domingo hombres de letras: dramaturgos, poetas y escritores ; tuvimos las primeras Al momento de producirse la independencia de Haití en 1804, teníamos ya tres siglos de colonización, teníamos unidad lingüística, unidad religiosa, y éramos una comunidad de destino.
Las historias mal planteadas, nos han llevado a desdeñar las enseñanzas de ese pasado. El desastre que ha podido provocar estas falsedades, primero en el sistema educativo y, finalmente, en la deformación de la conciencia de lo que somos ha sido considerable.