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«Nunca me fue tan necesario como hoy el tener salud, corazón y juicio; hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la Patria» Juan Pablo Duarte.
Históricamente los habitantes del occidente de La Española nos han causado dificultades. Mucho antes del 1804, cuando obtuvieron su independencia. Las contrariedades han sido tan agudas que, en el año 1605, el entonces gobernador, Antonio de Osorio, ordenó desalojar esa parte de la isla y se las dejó a corsarios, piratas, filibusteros y bucaneros. El remedio resultó peor, más de 400 años después, numerosas invasiones, firmas de varios tratados y acuerdos incumplidos, los problemas empeoran.
En ese contexto, apelaremos al refrán: “Nunca es más oscura la noche que cuando va a amanecer”, estamos justo en ese punto. El tiro que se disparó en el pie nuestro presidente con el manejo del canal haitiano en el río Dajabón, debería ser el disparo inicial para comenzar la carrera hacia la adecuación de las tormentosas relaciones con esa nación.
Dejemos de ser los voceros internacionales de Haití. Algo que ellos no han pedido. Todo lo contrario. El enfoque debe ser de adentro hacia afuera, organicemos nuestra casa. La ONU, la OEA, especialmente Estados Unidos, Francia y Canadá, deben resolver el problema haitiano. Nosotros resolvamos los nuestros, que son muchos.
Preparemos a los diplomáticos y oficiales consulares para que adquieran la capacidad y destreza de preservar nuestras posiciones como país soberano. Dejemos de observar este conflicto de forma pecuniaria, ese ángulo solo beneficia a unos pocos.
Las cantaletas de, “Haití es nuestro segundo socio comercial”, “No podemos prescindir de ese mercado”, han quedado desmontadas con el impetuoso y extemporáneo cierre total de la frontera.
Este inaudito hecho, ha logrado algo impensable hasta ese momento, unificar al pueblo haitiano, pero, como efecto colateral, también ha empujado a nuestros productores a tratar de diversificar el mercado de exportación. Buscar, aunque tímidamente aún, nuevos nichos de negocios y entender que no pueden seguir dependiendo del minúsculo, volátil, irregular e inestable comercio con Haití. Por ejemplo, se han establecido conversaciones para posibles envíos de huevos a Cuba.
El mercado haitiano no es imprescindible. Una prueba de esto es que meses atrás el gobierno decidió suspender las exportaciones de huevos y plátanos para evitar el aumento del precio de esos artículos en el comercio local y el mundo no se acabó.
En más de una ocasión los haitianos han prohibido la entrada a varios productos dominicanos y no se ha desatado una hambruna en Haití, tampoco quiebras generalizadas a nivel nacional.
Estamos en el punto ideal para iniciar el ordenamiento de unas relaciones extremadamente traumáticas. Hasta el presidente Juan Bosch, que no fue conocido por ser belicoso, ante la afrenta de autoridades haitianas entrar a la fuerza a nuestra embajada en Puerto Príncipe en el 1963, les dio 24 horas para abandonar la sede diplomática, de lo contrario bombardearía Haití.
Debemos enfocarnos en regularizar estas problemáticas relaciones, comenzando por imponer el orden en nuestros consulados, en la inmigración ilegal. Aprovechemos que muchos ciudadanos haitianos están voluntariamente regresando a su país.
Aplicar estrictamente nuestras disposiciones laborales y multar a los que no las cumplan. Exhortar a nuestra comunidad empresarial a pagar salarios adecuados para atraer nueva vez la mano de obra nacional.
JPM
calosmccoy.es correcto tu análisis sobre el mercado dominico-haitiano, aunque algunos economistas dominicanos, dicen, que de dicho mercado le entra a nuestros pais 1000m de dolares anual, pero eso no quiere decir que necesitamos ese mercado. como tu dices, vamos a buscar otro mercado. podrá cuba asimilar la compra de haiti, que no produce cuba que nosotros podríamos venderle? plátano yuca y demás víveres,tenemos una competencia mas barata con sig
honduras, costa rica y guatemala. vale señalar, que dicha competencia es en el mercado usa. que tu crees mccoy?
importantes medidas y para mi la mas importante y la unica que salvaria a nuestro pais, es lograr que el dominicano vuelva a trabajar a base de salarios decentes y no depender mas de la mano de obra haitiana.
el hecho de que muchos jóvenes hombres dominicanos prefieran trabajar alquilando una motocicleta y pasarse el día en una esquina de cualquier ciudad o campo dominicano motoconchando,cambiadito,con tenis de marca y gafas carabelitas,a trabajar construcción,re****r aguacates de las matas o sembrar arroz laborando en nuestras fincas,necesitando esos trabajos ser desempeñados por ilegales haitianos,de alguna manera,hay que revertirlo,con buenos pagos
muy correcto tu punto de vista. felicitaciones!