La presión fiscal de paridad (OPINION)

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EL AUTOR es economista. Reside en Santo Domingo.

Hace muchos años, en el norte de Europa, vivían cinco familias en un pueblo llamado Paradis. Cada familia se provocaba su propio sustento en alimento y ropa, y las casas para cada nueva familia se las construía la colectividad como aporte gratuito. Algo muy importante, no había Gobierno a quien pagar impuestos por lo que, obviamente, no había corrupción administrativa. Las decisiones colectivas las tomaba un Consejo de Notables elegido democráticamente por todos los mayores de edad.

Con el tiempo esta sociedad creció, y de quince niños que tenían pasaron a cincuenta. Por lo que a los Pedersen se les ocurrió la idea brillante de fundar una escuela –que llamaron Estado- para la colectividad. Antes no se aprovechaban las denominadas economías de escala. Con el Estado seguramente se lograban mejores resultados con menor cantidad de recursos que haciendo lo mismo cada quien, por su lado, individualmente.

Empezó a operar y desarrollarse el Estado con muy buen éxito. Niños y jóvenes estaban contentos. Socializaban, se divertían y aprendían mucho. Los padres también muy satisfechos, la educación de sus hijos era de muy buena calidad. Por supuesto, aquello no era gratis –nada lo es en la vida-, al Estado pagaban el equivalente al veinticinco por ciento de sus ingresos en impuestos. Pero valía la pena…

Cundo esto sucedía en el norte de Europa, lo mismo acontecía en una pequeña isla del Caribe. Cinco familias se enfrentaban a la decisión de educar a sus hijos en la casa o fundar un Estado. La lógica, el sentido común se impone: es más eficiente la alternativa colectiva, hay muchas cosas en la vida económica en que la alternativa social es más conveniente colectivamente que la individual.

Estas familias también deciden instalar una escuela para proporcionar educación a sus hijos para lo que le liquidan al Estado el equivalente al veinte por ciento de sus ingresos en impuestos. No hay nada gratis en la vida, ya lo dijimos, pero aquí se paga menos que en Europa… aparentemente.

Sucede que aquí José Político se aprovecha del paso del sistema individual al sistema colectivo. Se instala la escuela e inicialmente todo marcha a la perfección. Pero con el tiempo las cosas empiezan a dañarse. José Político empieza a no acudir a su trabajo y a nombrar a sus familiares que sólo van a cobrar el cheque. A nombrar familiares, allegados y copartidarios. Se aumentan el sueldo sin restricciones. Sin supervisión, los profesores tampoco van a impartir clases. Se contratan profesores sin vocación e irresponsables. El encargado de compras empieza a comprar a sobre precio a cambio de una comisión. El encargado de suministro empieza a robar materiales. Los empleados administrativos falsean los registros contables y los indicadores de rendimiento… Los muchachos hacen lo que les viene en ganas, al poco tiempo caen en el último lugar en las encuestas de PISA internacional. Cuando se agotan los recursos tributarios, José Político coge todos los préstamos que puede encontrar, internamente y en el exterior. Préstamos sin propósito de utilidad social, sin control, sin límites…

Eventualmente los padres tienen que retirar a sus hijos de la escuela del Estado e ingresarlos en una privada. Mientras tanto, José Político ya se engulló (¿y cómo no?) el presupuesto público por lo que exige a las familias más impuestos. Contrata a Andrés Sofista (le dicen Harvard) para que convenza a la población de que la “presión fiscal” es baja en el país comparado con Europa. Veinte en el país, veinticinco en Paradis.

¿Baja la presión fiscal? Presión fiscal se denomina a la relación entre los ingresos tributarios y el Producto Interno Bruto (PIB). Si los impuestos son de $20 (independientemente de la moneda) y el PIB de $100, pues la presión fiscal es del 20/100 = 20% Vistas así las cosas pues claramente la presión fiscal en el país es menor que en Paradis, 20% vs. 25% Pero esto es una comparación nominal. Superficial, espuria, engañosa, de esas cosas con que se goza Harvard.

La pregunta de fondo es: ¿para qué la población paga impuestos? ¿Para que José Político viva como un jeque árabe? ¿Para que haga lo que le de su gana, regale dinero público (porque no es dinero de su empresa o de su fortuna) a su familia, sus allegados y sus copartidarios? ¿Para que beba vino, haga fiestas y salga de viajes?

De ninguna manera, la población paga impuestos en la expectativa de que va recibir a cambio bienes y servicios públicos por un monto equivalente. Los impuestos no son un regalo de la población a los políticos sino el pago adelantado de bienes y servicios. Obviamente, un comercio en que el comprador tiene pocos recursos coercitivos frente al vendedor. De ser de otra forma, las cosas sucedieran de muy diferente manera.

El punto es que Harvard hace mal las comparaciones. Para que la comparación haga sentido tenemos que calcular el gasto total que hace el ciudadano para recibir el bien o el servicio que en principio justifica el cobro y el pago de impuestos. Si en esta isla del Caribe el ciudadano paga el 20% de su ingreso en impuestos a cambio de lo que no recibe nada. Y para conseguir la educación que desea para sus hijos tiene que pagar otro 20% de su ingreso, la presión fiscal –que apellidamos “de paridad”- es del 20% + 20% = 40% Ahora sí se pueden hacer las comparaciones internacionales, de donde, ahora, resulta patente que la presión fiscal (de paridad) en el país es más alta que en Europa, 40% frente a 25%

Es más, demos a Harvard una idea del índice de presión fiscal de paridad. En Dinamarca, la presión fiscal (nominal) es de 47% y la percepción de la corrupción de 90% (100% es honestidad total en la administración pública). En la República Dominicana, la presión fiscal nominal es de 15% y la percepción de la corrupción del 32%. Simplemente sumemos para los dos países la presión fiscal nominal y el defecto del índice de corrupción (100% – el índice de percepción de la corrupción) Esto nos arroja, Dinamarca: 47% + 10% = 57% República Dominicana, 15% + 68% = 83% ¿Dónde es que la presión fiscal es baja?

jpm-am

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Antonio Ro
Antonio Ro
6 meses hace

los llamados impuestos en gran parte van a parar a los bolsillos de la clase dirigente y en mayor o menor escala sucede en todo el mundo. metaforicamente hablando el artí**** es muy interesante y bien escrito.