Los dinosaurios
Todo parece indicar que la extraña confluencia política post-electoral entre el Partido Revolucionario Moderno (PRM) y micro grupos de izquierda y derecha estará sustentada en acometer una oposición irracional, sin tomar en cuenta las consecuencias de sus temeridades, lo que se atribuye a que el liderazgo básico de ese tropel se desconectó de la realidad política o porque actúa presionado por urgencias biológicas.
Mientras el brazo izquierdo de esa alianza fuerza por vía de violencia paros barriales o en comunidades de provincia, con el infeliz pretexto de fraude colosal, el derecho se asocia a intereses de grupos oligárquicos para boicotear iniciativas en torno a proyectos esenciales de la agenda nacional, como son las propuestas de los pactos eléctrico y fiscal.
A los grupos de izquierda les regalaron dos escaños congresuales, que no lograrían a través del voto popular, por lo que seguramente participan con sobrado entusiasmo en la carrera de locura, que dirigen sus nuevos patronos políticos.
Impresiona ver a antiguos apóstoles de Leon Trotsky y de la Revolución Permanente, asociados a intereses oligárquicos para impedir que el Gobierno libere al pueblo, a la clase media y al sector productivo del oligopolio que maneja a su antojo a la industria eléctrica.
Esos intereses, a los que sirve un sector de izquierda con militancia vergonzosa, impulsan el boicot contra la construcción de las plantas de Punta Catalina, para lo cual no solo han puesto a correr mucho dinero con la orden de que si fuera necesario no quede piedra sobre piedra con tal de conseguir ese propósito. A eso se atribuye la acometida de esa gente contra el sistema financiero nacional.
El ministro administrativo de la Presidencia, José Ramón Peralta, expresó con claridad el planteamiento del Gobierno respecto al tema del pacto fiscal, que no sería para fijar más impuestos, sino para reducir la evasión tributaria, que equiparó con robo y prevaricación, por lo que hay que suponer que el adelantado rechazo del PRM y compartes significa un espaldarazo a los depredadores fiscales.
Para instalar ese andamiaje se ejecuta una campana de descrédito contra los resultados electorales, con el fin de declarar como ilegítimo al próximo gobierno de Danilo Medina, a pesar de que su candidatura obtuvo el 62% de los votos.
A lo que se apuesta es al caos y a la violencia; pero es preciso que esos jinetes del Apocalipsis puedan entender que todos los sectores productivos participan junto al Gobierno en un proyecto político y económico de largo alcance, basado en el crecimiento de la economía, redistribución del ingreso y consolidación de la institucionalidad democrática.
Ojalá el sector menos insensato de esa absurda confluencia política aliente un retorno de esa gente a la racionalidad.

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