Importancia de los amigos
Para cuando te caigas y no sepas como levantarte. Para la nostalgia, aquella que te inunda en cualquier momento de cierta alegría. También para los recuerdos compartidos y únicos.
Los amigos, para extender su mano siempre que la necesites. Para escuchar una y otra vez la misma historia de la que no sabes como salirte. Para soportarte aunque no tengas la razón. Y tapar tus entuertos así vayan en contra de la moral de muchos.
Los amigos, extraños hermanos que se acercaron un día y se fueron quedando en una complicidad sin banderas.
Quizás este sea un latido recurrente de mis escritos. Pero es que para mí la amistad es algo tan vital para los seres humanos que no se explica una vida más allá de la muerte sin que habite este sentimiento solidario.
Estos compañeros no son una parte integral de ti, ni tampoco podrán vivir tu vida. Ellos tienen la suya y podrán vivir lejos de ti, pero de alguna manera están pendientes de ti… cosa que tal vez tú no de ellos…
Los amigos suelen ser efímeros o eternos. Solidarios o indiferentes, interesados o desinteresados.
Quizás deba tornar este escrito para agradecer a esos amigos que han compartido mis seis décadas en esta dimensión, como un homenaje a esos momentos en donde la solidaridad nunca se cuestionó.
Creo que cada uno de nosotros escoge a sus amigos o ellos a nosotros por la forma de ser de cada cual.
Mis amigos siempre compartieron lo poco o mucho que tenían. Nunca se le reclamó a alguien por estar más jodido. Ni se le criticó o saco en cara. Lo importante era la presencia por encima de cualquier interés económico.
Pablo, Graciano, Carlos y Nicolás Mesa matos. Leonardo Morel y los Arzeno Regalado. Fueron mis primeros amigos de la infancia desde que tuve uso de razón, a los cinco años. Hoy mantenemos ese hilo aún iluminado.
Luego pasaron otros que se fueron desapareciendo con el tiempo; Danilo Fernández, Cheche, Héctor Briñez, Más adelante otros fueron llenando los espacios vacíos; Omar Amengual, Ramón Pérez (el oso), Félix Valera, Maximo Alfau. Quienes se mantienen presentes de una forma u otra a través de las décadas.
Gelo Brache, Ramón Checo, Bernardo Español y Jaime González. Amistad a toda prueba. Rafael Osorio y Orlando Reyes, a quienes conocí más tarde que el resto y quienes han demostrado una solidaridad digna de un amor desprendido.
Sergio Payares, Emilio Echeverría, Ana Oliveira, Ana Báez, Raymundo Polanco. Luis Lavera Trufero, Tiberio Castellanos, Cesar Ruiz, Roberto Guzmán, Efraím Raymundo, Mario Diez y José (pepe) López. Guías y padres.
Patricia Alberti, Soraya Laureano, Cristina García. Cómplices. Son muchos más, tantos, que olvidaré el nombre de algunos. Carlos Castillo, Rosanna Solano, Amaury Cestari.
No podemos decir que unos han sido más que otros. Todos, de una manera u otra, han formado parte de mi vida y me han dado, seguramente, más de lo que yo a ellos.
Juan Carlos (JC), Luis Manuel Campillo (chichi), su padre y primo hermano mío. Todos forman un entramado que cual red de araña terminan siendo fundamentales en mi vida.
Lina y Frank Arboleda, Manuel, Alma y Nila Obregón, Catalina Reyes, Iluminada Peña, Angie Abud. Ana Barcelona, Lissette y Gina Rodríguez. Quienes me han dado su amor y paciencia.
Seguramente que he olvidado a alguien. Pero hasta eso me perdonan mis amigos. Me quieren como yo a ellos y aunque estoy consciente que les pido más de lo que doy, al final no se trata de quien da más o menos. Al final lo que importa es que disfrutemos de esa compañía mientras sea posible.
Algunos de los mencionados ya han emigrado a las galaxias. Sin embargo, siguen presentes porque donde se da amor queda una huella perenne en “el sintiempo”.
Ana Matos, Mariana Pliego, María Victoria, Maru, landia, Danilo Rancier, Camilo Barquet, Freddy Ginebra, Richard Rohady… ¡El pipo, en que lio me metí! Amigos, tengo de sobra, espero que ustedes gocen también de muchos.
La amistad es una rama que solo se fortalece con el tiempo. Los demás, serán intenciones caídas ante la más leve tempestad. Que me perdonen los que olvide mencionar, por cierto, Glenda Galán, Vicente Dopico, Emilio Martínez.
¡Mínimo ya, para! Ok ¡salud!
jpm-am
guao ! que escrito más valiente….!!!