Los tiempos llaman a estar alerta

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El autor es abogado. Reside en La Vega

En los últimos tiempos todo parece revuelto, es como si el mundo que conocemos, vertiginosamente se estuviera desmoronando con una fragilidad inexplicable, ante la mirada absorta de una población que sufre las inclemencias inmediatas de la paulatina destrucción.
Como profecía bíblica los acontecimientos apocalípticos se vienen sucediendo concatenados unos tras otros, afectando directamente a sectores claves y sensibles, expresadas en pandemia, derrumbe económico, disminución de la calidad de vida, y lo más grave aún, una inversión de valores denigrante, que la lacera la vida en sociedad.
En estos tiempos el individualismo se encuentra reforzado por el temor que produce la incertidumbre de no saber qué pasará en el desordenado tablero mundial, situación que impacta directamente el desenvolvimiento normal  de los pueblos,  a lo que no escapa nuestra nación.
Todo indica que el nuevo orden mundial orienta a sus socios en todo el mundo, incluyendo a sus agentes en Rep. Dom., solapados como lobos en poderes facticos creados por los “civilizados”, a potencializar las contradicciones internas de sus ciudadanos, la corrupción como vía expedita de la traición, así como el enfrentamientos entre naciones vecinas.
El juego ha sido servido por quienes tienen las cartas, ponen la casa y establecen las reglas de las partidas, haciéndonos, por obligación con amenazas de sanciones, parte de la trama sabiendo que al final seremos víctimas ingenuas de su planeada recomposición mundial, que divide a las naciones y al hombre  en ciudadanos de primera, segunda o tercera categoría.
En lo particular, Juegan respecto a nuestra salud, vida, cultura e idiosincrasia, en un condicionamiento mundial que busca presentarnos como racistas, xenófobos y posteriormente como ejecutores de crímenes de lesa humanidad; están obsesionados en resolver el problema haitiano a costa y sacrificio nuestro.
Suspiran con unificar la isla, previo a esto, como un guion bien ensayado, como lo hicieron en Yugoslavia y en otros países, buscarán anexarle a Haití: las provincias de Dajabón, Montecristi y Pedernales, provocando revueltas en la frontera, inevitablemente bañada de sangre en ambos lados, para así justificar la entrada «pacificadora» de la ONU, en la Rep. Dom.
Todas estas acciones, no podría jamás, una nación por grande que sea lograrla por sí sola, necesita el concierto indecoroso de otros países, aunados a la traición artera de malos dominicanos, que se han encumbrados en múltiples esferas de gobiernos diversos, con marcada presencia en cargos importantes en la actual gestión, e infiltrados en todas las capas sociales, políticas y religiosas de la Rep. Dom.
Estos malos dominicanos que dominan medios de producción y de opinión pública, juntos a estas omnipresentes potencias impulsan el desorden y la desestabilización, lo hacen desde la sombra como lobos silentes, que esperan con paciencia el error ingenuo de sus presas, o en todo caso la incitan al traspiés, para justificar sus insaciables apetencias.

Los tiempos llaman a estar alerta, identificando a los silenciosos chacales traidores e invita a los buenos dominicanos a unirse en pro de defender el legado de los padres fundadores, como lo hizo, en la segunda República la primera espada de la nación, el general Gregorio Luperón, una lucha patriótica sin tregua, hasta morir si es necesario !que redoblen los tambores!

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