La necesidad de un Cristo o Mesías
La humanidad desde el principio ha reflejado una serie de conductas que han impedido la unificación o trato inánime de ella. Adán y Eva, en el jardín de Edén, actuaron con diferencia, a tal grado que, Adán culpa a Eva de que ella le dio del fruto prohibido y él comió, pero a la vez, ella culpa a la serpiente de que fue que ella le engañó; ambos buscaban su inocencia ante Dios, pero en efecto ellos comieron, desobedeciendo así la orden que Dios les había dado.
El mandamiento de la prohibición había sido dada a Adán, sin duda que, Eva la recibió de segunda mano, es decir de Adán. En ese sentido ella desobedeció a su marido, y el marido a Dios. Por eso, Dios dice «por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer y comiste del árbol del cual te mandé que no comieras»… No se pusieron de acuerdo, pues el pecado los dividió.
Caín hermano de Abel, le mató. Esta división de la humanidad ha continuado hasta la actualidad. El hombre contra el hombre, la mujer contra la mujer; todos contra todos. Eso refleja que el ser humano no actúa por sí mismo, sino bajo la influencia de una fuerza contraria, a la cual los cristianos llamamos Satanás. Este ha engañado a la humanidad, a través del pecado.
Ante la realidad reinante en toda la historia de la humanidad, Dios debía hacer algo a favor del hombre y desatenderse por la desobediencia e incredulidad de ella. De ahí que, Dios decidió enviar un Salvador, que solucionara el problema de la compra hecha por el diablo, ofreciéndole deseos que Dios no quería que el hombre practicara.
Como toda la humanidad se había pecado, se requería un Mesías que diera solución a la crisis, por tanto, Jesucristo vino al mundo para salvar a la humanidad del pecado, de la consecuencia del pecado: de Satanás y de la muerte y de un castigo eterno. Por eso, se necesitaba que viniera un Cristo a Salvar a la humanidad perdida.
Sin embargo, la grandeza de Dios, se fundamenta en el amor y la libertad. Por amor envió a Jesús para salvarnos, y por la libertad, deja en manos del hombre tomar la decisión si quiere salvarse o no. Esta realidad la vemos reflejada en las dos posiciones que existen, de cristianos y no cristianos. Por lo tanto, usted es el único culpable de su eternidad.
Asimismo, se debe considerar que era necesario que viniera un Cristo, porque la lucha era desigual, el hombre contra Satanás. Dos naturalezas diferentes; una de ellas ya está condenada y la otra tiene oportunidad de salvarse. Dios ama a los humanos, por lo que, les da la oportunidad de decidir creer en su Cristo y alcanzar el perdón de pecado y la justificación ante Dios Padre.
La necesidad de un Cristo, es real y personal. Dios no salva colectivamente, sino individualmente. Las iglesias no salvan, están formadas por los salvados. Decir soy de una iglesia no quiere decir que está salvo, mas ser salvo es pertenecer a la iglesia del Señor. Jesús dijo: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. el que creyere y fuere bautizado será salvo; mas el que no creyere será condenado» Mr. 16:15, 16.
Hoy hay un Cristo, creído por millones de personas en el mundo, lquieness son salvados y tienen la responsabilidad de hacer la voluntad de Dios. «Porque de tal manera amó Dios al mundo queha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en el cree no se pierda, más tenga vida eterna» Jn. 3:16.
JPM

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