Las sombras del fascismo en el siglo XXI

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El autor es comunicador. Reside en Nueva York

POR LUIS M. GUZMAN

Primo Levi (1919-1987), químico italiano y sobreviviente de Auschwitz, se convirtió en un faro moral del siglo XX. Sus obras, como Si esto es un hombre (1947), no solo relatan el horror del Holocausto, sino que diseccionan los mecanismos que permiten la deshumanización masiva.

A través de su testimonio, Levi dejó una advertencia clara: los crímenes de Estado no nacen de la noche a la mañana, sino de pequeños actos de indiferencia, discursos de odio y la erosión progresiva de la empatía colectiva. La memoria del Holocausto, según él, no era solo un ejercicio histórico, sino una herramienta para prevenir su repetición.

En Los hundidos y los salvados (1986), Levi analizó cómo la indiferencia y la obediencia ciega pueden transformar sociedades enteras en cómplices de la barbarie. Insistió en que el fascismo no comienza con cámaras de gas, sino con la aceptación de discursos que dividen y deshumanizan.

La pregunta que formuló sigue vigente: ¿cómo sociedades consideradas civilizadas pueden caer en la barbarie? En el siglo XXI, con el auge de nuevas formas de autoritarismo y exclusión, sus advertencias adquieren una relevancia renovada.

Su vida es un recordatorio de que el sufrimiento no solo debe ser documentado, sino también analizado para comprender cómo evitar que vuelva a repetirse. Si bien la Segunda Guerra Mundial terminó hace décadas, los discursos que permitieron la Shoá no han desaparecido; han adoptado nuevas formas y siguen influyendo en la política y la sociedad.

Retórica del odio 

Las palabras tienen poder. Los discursos que etiquetan a grupos como “amenazas” o “inferiores” son el primer paso hacia la opresión. Líderes de diversas corrientes políticas han utilizado términos como “invasión” para referirse a migrantes, reproduciendo tácticas históricas de deshumanización.

En la Alemania nazi, los judíos fueron llamados “parásitos”; en el genocidio de Ruanda de 1994, los tutsis fueron descritos como “cucarachas” por la propaganda hutu. La repetición constante de estos discursos convierte la intolerancia en sentido común y prepara el terreno para la exclusión y la violencia.

Hoy, la retórica del odio se viraliza en redes sociales, donde la desinformación y la manipulación emocional disfrazan la intolerancia de “opinión legítima”. Plataformas como Facebook y Twitter han sido utilizadas para difundir mensajes xenófobos y teorías de conspiración, exacerbando la polarización social.

Levi habría advertido sobre este fenómeno: cuando las palabras se despojan de su responsabilidad ética y se convierten en armas, la violencia deja de ser una posibilidad remota y se transforma en una consecuencia previsible.

Los líderes autoritarios del presente han aprendido a disfrazar su retórica de odio bajo el lenguaje de la «corrección política invertida«, acusando a los defensores de derechos humanos de censura o victimismo.

Este fenómeno no es nuevo; en los años 30, el fascismo también se presentó como una respuesta a una supuesta crisis moral y social. Levi nos advirtió que el primer paso hacia el autoritarismo no es la represión directa, sino la distorsión del lenguaje para justificarla.

La creciente legitimación de estos discursos en medios de comunicación y en la política tradicional es alarmante. En países de Europa y América, políticos con agendas excluyentes han ganado popularidad al promover la idea de que ciertos grupos “amenazan” la identidad nacional.

La historia ha demostrado que estas estrategias de manipulación pueden conducir a episodios de violencia masiva si no se contrarrestan con educación y resistencia activa.

Tecnología amplificadora del autoritarismo

Las plataformas digitales, impulsadas por algoritmos diseñados para maximizar la interacción, pueden amplificar la polarización y el discurso de odio. En Myanmar, Facebook permitió la difusión masiva de mensajes antimusulmanes que contribuyeron al genocidio rohinyá en 2017, según un informe de la ONU (2018).

Un estudio del Centro para la Lucha contra el Odio Digital (CCDH, 2023) reveló que, tras la compra de Twitter por Elon Musk, los insultos racistas y antisemitas aumentaron un 61%. La tecnología, lejos de ser neutral, puede convertirse en una herramienta de manipulación y desinformación si no se regula con ética y responsabilidad.

El problema no es solo la difusión del odio, sino la manera en que los algoritmos priorizan contenido que genera indignación y reacción. En plataformas como YouTube, los sistemas de recomendación pueden llevar a los usuarios desde contenido moderado hasta videos de extrema derecha o teorías conspirativas en cuestión de horas. Levi, que entendía el poder de la propaganda, advertiría que, en la era digital, el peligro no es solo la mentira deliberada, sino la capacidad de las plataformas para reforzar prejuicios preexistentes y radicalizar sociedades enteras.

El anonimato en internet también permite la proliferación de discursos extremistas sin consecuencias reales para quienes los propagan. Esto ha dado lugar a comunidades en línea que normalizan y celebran la violencia, como foros de extrema derecha donde se planifican ataques terroristas o se difunden teorías de conspiración antisemitas. Estos espacios funcionan como incubadoras ideológicas que facilitan la radicalización de individuos.

A medida que la inteligencia artificial avanza, el problema podría volverse aún más grave. La capacidad de generar contenido falso de manera convincente —como deepfakes y bots diseñados para manipular la opinión pública— hace que la frontera entre verdad y mentira sea cada vez más difusa. Levi nos advertiría que una sociedad incapaz de distinguir la realidad de la propaganda es una sociedad en peligro.

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ASURBANIPA
ASURBANIPA
2 dias hace

Los totalitarismo de izquierda o derecha siguen la misma dialéctica y con la tecnología llegaremos al «TECNOFEUDALISMO» una prisión cuyas columnas son el deseo el miedo y la estupidez donde la víctima será la que pedirá estar encerrada

Felix R.
Felix R.
2 dias hace

Muy interesante. Gracias por advertir de estos peligros.

Luis.
Luis.
2 dias hace

«A través de su testimonio, Levi dejó una advertencia clara: los crímenes de Estado no nacen de la noche a la mañana, sino de pequeños actos de indiferencia, discursos de odio y la erosión progresiva de la empatía colectiva. La memoria del Holocausto, según él, no era solo un ejercicio histórico, sino una herramienta para prevenir su repetición». Excelente.

Demetrio
Demetrio
3 dias hace

Excelente enfoque, en una humanidad donde predominan las ideas autocráticas frente al pensamiento democrático; donde el ruido y la banalidad son amplificados en las redes digitales; donde los intereses económicos de las elites globales son mas importantes que la salud mental de la población. Es relevante que nuestros intelectuales asuman posiciones criticas.