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Con mucho pesar leí la carta que estos dos legisladores estatales de NY le enviaron a Daniel Mackay, Comisionado Adjunto de Preservación Histórica. La pena que siento es porque ellos son dos caballeros que se han distinguido por el buen trato que dispensan a sus constituyentes; y yo soy uno de ellos. Jackson y Taylor, por demás, tienen un gran prestigio y simpatías dentro de la comunidad dominicana de Washington Heights.
Mi sorpresa viene, no por el tono levantisco de su contenido, ni por lo injusto de su planteamiento sino, por lo asombroso que resulta -cuando menos para mí- que dos oficiales de su categoría y experiencia desconozcan los procesos de movilidad y relocalización que enfrentamos los inmigrantes en este país. Aunque, debemos reconocer que ellos ya no se consideran inmigrantes, porque tienen sobre 5 generaciones viviendo en USA. Sin embargo, sí representan a inmigrantes más recientes, como somos los dominicanos.
La protesta de Robert y Al es porque nuestro congresista Adriano Espaillat apadrinó, como legislador, un proyecto para registrar el Distrito Histórico Cultural Dominicano de Washington Heights en el Registro Nacional de Lugares Históricos. Esta iniciativa no salió casualmente sino que, es el fruto de investigaciones dirigidas por el Instituto de Estudios Dominicanos de CUNY y procura preservar las contribuciones históricas, así como el legado cultural de la comunidad dominicana en el vecindario.
A pesar de que la gobernadora Kathy Hochul estampó su firma apoyando el proyecto y que tan solo falta el reconocimiento en el estamento federal -que se da por descontado debido a que en el fondo es un asunto de competencia estatal- los amigos congresistas estatales intentan detener el proceso con argumentaciones que solo servirán para sembrar dudas en la comunidad dominicana sobre la lealtad de ambos legisladores hacia una comunidad que siempre los ha respaldado con el voto.
Sin embargo, yo creo que esta torpeza política del senador Jackson y el asambleísta Taylor -como señalé en el segundo párrafo- más que una muestra de desprecio hacia nosotros, los residentes dominicanos, es una insólita falta de conocimiento de ambos. Parece que ellos no han podido entender los procesos de afianzamiento de las comunidades en los pueblos, ciudades y estados de esta nación.
Para comprender estos procesos, conviene que demos un paseo por la historia de este país a partir de la llegada del Mayflower. Nadie puede dudar, porque los hechos hablan por sí mismo, que los colonos desplazaron a los nativos americanos; y desde luego que no fue de “común acuerdo”. Este primer contacto entre comunidades de diferentes orígenes, ha marcado el rumbo de la dinámica de movilización en esta nación.
Los nativos de América eran los dueños del país; hoy, sobreviven en reservaciones de dimensiones minúsculas. En la Gran Manzana que es Nueva York, los ejemplos son un tanto más significativos y variados. Los italianos, según narra Mario Puzo en su novela La Mamma, ocuparon la zona oeste entre Houston Street y la calle 50th, pero hoy, están diseminados por toda la ciudad; aunque la Pequeña Italia de El Bronx está ocupada 100% por los hermanos mexicanos.
El Barrio, al este de Manhattan, era feudo de los hermanos boricuas hoy, sin embargo, está habitado 100% por mexicanos y centroamericanos. Harlem, que era un baluarte negro, hoy se está “blanqueando” porque después que los negros e hispanos resistimos las devastaciones de los 80’s y revivimos la zona, los blancos de otras barrios que se habían ido a los suburbios, volvieron, porque la renta es competitiva, y no hay la inseguridad de antes.
Washington Heights tuvo un concejal griego en los años 60’s, me recuerda un amigo que llegó en la década de los 50’s; y ésto indica que allí vivían ciudadanos de origen helénico en número suficiente para postular y elegir un edil. Mas reciente, nuestro congresista Espaillat le ganó la curul en la Asamblea a John Bryan Murtaugh, un distinguido legislador de origen irlandés; y de eso hacen ya casi 30 años. Lo mismo ha sucedido en el resto de la ciudad, especialmente en los condados de El Bronx, Queens y Brooklyn.
Este breve recorrido histórico demuestra que las comunidades se mueven en función de las presiones, necesidades y posibilidades de mejoría que se presenten. El odiado término de “gentrificación”, no implica consecuencias exclusivamente negativas, por lo que los oficiales que nos representan deben entender que sus constituyentes ya no son, ni serán de una sola etnia y por tanto, su discurso tiene que ser multicolor, para poder interpretar y viabilizar sus demandas.
Ante este incontrovertible hecho, los muy queridos: Robert Jackson y Al Taylor están compelidos a apoyar la inclusión del Distrito Histórico Cultural Dominicano de Washington Heights en el Registro Nacional de Lugares Históricos. No importa lo que pase, los dominicanos queremos que marchen con nosotros, como siempre ha sido.
Razones
Varias son las razones existentes para justificar este reconocimiento a sus aliados de siempre; veamos algunos de ellos:
1. Porque es un acto de justicia
2. Porque los dominicanos son constituyentes de ambos legisladores
3. Porque el porcentaje de dominicanos en Washington Heights lo explica
4. Porque el proceso ya es irreversible, por la realidad política de Nueva York
5. Porque no es un hecho aislado; hoy existen mas de 80,000 distritos registrados y
6. Porque los dominicanos somos parte importante de la historia y la cultura del distrito
Por demás, desconocer el peso específico nuestro en Washington Heights es una aventura que afectará, eventualmente, las posibilidades políticas futuras de cualquier postulante en Distrito Histórico Dominicano de Nueva York.
¡Vivimos, seguiremos disparando!
jpm-am