Los pastores del diablo
En ninguna época de la humanidad, los seres humanos han vivido ajenos al pecado, al odio, a la soberbia, al egoísmo extremo y a las depravaciones sexuales. Desde que el hombre y la mujer mostraron su rostro físico, esas debilidades les arropan como maldición imperecedera, como castigo de Dios por su desobediencia original, inducida y encarnizada por Adán y Eva.
Pero la manifestación de ese pecado de entonces, se resumía en una, dos o tres vertientes, muy diferente a lo que ocurre en estos tiempos, en que se expresa de múltiples maneras como si la sociedad misma anduviera entrampada y atrapada por la vorágine de violencia, oscurantismo y maldición colectiva.
Ahora, para muchos de aquí y de todas partes, todo parece posible, todo se vale, todo se puede, aunque, asesinemos nuestra propia conciencia, nuestra dignidad, nuestros valores cívicos y, más que nada, nuestra obediencia y respeto al Dios creador.
Y una de las más despiadadas y despreciables conductas humanas lo constituye el festín de violaciones sexuales de niños y adolecentes por parte de religiosos de variada índole y calaña, unos llamados pastores, profetas, sacerdotes, diáconos, Papas, Obispos y Cardenales, pero también son parte de esa aberración maldita, hombres comunes y hasta especiales, que escogen esa ruta asquerosa y deslenable, como si no existiesen otras formas bonitas y esplendorosas, que abundan por doquier para satisfacer sus apetitos y deseos carnales.
Sin embargo, ellos, religiosos católicos y protestantes escogen el camino fácil, el más vulnerable para realizar sus fechorías y andanzas sexuales, seduciendo engañosamente o por la fuerza a niños y adolescentes para violarlos impunemente, sin importarles su vida física y emocional, despreciando al mismo Dios creador y a la familia de los agredidos, y la sociedad, en su conjunto.
Para mí, ese tipo de crimen que abarca casi toda la geografía mundial no está recibiendo el castigo de ley y de conciencia que merece, en algunos casos, por dejadez o por complicidades judiciales y políticas, de todo tamaño, pero también de los propios líderes religiosos donde se congregan los depravados y abusadores de la peor estirpe.
Pocos actos criminales resultan tan devastadores y repugnantes como la agresión física y sicológica a un niño, niña o adolescente, por la secuela y tormentos perennes que genera, por lo que deberían ser castigados con la pena de muerte o la castración de raíz.
En resumen, de 100 casos de abuso sexual contra menores, se conoce o se dan a conocer 10,20 o 30, quedando los demás en el anonimato, en el olvido absoluto. Los que salen a la luz pública, son fruto del valor y la voluntad de los padres, tíos, abuelos o tutores de los niños abusados y asesinados en vida por sus victimarios.
Pienso yo que este vendaval de acoso y estupro, de alta preocupación social, aquí y en otras partes del mundo, debe ser enfrentado con mayor rigor y celeridad por las iglesias católicas y protestantes, por los gobiernos que regentean el Estado, por los fiscales y jueces y por la familia, en su conjunto, estableciendo mayores cuidados y vigilancia en sus hogares y entornos familiares. De lo contrario, seguiremos lamentando cuando nos enteramos, dolorosamente, de la ocurrencia de un suceso, como este.
Y duele más a uno, así como a los familiares de las víctimas, cuando los abusadores son familiares, pastores, diáconos, obispos o sacerdotes, quienes supuestamente son predicadores y mensajeros de la palabra de Dios, a veces a quienes los padres confían sus hijos menores de edad para que los cuiden y orienten por el mejor camino, el del bien, de la decencia, del evangelio y de la buena conducta.
Pero qué pena, su agenda y propósitos son otros, jamás servir a Cristo, hacer el bien común, sino servirse de su entorno empobrecido y desprotegido, hacer dinero fácil y engañoso, satisfacer gratuitamente sus apetitos sexuales. Esas basuras y bestias humanas, no son aliadas y seguidoras del Cristo Viviente, sino del mismísimo diablo.
jpm-am
Siempre leo los artí****s de Germán Pérez, como escéptico quiero disentir de la primera parte de su trabajo, eso de Adan Y Eva es una fábula, en la otra parte estoy de acuerdo, nunca permite que mis hijos se le impusieran en la escuela la lectura de la Bíblia, tampoco permitía que asistieron a ninguna iglesia, los niños y las niñas no tienen poder de decisión y son facilmente manipulable por pastores Diaconos cura y demas, en mi no existe iglesia
Ni mucho menos Dios existe en usted, caballero. Que muchos sacerdotes y pastores aprovechen su investidura no significa que Dios no existe. Al contrario, eso confirma a Dios. Y es que la cizaña debe crecer junto al trigo; ésta será cortada y echada al fuego, pero el trigo será para la gloria de Dios. Y condenación habrá para el malo. La justicia es de Dios.
No todos los Sacerdotes, Pastores o Diáconos son pedófilos o violadores, no.Probablemente usted no crea en Dios, por que debe revisarse. La misma naturaleza demuestra que Dios existe.Quizás usted disienta hasta de usted mismo.