La economía familiar en el olvido

En
lo que la vida cotidiana de la República Dominicana se desenvuelve en dimes y
diretes acerca de asuntos macros en el orden, económico, político y social, las
autoridades nacionales se olvidan de la vida micro en lo atinente al bajo
presupuesto de efectivo o caja con el que tiene que desenvolverse el ciudadano
común, el ciudadano de a pie, el chiripero, el joven sin trabajo y sin futuro,
el de poco o ningún ingreso al mes, el de poco o ningún acceso a la salubridad,
educación, a las tres comidas diarias, a una vivienda digna, al agua potable,
energía eléctrica, en fin, el marginado o huérfano de mejor suerte.

Recientemente, las autoridades monetarias y
financieras de la nación sostuvieron un ameno y preocupante encuentro con la Asociación
de Bancos de la República Dominicana en el que pasaron revista a la situación
macroeconómica del país, entiéndase: crecimiento del Producto Interno Bruto
(PIB), índice de precio al consumidor, carteras de créditos corporativos, tasas
de intereses, reservas internacionales, balanza de pagos, crecimiento de los
activos financieros, depósitos, entre otros aspectos.

Aunque la macroeconomía depende de la micro y
viceversa, las autoridades no se preocupan por el estado de miseria y abandono
por el cual atraviesa el pueblo humilde, pues la producción no depende la
oferta sino de la demanda y si esta relación no se da, por ende no disminuye el
desempleo ni aumenta la inversión.

Hoy la población sencilla o común se enfrenta a una
vida azarosa, sin esperanza, sin norte, llena de enfermedades, a una vida
totalmente excluyente sin que nadie salga en su defensa.

“A medida que el ser humano satisface sus necesidades
básicas aspira alcanzar necesidades más elevadas”, (Pirámide social de Abraham Maslow:
Teoría de las necesidades o motivaciones humanas, 1943), pero quienes están llamados
a satisfacer estas necesidades nada hacen en consecuencia, primando las expresiones que dicen: “Que Dios
reparta suerte” y “Sálvese quien pueda”.

El incursionar en la vida de intrincados barrios,
calles, sectores, campos, pueblos, comunidades marginadas o viviendas pobres,
es motivo de tristeza, desesperación, llanto, desilusión, pérdida de esperanza,
fe y frustración.

El ver como un ser humano se debate en un submundo en
el cual le han negado casi todo, hasta el extremo de negársele el derecho de
nacer o vivir decentemente.

Sin que se le dé línea de prensa, muchas familias en
pleno siglo veinte viven en la nación dominicana, alejada de la civilización,
de los derechos humanos que les corresponde disfrutar, porque la riqueza de la
nación dominicana está mal distribuida y porque gran parte del 4.1 o 5.4% del
Producto Interno Bruto solo se queda en manos de los más poderosos o de unos
pocos privilegiados.

La lucha del hombre por el hombre, el predominio del
más fuerte sobre el más débil, sin que haya sensibilidad humana. Todos los
valores se han invertido donde solo reina el bienestar de unos pocos sobre la
desgracia de la mayoría.

Las autoridades se ufanan de que la macroeconomía
crece pero el crecimiento no llega a la base de la pirámide o al nivel más bajo
donde no hay poder de compra, donde todo es más caro y donde realmente los
impuestos hacen estrago por el alto endeudamiento público que sobrepasa el
medio ciento (50%) en relación al PIB que al final se convierte en más
impuestos para contribuir con el pago la misma. Sin lugar a dudas el gobierno
no se equivoca al decir: “se hace lo que nunca se ha hecho”.

Los exiguos ingresos cuando llegan, no alcanzan para
nada, dando lugar al crecimiento del hambre, insalubridad, prostitución de hombres
y mujeres, delincuencia, violencia, micro -tráfico, falta de amor por la vida y
por ende amor al prójimo.

Hay preocupación por la macroeconomía, esperando que
mejore con el repunte que alcancen las economías de Estados Unidos y la Zona
Euro, pero no hay preocupación en lo inmediato por la microeconomía o economia
de los individuos, hogares y pequeñas empresas.

Se habla de mejorar el salario, disminuir el desempleo
y mejorar la calidad laboral pero todo se queda en teoría o poesía al extremo
de que cuando mejora el salario, el aumento de los precios hace rato que ha
erosionado los pocos ingresos que percibe el pueblo.

La actividad económica se encuentra ralentizada,
muestra de ello es la poca actividad financiera privada, los bancos permanecen
vacios a menos de que no sean días de los pocos que reciben sueldos y salarios,
es decir, los días, 15, 25 y 30 de cada mes, las plazas comerciales se
encuentran desiertas, donde sus dependientes se agotan esperando la llegada de
clientes,

Así mismo los restaurantes y lugares de comida rápida
esperan por los comensales que nunca llegan, guardando la distancia, ¿será la
historia del empobrecido pueblo de Macondo, de la famosa obra Cien años de
soledad, escrita en 1967 por el laureado escritor colombiano Gabriel García Márquez?

En realidad las autoridades se olvidan de la economía
familiar y cuando se acuerdan de ella, tal como dicen muchas novelas: “ya era
demasiado tarde” o la cama del enfermo ya está vacía.

felix.felixsantana.santanagarc@gmail.com

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