No teman, no los veremos más
“Y Moisés dijo al pueblo: No temáis estad firmes, y ved la salvación que YHVH hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis”, Éxodo 14, 13.
El mundo que hoy captan nuestros limitados sentidos físicos se está desboronando en nuestra presencia, absorta, ante los horrores que observamos; nuestros ojos, bien abiertos, ven caer el velo ennegrecido de la serpiente antigua del jardín del edén, quien durante milenios se mantuvo engañando al mundo entero y nos formaba por medio a un sistema ultra sofisticado integral, para aceptar la mentira como la verdad. Ahora vale la pregunta del procurador romano, cuando interrogaba a Ieoshua (Jesús): “… ¿Que es la verdad?…”, Juan 18, 38.
El astro rey en su recorrido por la bóveda celeste mientras nos despacha sus benévolos rayos de luz, nos presenta un vasto y riquísimo reino, antes, oculto bajo el manto oscuro de la noche, provocándonos esta última, un terrorífico miedo, una enfermiza angustia y una desoladora desesperanza. Ahora brilla el Rey de Reyes desde su trono altísimo, y los que habitaron en mansiones oscuras se queman en el fuego ardiente de sus propias maldades. Nos encontramos en la sala (tiempo final) del trono engrandecido del Rey Justo y Verdadero, solo cuentan nuestros actos.
Los asfixiantes horrores de la noche han cesado, la misericordia de nuestro padre creador es el mayor e ininteligible misterio que envuelve su naturaleza, se abre paso a través del confuso bosque del ocultismo, antes, dominante de nuestras vidas, en el nuevo día solo reina la gracia divina. Ojo con los magistrados de la justicia, quienes en nombre de la imperecedera Letra Divina, se han hecho a ellos mismos dignos de sus investiduras: “De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis”, Mateo 25, 45.
¡Dominicana, Dominicana, Dominicana! El ejército de la fuerza de las Fuerzas, YHVH, ha recorrido cuevas, mansiones, palacios, fincas y túneles, encontrando solo abominación, iniquidad, lascivia, sacrificios humanos y mercaderías, ¡con mis hijos! Toda esta maldad envuelta en obras de infraestructura pública con la excusa de beneficiar al pueblo, cuando en su lugar mantenía el fuego devorador del infierno bajo nuestros pies.
Esos mismos ciudadanos del infierno, orcopolitas, se nutrieron de la sangre inocente del porvenir de la patria unigénita, divinizada con el verbo redentor de los padres de la nación del escudo nacional con las letras de Cristo. La mirada del Juez Supremo ha alcanzado sus madrigueras malvadas, ¿y ahora adonde huirán? Con los recursos del pueblo, maquinas cavadoras de túneles, obreros, construyeron sus guaridas siniestras, devastaron vidas, más la misericordia de Dios siempre esta con sus hijos.
¡Dominicana! ¡No temas! ¡Los ciudadanos del infierno, orcopolitas, satanistas, que ven ahora, nunca más para siempre los verán!
jpm-am

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