Fue bien ordenada la salida de Fulgencio Batista de Cuba
POR CIRO BIANCHI
La fuga del presidente Fulgencio Batista de Cuba puede parecer repentino, algo de última hora. Pasar de un brindis por año nuevo a huir en un avión por tu vida. Nada pudo haber sido más inmediato: el dictador cubano tuvo tiempo de «preparar sus maletas».
En la madrugada del 1 de enero de 1959 el dictador Fulgencio Batista salió de Cuba con destino a República Dominicana llevándose consigo toda su riqueza. Según trascendió, Batista huyó del país con una fortuna superior a los 100.000 millones de dólares, exiliándose primero en la República Dominicana, luego en la isla de Madeira, Portugal, y por último en la España de Franco.
Sin embargo, desde el 17 de diciembre de 1958 su última noche en Cuba había sido pautada. El día 9 Batista recibió a un amigo estadounidense que tenía negocios en Cuba, y éste le plantea que se fuera a vivir a Estados Unidos.
Sin que el general supiera, el amigo cumplía órdenes del Departamento de Estado pero la propuesta trascendió como una conversación fraternal. No obstante, el día 17, el embajador estadounidense Earl Smith, pide una entrevista con Batista y allí le pide oficialmente que renuncie y salga del país.
En el encuentro, que tuvo lugar en la finca del dictador en La Habana, Batista le pregunta si puede irse a Estados Unidos y la respuesta fue negativa. Le dijo que se fuera a otro país y ya se verá después.
De esta forma, el Gobierno del republicano Dwight Eisenhower retiraba su apoyo al dictador, a quien había sustentado casi desde el inicio.
A partir de ahí todo se desencadena: El Che Guevara ya era imparable en Las Villas, Camilo Cienfuegos está en Yaguajay, Fidel Castro seguía la lucha en la Sierra, Raúl Castro asedia Guantánamo y hay un cerco sobre la ciudad de Santiago de Cuba, que era la segunda ciudad de importancia.
Además se dan tres conspiraciones fuertes dentro de la ciudad militar de Columbia en La Habana y a Batista no le queda otra alternativa que salir del país. De ahí que el día 1 de enero, se da la salida de Batista, que en realidad fue una salida bastante ordenada, tuvo tiempo de renunciar y delegar el poder.
No se sabe exactamente cuánto se llevó el general en sus maletas. Pero se calcula que fueron, entre joyas y dinero, unos 600 millones de dólares, pero lo más grave de esto fue cómo amasó su fortuna.
Batista ya había sido presidente de Cuba entre 1940 y 1944. Luego se fue a Estados Unidos donde se casó por segunda vez, y según cuenta Bianchi, Batista organiza el golpe de Estado «porque no tenía dinero». Cuando Batista da el golpe de Estado el 10 de marzo de 1952, su patrimonio era escaso. «El general fue un hombre extremadamente ambicioso y todos conocían el sistema con que se hizo de tamaña fortuna, algo que reveló su propio secretario militar, el general Francisco Tabernilla Palmero.
Cada vez que Batista creaba una obra pública, las empresas o contratistas tenían que pagar coimas del 30% del valor de la obra, que era una cantidad considerable. Aparte de eso, cuando en 1956 asesinan en La Habana al jefe de la Policía, Rafael Salas Cañizares, el dictador se entera cuánto recibía éste por el ‘juego prohibido’. Así ordenó al nuevo jefe que el dinero fuera directamente al Palacio Presidencia.
El libro «Los propietarios de Cuba» evidencia la cantidad de propiedades que llegó a acumular el general, entre ellas diversas publicaciones como el periódico El Mundo y varias revistas. Pero ninguna de ellas cupo en las apretadas maletas del general.
Batista permaneció en España hasta su muerte en 1973, a causa de un infarto en la localidad de Marbella. Está enterrado en el cementerio de San Isidro en Madrid, junto a su esposa y uno de sus cinco hijos.
JPM