La independencia como Separación
Dominique Georges Pradt, en su obra De Las Colonias y de la Revolución actual de América (editado en 1821), examina varias maneras de emancipación de una colonia de su metrópoli. La última que refiere, y que no recomienda, es la que se caracteriza por el paso de la dominación europea a la población extranjera transportada por los propios colonos. Es el caso de Saint-Domingue, que alcanzó su independencia el 1ro de enero de 1804.
Pradt, íntimo amigo de Napoleón y ex arzobispo de Malinas, percibió la independencia de Haití como una consecuencia natural de su libertad individual, observación que no debe perderse de vista. El esclavo necesita más de la independencia que el colono europeo, cuyos males no pasan de las relaciones políticas o comerciales de la dependencia colonial.
El negro haitiano fundó su libertad en la soberanía de su nación. Por eso desde Toussaint vio en la ocupación del Este la garantía de su independencia, y hasta el reconocimiento de ella por Francia en 1825, vivió en pie de guerra a espera de una invasión ultramarina sobre todo después del Congreso de Viena, de 1815 que aprobó la tesis legitimista de Metternich o de Tailleyrand, a saber, que las potencias de la Santa Alianza sólo reconocían como legítimos los gobiernos monárquicos tradicionales anteriores a la Revolución Francesa, precisamente un año después de la llegada de Boyer a la antigua parte española, las potencias aliadas enviaban a España cien mil soldados (Los Cien, Mil hijos de San Luis), a destruir el régimen reinstalado por la revolución de Riego en 1820, y a restituir el absolutismo monárquico de Fernando VII, como en efecto sucedió.

De Pradt señalaba como una de las causas de independencia: el abandono de la colonia por la metrópoli y la separación real para dedicarse a la guerra contra otras naciones europeas. Por ello no «ha podido abastecerse, ni contenerlas»
El autor, además, veía la independencia como un fenómeno inexorable e inevitable y que «pretender impedirlo sería como pretender detener a los hombres en aquella marcha progresiva, que conduce a la virilidad y en todas las consecuencias que ésta lleva consigo»
Si se estudia la Declaratoria de Independencia, de Núñez de Cáceres, del 1ro de Diciembre de 1821 se verá fácilmente la influencia de la obra de Pradt, y las ideas pactistas de John Locke, en sus Ensayos Sobre el Gobierno Civil y Declaración de Independencia de los Estados Unidos.
Núñez de Cáceres insertó a nuestro país al proceso emancipador americano que se inició con la Independencia de Estados Unidos en 1776, continuó con las de Haití en 1804 y concluyó con la de Panamá en 1903. Su proyecto: el Estado. Independiente de Haití Español apenas duró nueve semanas. Por el mismo nos uníamos a la Gran Colombia, conforme al pensamiento de Bolívar de emancipar y unir a los países hispanoamericanos y también a la tendencia a la unión en Centroamérica, como se mostró en los días precedentes al primero de diciembre de 1821, cuando las antiguas Provincias Centroamericanas, se enlazaron en una confederación, excepto Guatemala que se integró, hasta el 1823, al Imperio Mexicano de Iturbide, y El Salvador que quiso marchar solo fuera del marco Hispanoamericano, esa tendencia se percibe en las trece colonias de Norteamérica y en el propio Haití, cuando el Norte se integró al Sur bajo la égida de Boyer.
Con Núñez de Cáceres el país alcanzó su emancipación. Además de la Declaratoria de Independencia, estableció un gobierno provisional y organizó al Estado conforme al Acta Constitutiva. Sólo contó con el apoyo de una fracción de la pequeña burguesía emergente. Su proyecto fue rechazado por los grandes propietarios hateros latifundistas radicalmente hispanófilos, así también, por la pequeña burguesía cibaeña cosechera de tabaco y comerciantes que veía más beneficioso a sus intereses la unión a Haiti por el activo comercio que llevaba con el Sur de los Estados Unidos y con Inglaterra; y los negros y mulatos a causa de que la Ley Fundamental del naciente Estado no abolió la esclavitud.
La promesa de libertad y tierras para las masas negras y mulatas y las probabilidades de amplitud de mercado para la pequeña burguesía mercantil y cosechera de tabaco despertó sus simpatías hacia Boyer, quien aprovechó la coyuntura, para presentarse con la imagen de pacificador y benefactor que proyectaba desde la unión del Sur con el Norte de Haití. Con su entrada al Este se produjo un pacto de asociación o de unión entre ambas partes.
