La reciente encuesta de Penn, Shoen & Berland

A la firma encuestadora Penn, Shoen & Berland la tenía en el mismo rango de credibilidad y de fe pública que le tengo a la Gallup-Hoy y Asisa; pero después de la publicación de su más reciente (mayo-13/2014) estudio de campo sobre preferencia electoral y posicionamiento de candidatura, tal crédito-reputación, se fue a la porra. Lo primer que aunque el ex presidente Leonel Fernández aparece encabezando la muestra de marras, no deja de inferirse -a simple lógica-, el dato, como un señuelo que rápido se evapora si observamos dos sospechas: Miguel Vargas no gana en ningún escenario y Reinaldo le gana a Vargas, pero curiosamente, empata “técnicamente” con Hipólito y Abinader. Mientras que, en el caso de Francisco Javier, pierde de Hipólito y de Abinader, pero le ganaría a Miguel Vargas (el chico malo o candidato chochueca de la muestra). En otras palabras, que el binomio (o siamés) Hipólito-Abinader esfuma las siglas-franquicia del PRD. ¡Vaya conjuro! Aquí habría que examinar si con esta muestra increíble de Penn, Shoen & Berland no se estaría cumpliendo con una apreciación muy particular o sui géneris de un caro amigo, en el sentido de que, las firmas encuestadoras, en cada proceso político-electoral, también -como los candidatos u aspirantes- hacen su ruta: que empiezan especulando, luego, se aproximan a la realidad; y finalmente, aterrizan en ella (la realidad) para salvar su crédito-reputación. Si resultase así, ojalá que, para la segunda fase, le quede cliente-crédito público. Pero lo peor, según el caro amigo, sucede cuando un político, cualquiera, compra y cree (aunque sea en su imaginación) semejante espejismo. Contrario, si a sabiendas de ello, la explota como estrategia de “percepción pública” y radicalización de sus cuadros-simpatizantes, entonces, no estaría mal porque con capital que otro invirtió –nunca ingenuamente- engorda y perfila su oferta. Sin embargo, casi siempre no es eso lo que se percibe en la opinión, recepción u reacciones de quienes resultan favorecidos (y en este caso, no ha sido la excepción, porque algunos ya se la creyeron). En tal sentido, y por la experiencia y manejo del ex presidente Leonel Fernández en materia de estudios sobre preferencias electorales, posicionamiento de candidaturas y percepción pública, estoy casi seguro que, en su caso -y aún encabezándola-, tomará esta muestra-halago con pinzas y suspicacia. Pero, ¿cuál es mi neófita lectura-inferencia de la insólita muestra? Sencillo, con ella se infiere, primer Pretender oficializar (o polarizar sutilmente) dos candidaturas: la de Hipólito y la de Leonel; segundo, desaparecer, como por arte de magia, a Miguel Vargas del mapa político-electoral; y tercero, se alimenta y exagera –por lo menos, en esta fase del proceso- los números de algunos aspirantes para estimular competencia y desafíos. Esas tres proyecciones (todas válidas desde la perspectiva de la Convergencia) que arroja el estudio de marras, más que aprehensión técnica-científica, afloran -a vuelo de pájaro- como objetitos políticos-electorales a corto y a largo plazo. O más sencillo y por inferencia: se perfila un interés político-electoral de inducción en el campo del otro (en este caso del PLD). Y finalmente, sobra-flota esta pregunta: si Miguel Vargas desapareció como candidato-opción, ¿a dónde diablo fue a parar el PRSC y sus otrora aspirantes? Tal respuesta –infiero yo- podría estar en el diseño político-hermenéutico de la muestra, o quizás –quién sabe-, en los sacrosantos-estratégicos intereses periodísticos del grupo que oficialmente divulgó el susodicho estudio. Por supuesto, el clásico mito de simple “opinión pública”.

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