Manifiesto de bohemios…, quizás sí, quizás no
Quiero fijarlo de una vez: están en su pleno derecho cívico-ciudadano, y hasta político-constitucional, el grupo de intelectuales que hace poco subscribieron un manifiesto pidiendo la renuncia del Presidente. Ese, equivocado o no, es un derecho que les asiste, aunque tal objetivo político luzca desproporcionado y alejado de la etapa evolutiva que hoy exhibe la frágil democracia que ensayamos con sus altas y sus bajas. Tampoco creo en la descalificación personal si se le quiere contradecir, sino, más bien, en la equivocada y errática trayectoria política-periodística de algunos de sus suscribientes.
Sin embargo, y como la política y el humor andan de la mano, no he podido sustraerme a la cantera de chistes y descalificaciones, algunas ofensivas y rimbombantes, que el manifiesto de marras a provocado en el diarismo nacional –impreso-digital- y redes sociales que van desde calificarlo de manifiesto de contertulios “etílicos” (de “pantalones cortos”) que “…ya ni una columna diaria puede hacer…”, hasta de “sediciosos” y golpistas”.
Honestamente y siendo coherente –aunque no ingenuo-, aspiraba –y aún aspiro- a que el Movimiento Verde (pero también, corrientes progresistas –críticos y autocríticos- de los partidos políticos y actores genuinos y patrióticos de la sociedad civil), muy a pesar de sus variopintos actores políticos-ideológicos, las múltiples agendas transnacionales que en el convergen y su evidente financiación nacional-extranjero, empujara a un gran pacto nacional de cambios y reformas, independientemente del momento-coyuntura político-electoral 2020, pues hay reformas política-constitucionales que el país –para su institucionalidad no coyuntural- necesita, tales como: una ley de Partidos Políticos; pero no sólo hecha y pactada por políticos; unas serie de frenos constitucionales, y de políticas públicas –consensuada por todas las fuerzas políticas y sociales del país- de innegociable continuidad de Estado –esto es: ¡sin importar que partido político detente el poder!-.
Ojalá que esas demandas tan anheladas, no se pierdan en la fijación política-electoral de algunos “redentores sociales” despistados-desfasados, o peor, en el luchismo político-electoral –o fiestas de disfraces- en que devienen –cada cuatro años- las campañas políticas-electorales en nuestro país con sus saldos de muertos, de “motoconchismo político” –vale decir, de carajos de la vela hablando pepla y pontificando, válgame Dios, sobre ética-publica y física cuántica (cuando todo sabemos que son analfabetos-politiqueros)- y de discursos políticos vacuos.
Porque, sin duda, fue un error –o patada voladora-, de incalculables consecuencias, para el Movimiento Verde, la idea de un manifiesto político centrado en pedir la renuncia del Presidente, pues –ipso facto- recibió el rechazo, casi al unísono, de todas las fuerzas vivas y representativitas de la sociedad, pues así como el Movimiento Verde ha hecho posible que la gente, ¡por fin!, asocie malos servicios públicos con corrupción pública, sobrevaluaciones, evasión de impuestos y sobornos, no es menos cierto que, también, la sociedad toda esta conteste en que la única vía o técnica para llegar o alcanzar el poder, es vía elecciones en los tiempos y bajos las normas que la Constitución consagra.
Y más si se está pidiendo la renuncia de un Presidente –Danilo Medina– que, y el país es testigo, ha revolucionado la gestión de gobernar, y más que ello, se ha focalizado –en casi cinco años que lleva gobernado- en priorizar la agenda social histórica-acumulada impactando toda la geografía nacional y empoderando a sectores y actores sociales jamás tomados en cuentas desde una perspectiva de integración estatal en la firme convicción-determinación de elevarlos de actores olvidados-relegados a ejes centrales del desarrollo nacional-integral a través de una visión filosófica-programática de género, sectorial y educativa; pero, sobre todo, de mirada solidaria y sentida hacia la niñez, los jóvenes y los envejecientes.
Por supuesto, la lucha contra el flagelo de la corrupción pública-privada y la impunidad –e independientemente del buen gobierno o de la buena gestión pública- no debe detenerse hasta que esta se haga cultura de ética-publica institucional innegociable, pero como dijera el jurista y luchador social, Ramón Antonio -Negro- Veras, no se trata de venganza sino de justicia.
Y hay que decirlo: en el Movimiento Verde –así como en los partidos políticos y en el empresariado- hay actores, sectores y figuras que el país sabe, andan, unos borrachos-enfermos de odios, de inquinas y de frustraciones -políticas-ideológicas- generacionales, y otros, como dijera José –Pepe-Mujica, ex presidente de Uruguay, “…que le gusta mucho la plata…”.
JPM
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