La realidad social de Verón-Punta Cana

En estos días, mientras admiramos las impresionantes playas y resorts de Punta Cana, es fácil perder de vista una realidad que ha sido ignorada durante demasiado tiempo: la situación social y psicológica de muchos de nuestros vecinos en Verón-Punta Cana.

No podemos permitirnos seguir ignorando este problema. Cada proyecto turístico que se desarrolla en esta zona tiende a centrarse en los beneficios económicos que aporta, en lugar de considerar el impacto social que tiene en la comunidad local. Es hora de que cambiemos nuestra perspectiva y comencemos a tomar en cuenta los aspectos sociales y culturales de nuestro desarrollo turístico.

Demasiado a menudo, los promotores de proyectos turísticos solo hablan de los empleos que crearán, pero rara vez mencionan cómo beneficiarán a la comunidad local en su conjunto. ¿Dónde está la preocupación por la calidad de vida de los residentes? ¿Dónde está la consideración por la cultura local y las tradiciones?

Es hora de cambiar nuestra forma de pensar y abordar estos proyectos. No podemos continuar enfocándonos exclusivamente en los aspectos económicos, ignorando por completo su impacto en el entorno social y ambiental. El auge del turismo en esta región ha llevado a un rápido desarrollo de proyectos hoteleros e inmobiliarios. Si bien esto ha generado empleos y riqueza económica, parece que hemos perdido de vista un aspecto crítico: el impacto social de este desarrollo.

La vida en sectores como Don Polo, Cristinita, Villa la Fe o Friusa ha cambiado dramáticamente debido a la expansión turística. Pero no se trata solo de empleo, se trata de calidad de vida. Es esencial que mejoremos la calidad de los empleos que se generan en la industria para asegurar la supervivencia de nuestros vecinos.

Ya no podemos permitirnos seguir con el mismo enfoque de siempre, que solo busca la expansión y la ganancia rápida. Necesitamos un cambio en la forma en que abordamos el turismo en Verón-Punta Cana. Debemos considerar la cultura local, las tradiciones, la calidad de vida de los residentes y las dinámicas sociales en nuestras decisiones.

La falta de atención a estas necesidades básicas de los individuos tiene consecuencias graves. Muchos de nuestros vecinos se sienten aislados y desconectados de su propia comunidad. Esta falta de pertenencia a menudo se traduce en problemas de salud mental, como estrés, ansiedad, depresión y baja autoestima.

Los efectos negativos se extienden incluso a nuestros niños, quienes enfrentan retrasos en su desarrollo debido a la falta de acceso a necesidades básicas. La desesperanza se cierne sobre muchos de ellos.

No podemos seguir adelante como si no pasara nada. Es hora de que abordemos estos problemas de frente. Debemos considerar las necesidades básicas de nuestros residentes y trabajar para mejorar su bienestar y calidad de vida.

Nuestra comunidad merece más que ser simplemente un destino turístico. Debemos esforzarnos por ser una comunidad unida y saludable en todos los sentidos. Es hora de que pongamos a las personas en el centro de nuestro desarrollo, y no solo las ganancias económicas. Si no lo hacemos, estaremos socavando nuestro propio futuro.

Si no actuamos ahora, estaremos perpetuando los mismos problemas en lugar de buscar soluciones. Es hora de ser conscientes de la crisis social que se avecina y tomar medidas antes de que sea demasiado tarde. El futuro de Verón-Punta Cana depende de ello. ¡Es hora de actuar!

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