OPINION: El juicio político contra Dilma Rousseff
Posiblemente en el momento en que los lectores estén leyendo este artículo ya la comisión de 21 senadores de Brasil haya votado a favor o en contra de la realización de un juicio político de destitución o impeachment contra la presidente Dilma Rousseff; y pienso que lo más probable es que el voto sea por el impeachment en vez de lo contrario.
Las acusaciones contra Dilma consisten en decir que ella “maquilló las cuentas del gobierno para justificar el gasto social del gobierno en el período que antecedía a las elecciones generales del 2014”. Algo que no debía de pasar de ser una amonestación se ha convertido en la razón para pretenderla sacar del poder que el pueblo le dio en unas elecciones libres y competitivas.
En realidad lo que está ocurriendo en Brasil es que la caverna política de aquel país suramericano se ha confabulado con ciertos sectores políticos y de la llamada sociedad civil para orquestar una conspiración política que busca desalojar del poder al Partido de los Trabajadores por la vía de un golpe de estado constitucional.
La situación de crisis económica por la que atraviesa Brasil está favoreciendo los objetivos de los conspiradores. Las razones de esta crisis están en que las economías de Asia y la Eurozona están también en crisis y son los destinos principales de las exportaciones de Brasil.
Las gestiones de gobierno del Partido de los Trabajadores de Brasil le han salido un poco caras a la oligarquía que se había acostumbrado a no pagar impuestos y de esa manera había tenido una brutal acumulación originaria ya que se quedaba con el 100% de los beneficios del gigantesco crecimiento económico que ha experimentado Brasil en las últimas décadas.
La democracia moderna exige que las mayorías reciban beneficios económicos que les permitan vivir como Dios manda y para ello es necesario que el estado juegue su rol de ser un redistribuidor de una parte de las riquezas que se generan como resultado del trabajo productivo en la sociedad.
La élite de Brasil tiene fama de ser muy excluyente y esa es la razón por la cual ese país tiene tanta desigualdad social y tanta pobreza humana. El pecado del PT ha sido el de haberle tocado el bolsillo a la élite para de esa manera hacer justicia social en un país tan rico pero tan lleno de pobres.
Ahora vemos como políticos corruptos como el Vicepresidente Michel Temer y el Presidente de la cámara de diputados, el Señor Cunha, se convierten en acusadores de “Maquillaje Fiscal” contra una presidente a la que nadie ha podido acusar de corrupción. A penas ayer la suprema corte de justicia de Brasil decidió abrir un juicio al presidente de los diputados, es decir a Señor Cunha, por corrupción en el caso Petrobas y por lavado de activos.
Lo que se cuestiona es que si Dilma Rousseff ganó las elecciones del 2014 con cifras maquilladas fiscalmente entonces debe renunciar; y yo me pregunto si un juicio político que fue iniciado por un diputado corrupto puede tener legitimidad y objetividad en algún lugar del mundo. Además de que si el supremo decidió abrirle un juicio por corrupción a quien inició un juicio político contra Dilma entonces lo ideal sería que se aplace el juicio contra Dilma hasta que concluya el juicio de quien está siendo acusado de corrupción que es una acusación muy grave.
Pero posiblemente eso no se haga porque detrás de todo esto hay una mano peluda y perversa que busca revertir el proceso democrático con justicia social para en su lugar restablecer el viejo modelo de democracia de elecciones y estómagos vacíos que durante muchos años prevaleció en América Latina sostenido por un bipartidismo comprometido con el status quo.
Los nuevos líderes de América Latina han establecido un nuevo modelo democrático en el cual el ser humano, es decir la gente, son el centro de las políticas públicas de sus gobiernos. Los demás países de la región en donde se llevan a cabo modelos parecidos al de Brasil deben poner su barba en remojo porque serían los próximos objetivos de los enemigos del bienestar social de pueblos.
Mientras tanto el entierro sigue en Brasil con Dilma Rousseff, y el pueblo que no sabe de política, observa este espectáculo deprimente sin darse cuenta de que es su propio futuro y bienestar el que está en peligro. La reacción vendrá después porque ahora la crisis le pertenece a Dilma y al PT mientras que sus adversarios se presentan como apostolados de una causa que no es suya.
Ya verán Uds. lo que va a pasar en Brasil cuando se le tire el precio de la crisis a los sectores populares como sucedía antes en los tiempos de Cardoso y Collor de Melo, los muertos se contaran por millares y serán de pobres no de oligarcas ni de políticos corruptos.
Ojalá que esto se pueda evitar por el bien de Brasil y de América Latina.
jpm

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