En el Manifiesto del 16/1/1844, llamado certeramente por Emilio Rodriguez Demorizi El Acta de Separación Dominicana, se revela que entre Haití y Santo Domingo Español, hubo un pacto de asociación que aquél no cumplió. El mismo documento señala un memorial de agravios en las últimas líneas del párrafo segundo.
Veinte y dos años ha que destituidos todos los pueblos de sus derechos, se les privó violentamente de aquellos beneficios a que eran acreedores, si se les consideraba como partes agregadas a la República, y poco faltó para que les hubiese hecho perder hasta el deseo de librarse de tan humillante esclavitud!
En el párrafo 17 la misma idea del pacto de asociación se manifiesta con más claridad:
Si la parte del Este se consideraba, como incorporada voluntariamente a la República Haitiana, debía gozar de los mismos beneficios que aquellos a quienes se había unido, y si en virtud de esa unión estamos obligados a sostener su integridad, ella lo estaba por su parte a darnos los medios de cumplirla; faltó a ellos, violando nuestros derechos, nosotros a la obligación. Si se consideraba como sujeta a la República entonces con mayor razón debía gozar sin restricciones de todos los derechos y prerrogativas que se habían pactado o se le habían prometido (cursivas mías F.P.M.)…
Más adelante se lee en el documento: Los pueblos de la parte antes española de la Isla de Santo Domingo, insatisfechos de que en veinte y dos años de agregación a la República Haitiana han podido sacar ventaja… (cursivas mías F.P.M.)
Esto es por la violación del pacto por los haitianos, y en consecuencia, los dominicanos se separan de Haiti y reasumen su soberanía. Así en estas palabras está la idea pactista del iusnaturalismo de Samuel Puffdendor, y del contractualismo de Juan Jacobo Russeau. La idea de la Separación se reitera varias veces en el documento. También en los pronunciamientos de adhesión de los pueblos. Los mismos son fechados con las palabras Separación «1ro de la (es decir 1844). Algunos terminan con éstas frases:
«Separación de los haitianos, o la muerte»
La idea de la Independencia como Separación se advierte, también en la proclama de Santana del 27/11/1854: «Separación o muramos, y esta palabra mágica, vibró eléctricamente en el corazón de todo el pueblo de la parte Española…» (10). Dos años más tarde, La Gaceta del Gobierno de 4/III/1856 reseñando las festividades del 27 de Febrero recuerda que en esta fecha» se solemnizó el aniversario de nuestra Separación.
De suerte que la idea de la Separación reconoce el hecho emancipador de Núñez de Cáceres quebrado ante el peso de las circunstancias políticas y sociales que llevan a la unión del Este con Haití, hasta el 1844 en que se recupera la soberanía.
Esto se revela, también, hasta en el nombre de los nacionales, que remite a la nominación del proyecto del caudillo de 1821, a saber, Estado Independiente de Español. En el pronunciamiento de Moca se les llama «Haitianos Españoles» denominación que se repite más veces. En el editorial de La Gaceta del Gobierno, del 1ro de abril 1856 se reconoce el hecho de Núñez de Cáceres, al decir:
…nuestra Independencia fue declarada en el año de 1821″, pero reconoce, además Que «aquella nacionalidad desapareció. Y renació en 1844».
Años más tarde Alejandro Angulo Guridi analizando la acción de Núñez de Cáceres en 1821, consideró que cometió el error de no haberse puesto antes de acuerdo con Bolívar y de no haber abolido la esclavitud, y, sin embargo, valora el proyecto de aquel líder a quien calificó» de patriota puro». Y esperaba que los historiadores le harán la justicia de decir:
erró, pero de todos modos su memoria debe ser respetada, no sólo por la acrisolada honradez de toda su vida, sino porque a él, a su sublime delirio, debe el pueblo dominicano la independencia y libertad de que disfruta.
De ahí observa, en una visión historicista, que la Independencia es un proceso iniciado por Núñez de Cáceres de carácter e indetenible, como lo demostró la eclosión revolucionaria de Capotillo y el triunfo de las fuerzas restauradoras. Es lo que se deduce, pues su «Examen Crítico» lo escribió en 1864 en el periódico El Constitucional, de Caracas, Venezuela.
jpm