La fiebre por el consumo y su impacto ambiental

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El autor reside en Santo Domingo

Por VÍCTOR DE LOS SANTOS 

El consumismo se ha convertido en una de las cadenas invisibles más poderosas de la vida moderna. Como advierte el catedrático de Yale Jiang Xueqin, hoy “compramos cosas que no necesitamos con dinero que no tenemos para impresionar a gente que no nos gusta”.

Esta paradoja describe con crudeza una realidad que afecta no solo a nuestros bolsillos y emociones, sino también a los ecosistemas que sostienen la vida en el planeta. 

El espejismo de la abundancia 

En sociedades cada vez más orientadas a la apariencia, el valor de una persona suele medirse por lo que posee. La moda, la publicidad y las redes sociales refuerzan un ciclo interminable de deseos y acumulación.

Sin embargo, cada objeto adquirido tiene detrás un precio oculto: el costo ambiental de extraer materiales, fabricar, transportar y, finalmente, desechar productos que muchas veces apenas se usan.

El modelo actual de consumo masivo descansa en la explotación intensiva de los recursos naturales: 

Minería y extracción

Para fabricar celulares, tabletas y vehículos eléctricos se requieren metales como litio, coltán y otros, cuya extracción degrada ecosistemas completos y consume enormes volúmenes de agua. 

Industria textil

La moda rápida produce toneladas de ropa barata, con un ciclo de vida muy corto. Se calcula que esta industria es responsable de hasta un 10 % de las emisiones globales de carbono. 

Plásticos desechables

Botellas, fundas y empaques de un solo uso inundan calles, ríos y costas. En la República Dominicana, gran parte de estos residuos terminan en cañadas y desembocan en el Mar Caribe. 

Residuos electrónicos

Cada año reemplazamos millones de equipos electrónicos. Muchos terminan como basura tóxica en vertederos a cielo abierto, contaminando suelos y aguas subterráneas. 

Un círculo vicioso

La fiebre por el consumo no solo impacta al medio ambiente, también erosiona la calidad de vida. Pese a que acumulamos más bienes que nunca, prevalecen la ansiedad y la insatisfacción. El consumo se convierte en una válvula de escape emocional que nunca logra llenar el vacío. Mientras tanto, el planeta paga una factura muy alta: deforestación, pérdida de biodiversidad, contaminación y cambio climático.

Romper las cadenas

La salida no está en renunciar al bienestar, sino en redefinirlo. Para liberarnos de la esclavitud consumista necesitamos educación ambiental que nos ayude a:

–          Reconocer la huella ecológica detrás de cada compra.

–          Promover hábitos de reparación, reutilización y reciclaje.

–          Optar por productos locales y duraderos en lugar de lo desechable e importado.

–          Entender que consumir responsablemente es también un acto de ciudadanía.

Un llamado urgente

Como advirtió Johan Rockström y su equipo del Centro de Resiliencia de Estocolmo, la humanidad ya ha sobrepasado varios de los límites planetarios que garantizan la estabilidad del planeta: el clima, la biodiversidad y los ciclos biogeoquímicos muestran señales de colapso. Estos límites representan la “zona segura de operación” para la vida en el planeta, y cruzarlos implica poner en riesgo la capacidad de los ecosistemas para sostenernos. En este sentido, reducir el consumo desmedido y transitar hacia estilos de vida sostenibles no es solo una opción ética, sino una necesidad urgente para mantenernos dentro de los márgenes que aseguran nuestro propio futuro como especie.

Cambiar de rumbo es posible y necesario, pero debe ser ahora. Tengamos presente que el verdadero progreso no se mide por la cantidad de cosas que poseemos, sino por la capacidad de vivir en equilibrio con el entorno. En un país insular como el nuestro, donde los ecosistemas costeros, los bosques y las fuentes de agua son vitales para el bienestar colectivo, apostar por una cultura de consumo consciente es también una apuesta por la supervivencia.

La educación ambiental debe convertirse en el antídoto que nos ayude a ver más allá de las vitrinas y los anuncios. Solo así podremos construir un futuro en el que la prosperidad no dependa de lo que compramos, sino de lo que conservamos.

jpm-am

 

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sanchosinp
sanchosinp
2 meses hace

30 dolares porque no aplica? que tu hace claro, aplicar. y vas a otra tienda y es lo mismo, y sin darle cuenta tiene 3-4 tarjetas en un mes. y ahora compra sin dinero y asi gasta mas y mas y cuando te dan la tarjeta de amazon y ahi es que te chupa un pato porque siempre tiene algo que comprar, ayer me regaloron un par de cackatiel, y el regalo me ha salido por mas de 200 dolares, la jaula, la comida, los bebederos, un vacuum para callarle la boca

sanchosinp
sanchosinp
2 meses hace
Responder a  sanchosinp

a mi mujer, y ahora un comedero donde no tiran la comida al piso, y todo fiao en amazon. pero cuando tu consume lo que tiene es que pagar lo ante posible para que los intereses no acaben contigo. El consumismo tiene su pro y su contra, la gente muchas veces se embriaga comprando y despues no tiene con que pagar pero otro son responsables y consumen hasta un limite y lo pro es que ayuda a la economia del pais. Pero bueno, otros no consumen pero se los dan a las chapiadoras, otros lo juegan en los casinos y… Leer mas »

sanchosinp
sanchosinp
2 meses hace

Amigo el consumismo no lo nadie y no es para echarle vaina a nadie, es que en la sociedad en que vivimos, mientras mas ingreso tiene mas consumo, y el sistema te lleva a consumir mas aunque usted no lo crea. Ejemplo vas a Macy’s a gastarte 100 dolares cuando vas a pagar te dicen usted tiene la tarjeta de nuestra tienda, no sra. mire le damos 20% si la saca y 10% por la compra y un copon de 10% para la proxima compra, osea que te economisa.

Eddy valen
Eddy valen
2 meses hace

Excelente si desperdicio