Haití también sangra mientras comunidad internacional mira de perfil
Por CLARA LÓPEZ GONZÁLEZ
Las revueltas populares de Ecuador y Haití tienen algo en común: su firme oposición a las recetas del Fondo Monetario Internacional, causantes de la subida de los carburantes y otras medidas no menos lesivas para las clases trabajadoras de estos países.
Pero de Haití no se habla. Ni siquiera para sugerir, como ha hecho el presidente ecuatoriano, Lenin Moreno, que detrás de las protestas en su país está Venezuela. Aunque puede que todo se ande.
El viernes 4 de octubre, en una de las mayores movilizaciones de las últimas dos semanas, miles de haitianos marcharon hacia el cuartel general de la ONU, situado cerca del Aeropuerto Internacional de Puerto Príncipe, para expresar su descontento por el apoyo del llamado Grupo Central al gobierno de Jovenal Moïse. Dicho grupo está formado por el Representante Especial de la Secretaría General de la ONU, los embajadores de Alemania, Brasil, Canadá, Francia, EEUU, y los representantes de España, la OEA y la UE. La manifestación, que fue pacífica, estuvo rodeada por una fuerte presencia militar y policial, que finalmente disparó botes de humo de forma indiscriminada contra la multitud.
Como informábamos recientemente, la chispa que prendió la última ola de movilizaciones en Haití fue la carestía de los combustibles y la subida de su precio, que ha dejado a la mayoría de la población sin acceso a los productos de primera necesidad y el transporte. Esta crisis, no obstante, es el último capítulo de una nueva serie que se inició la década pasada, con el devastador terremoto, al que siguió la ocupación militar, los abusos de las misiones de la ONU, la mano oscura de la Fundación Clinton, la aplicación de duras medidas neoliberales y recientemente el desfalco de 3.800 millones de dólares de los fondos de PetroCaribe, destinados a financiar programas sociales en el país más empobrecido de América Latina, con un desempleo por encima del 70%.
La actual movilización está en buena medida organizada en la plataforma 4G Kontre, que incluye organizaciones campesinas como MPNKP, Tèt Kole, KROSE y MPP, sindicatos, movimiento estudiantil, de mujeres, así como diversos partidos políticos, que ahora se organizan bajo el nombre de Foro Patriótico. Esta organización ha declarado desde el comienzo que la dimisión de Moïse, aunque necesaria, no es suficiente. Ellos defienden una serie de cambios estructurales en el país, que serán logrados por la propia organización y movilización popular.
En el caso de que Moïse dimita, el Foro Patriótico propone la formación de un “gobierno de transición por un período de tres años para atajar los problemas de hambre, miseria y desempleo que afecta a más del 80% de la población, y la reforma de las instituciones estatales según las necesidades de la población”.
El pueblo de Haití está dispuesto a seguir movilizándose en las calles, desafiando la brutalidad policial, hasta que no vea algún cambio significativo. Mientras tanto, no cesan de hacer llamamientos a la “comunidad internacional”, que permanece sorda e insensible a la grave crisis social, económica y política, de la que ella es, por cierto, cómplice y responsable, como saben muy bien las clases populares haitianas. Si las protestas continúan en los próximos días, veremos si la “comunidad internacional” se mantiene firme en su apoyo al protegido de Washington, el presidente Moïse.