OPINION: «Descampesinización» y éxodo rural en el Sur
La migración rural-urbana es un fenómeno indetenible que está borrando del mapa a comunidades completas en la provincia San Juan y en las demás demarcaciones de la región sur. Por ejemplo, en Chalona y La Urca en San Juan y La Sierra en Yabonico, en Las Matas de Farfán, la gente desapareció. Se trata de un proceso acelerado de descampesinización resultado del movimiento de hombres y mujeres del campo a los centros urbanos, buscando mejores medios de vida.
Tras abandonar su predio agrícola, el campesino migrante “coge fiao” una motocicleta para ponerse a motoconchar en la ciudad, mientras que la mujer se alquila en una casa como “empleada doméstica” o instala una fritura o un ventorrillo.
El otro factor de la descampesinización es la renuencia de los jóvenes, hijos de agricultores, a replicar al padre trabajando agricultura en el campo. Los primeros que le «imponen presión» a sus progenitores para que emigren a la ciudad son los hijos varones, los cuales abdican de emular al padre en la gestión agrícola del predio y de asumir la tarea concreta de acompañarlo y/o encargarse del manejo y tareas de la finca, parcela, conuco o predio ganadero porque no le ven futuro a la agropecuaria.
En términos cuantitativos, el rol de la mujer joven en la siembra agrícola, particularmente en el Valle de San Juan, es escasa. Antes de la crisis mundial del 2008, muchas mujeres campesinas sureñas, con el consentimiento del esposo, preferían emigrar a trabajar a países de Europa, Sudamérica, en especial Argentina, o a alguna isla del Caribe y enviando remesas, contribuían a la manutención familiar. Esa migración lleva unos años desacelerada.
La transformación urbanística que exhibe la República Dominicana, que nos pintan como el “progreso”, realmente es un espejismo, una ilusión óptica, que oculta las graves falencias socioeconómicas. Las torres del polígono central o los hermosos palacetes que han construido las mujeres “viajeras” en los pueblos del sur son una gran cortina que esconden la enorme pobreza y desigualdad social. Esa marginalidad social latente en el campo es el más potente elemento generador de la descampesinización.
En el marco de un modelo político-económico excluyente y de baja calidad, la pobreza rural se expresa en la incapacidad de los individuos y grupos familiares para poder satisfacer sus necesidades básicas adecuadamente.
No obstante nos hayan cambiado las fachadas de las ciudades, y de exhibir un crecimiento del PIB superior al 7%, grandes contingentes de dominicanos no reciben las bondades y mieles de esos datos macroeconómicos.
Los lujosos automóviles de una elite económica esconden la pobreza y la marginalidad que arropan a las mayorías nacionales.
La pobreza es el problema central de la República Dominicana porque el crecimiento económico sostenido del PIB durante las últimas cinco décadas no ha producido inclusión social. Todo lo contrario: la riqueza está cada vez más concentrada en pocas manos.
jpm

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