Lecciones políticas de Brasil y Panamá

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El autor es abogado. Reside en Panamá.

El 12 de julio del 2017, el juez brasileño Sergio Moro condenó al expresidente Luis Ignacio Lula a nueve años y seis meses de prisión  por los delitos de lavado de activos y corrupción en la Operación Lava Jato. La condena lo inhabilitó para participar en las elecciones de 2018.

Facilitó la victoria de Jair Bolsonaro, quien como premio nombró al juez Moro como ministro de justicia. El plan fue perfecto. Pero, como dice un refrán popular: “Lo mucho hasta Dios lo ve”. Mas adelante testigos de la causa contra Lula denunciaron que habían sido forzados mediante métodos ilegales para que declarasen contra el expresidente.

Después de haber cumplido 580 días en prisión, en marzo del 2021 el Supremo Tribunal Federal (STF) revocó las condenas, por violaciones de sus derechos durante el proceso. En octubre del 2022 Luis Ignacio Lula obtuvo la victoria en las elecciones presidenciales con el voto mayoritario de los 30 millones de brasileños, que había sacado de la pobreza. El tiempo coloca cada cosa en su lugar.

La historia de Brasil se repitió en Panamá, con la victoria electoral de Raúl Mulino escogido por el expresidente Ricardo Martinely, por su inhabilitación. Como parte de los brutales y desgarradores ataques, que los llevaron a prisión en varias ocasiones. En medio de la feroz campaña difamatoria, le arrebataron su organización política. Entonces, tuvo que fundar el partido “Realizando Metas” (RM), que llevó a Mulino al poder.

El expresidente Martinely, permaneció un año, encarcelado en los EEUU. Luego fue extraditado a Panamá, donde cumplió otro año de prisión provisional. En julio del 2023, fue condenado a 10 años y 6 meses de cárcel, al ser declarado culpable por corrupción y blanqueo de capitales en el caso conocido como “New Business”. Para evitar la prisión se asilo en la Embajada de Nicaragua, donde permanece hasta la fecha.

Los ataques, contra Martinely, resultaron contraproducente para sus enemigos. Pues, en vez de disminuir su popularidad, la aumentaron. En el último sondeo de la encuesta Gallup, ocupó el primer lugar en preferencia de los panameños, con un 25%, en un lejano segundo lugar estaba Martín Torrijos con un 10%.

 ¿Cuáles son las lecciones enseñan estos dos hechos y deben ser aprendida por los gobernantes?

Primero, que la gente está convencida, que la ley no se aplica por igual a todos y que en todos los gobiernos existen actos de corrupción, tráfico de influencias, sobornos por contratos de construcción de obras y servicios. Pues, el máximo interés de los lideres políticos y empresariales del tren gubernamental, es adquirir riquezas, o aumentar las que poseen. Ninguno se preocupa por el bienestar social.

Mientras que cada día crece más, el clamor de los pueblos por mejor distribución de los fondos públicos. Elevar el nivel de vida de la clase más pobre, debe ser la primera prioridad de cada gobierno. El aumento descomunal de los delitos, es producto de las desigualdades y la falta de oportunidades. ¿Qué hace un joven, cuando no encuentra trabajo, ni que comer?

Segundo, la mayoría de brasileños y panameños comprendieron, que tanto Lula, como Martinely fueron víctimas de las élites políticas y económicas. Por tal razón, asistieron a las urnas masivamente para compensarlos con el voto y vengar las vicisitudes y humillaciones, que les provocaron, los poderes dominantes.

 Eliasrosario1653 @gmail.com

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