La madre de las resurrecciones
Desde el punto de vista del materialismo, la resurrección es algo imposible, ya que se fundamenta en que la materia se transforma, en este caso en tierra y así permanecerá. Lo cual parecería lógico, sino existiera el espíritu en el hombre. Salomón escribió: «y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio» Ecl. 12:7.
Resucitar es volver a la vida, es dar vida a alguien quien murió y vuelve a vivir. La existencia humana, sin resurrección sería lastimosa y sin sentido; vivir y dejar de vivir para siempre. Sin embargo, la resurrección es una esperanza viva, cierta y divina para el hombre. Se puede decir que la resurrección es una bendición que Dios concede al ser humano, como gracia: Volver a vivir y ahora para siempre.
El hombre como dicotomía, espíritu y cuerpo, es una entidad indivisible por sí misma. De ahí que, es Dios quien determina la muerte, la cual se efectúa con la separación momentánea del cuerpo y del espíritu. Un ejemplo, lo fue Jesucristo, quien estando crucificado murió, dejando el cuerpo en la cruz y entregando el espíritu al Padre, como está escrito: «Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró» Lc. 23:46.
Si Dios no hubiese considerado que el pecado fue involuntario en el caso de Eva y de Adán, la resurrección no hubiese existido. Pero, Dios responsabilizó a Satanás de haber hecho que ellos pecaran. En consecuencia, no culpó del todo a los humanos, por lo que se planteó una salida para el hombre, que fue enviar a Jesucristo, para solucionar el problema del pecado y de la muerte.
Con la muerte y resurrección de Jesucristo demostró poder sobre la muerte, evidenciando que él es la vida y la resurrección, como él mismo se definió delante de Marta la hermana de Lázaro, diciendo: «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? Jn. 11:25, 26.
Todo ser humano tiene el privilegio de que su cuerpo y espíritu no permanecerán separados para siempre, después de morir. Porque habrá resurrección para todos. Jesucristo dijo: «No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida, mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación» Jn. 5:28, 29.
Ante tal expectativa, se requiere que el hombre sepa vivir su vida, de una manera consciente, razonable y dependiente del Ser que le dio origen. Habrá que dar cuenta ante Dios de todo lo que hayamos hecho sea bueno o sea malo, como lo escribió el apóstol Pablo: «Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo» 2 Co. 5:10.
Como todos somos pecadores, se esperaría que todos saldremos a resurrección de condenación; pero la gracia de Dios en Cristo, ha dado una promesa de salvación ante el castigo eterno, dándonos por la fe y gracia de Cristo, una vida eterna. Pablo escribió: «Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro» Rom. 6:23.
¿Cómo conseguir la resurrección para vida eterna? Poniendo nuestra fe en Jesucristo, para que habiéndonos arrepentidos de nuestros pecados, en el momento del bautismo, Dios perdone los pecados, mediante la sangre de Cristo, la cual fue derramada estando él en la cruz. Está escrito: «Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo» Hc. 2: 38.
jpm-am