Hostos y la educación dominicana
Si mi vida llegara a ser importante y se justificara algún día escribir sobre ella, habría que empezar diciendo: “Nació en La Vega, República Dominicana, el 30 de junio de 1909, y volvió a nacer en San Juan de Puerto Rico a principios de 1938, cuando la lectura de los originales de Eugenio María de Hostos le permitió conocer, qué fuerzas mueven, y como las mueven, el alma de un hombre consagrado al servicio de los demás.”
Así introdujo don Juan Bosch la edición de 1976 de su obra biográfica “Hostos, el sembrador”. Eugenio María de Hostos fue un ciudadano del mundo de origen puertorriqueño que, en una de sus escalas, se aposentó en el suelo dominicano y en el período de 1879 a 1888, creó y sentó las bases de la Escuela Normal dominicana, una mística de enseñanza que luego extendió en sus cátedras en las aulas de Chile y otros países de Sudamérica durante la década de 1889 a 1899.

Hostos regresó a la República Dominicana, luego de su última jornada en la lucha por la independencia de Puerto Rico, donde pidió ser sepultado a la hora de su muerte y que sus restos nunca fueran repatriados a su tierra de origen durante esta no fuera independiente de poderes extranjeros; todavía, cumpliendo su última voluntad sus restos reposan en el Panteón Nacional dominicano.
Son muchas las personalidades dominicanas que salieron del crisol de la educación hostosiana; entre ellos se pueden distinguir las siguientes: el pensador antillano Francisco Henríquez y Carbajal, artistas como Emilio Prud’honme, compositor del Himno Nacional; ciudadanos de la talla de Félix E. Mejía, Francisco José Peynado, Rafael Justino Castillo y Rafael M. Moscoso.
Sería una imperdonable distracción no mencionar a los hermanos Max y Pedro Henríquez Ureña, también se incubaron en esa escuela el historiador Emilio Rodríguez Demorizi, los educadores Félix Evaristo Morales, Salomé Ureña de Henríquez y doña Ercilia Pepín, el estadista Joaquín Balaguer, y el biógrafo más aventajado de Hostos, el profesor Juan Bosch.
A la Feria del libro de 1993, don Juan Bosch no asistió, ni permitió que sus libros se exhibieran allí, porque estaba dedicada a la memoria de Manuel Arturo Peña Batlle, a quién él, Bosch, responsabilizaba de la eliminación de la educación normal hostosiana. El régimen de Trujillo se confabuló con la cúpula de la Iglesia Católica para eliminar una escuela que, en el pensamiento de esa iglesia había sido creada por un masón.
La última estocada a esta educación humanista e integral, que formaba ciudadanos para el mundo, se la infringió Rafael L Trujillo en 1954, cuando firmó el famoso Concordato con la Santa Sede, en el cual se le reconocen a la Iglesia Católica atribuciones y derechos sobre la educación dominicana.
Después de la muerte del tirano, la educación dominicana pasó a constituirse en un botín político; surgieron los sindicatos de maestros y las asociaciones de estudiantes, donde cada sector político buscaba mantener su supremacía en desmedro de la calidad educativa.
Hoy en día, se manejan enormes recursos económicos dentro del sector educativo, donde son designados personas sin muchos escrúpulos, que jamás tendrán el espíritu de un Eugenio María de Hostos, pero que tienen un alto instinto para los negocios en cualquiera de las áreas de necesidad del Ministerio bajo su responsabilidad.
Lamentablemente la educación dominicana se debate entre el botín político y la carroña económica para grandes y jugosos negocios.
jpm-am

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Fui profesor en EE.UU. por 22 años. La educación es laica al igual que deseaba Hostos. La Iglesia Católica y los oligarcas, como el poder político se oponen a las enseñanzas de Hostos. Si cambiamos la filosofía educativa, cambiaran los resultados educativos.
Así es. Excelente artículo. Una vez un forero comentaba lo innecesario de ciertas reformas cuando en realidad sólo había que rescatar el espíritu de la escuela hostoniana. A veces, los problemas no son de recursos. Es más bien tener un real compromiso y ética.