Europa se exhibe como un cascarón vacío y decadente

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EL AUTOR es político. Reside en Raleigh, Estados Unidos.

Nadie puede negar los papeles estelares del continente europeo a lo largo de la historia de la humanidad; sin irnos muy lejos, en el siglo pasado, el futuro de la civilización mundial se decidió en los dominios imperiales europeos, durante la primera y la segunda guerras mundiales.

Esa Europa que salió destrozada de la segunda guerra mundial, hizo de su reconstrucción un gran negocio que catapultó a un número importante de sus países a posiciones económicas cimeras en el concierto de las naciones desarrolladas.

Inglaterra, el blanco preferido de los bombarderos alemanes, volvió a erigirse como un gran centro de comercialización de commodities, gravitando sobre el comercio de todo el mundo civilizado; y Alemania que, frente a los acuerdos de rendición, de rodillas, solo mostraba destrozo y polvo, resurgió como el ave fénix, y en poco tiempo volvió a ser la gran nación, centro de producción y decisiones.

Europa hoy, luego de haber vivido el relumbrón del capitalismo de la segunda mitad del siglo XX, está aquejada de una crisis con una sintomatología parecida a la del imperio Romano al final de su decadencia; dispersión de sus dominios, falta de tacto de sus gobernantes y asedio e incursión de sus vecinos bárbaros en los enclaves de poder.

Algunos de estos síntomas sé sienten ya en los países europeos, el surgimiento de los mandatarios bárbaros o de origen extranjeros, y la dependencia cada vez mayor para su subsistencia de las potencias asociadas; la cuál limita la aplicación de patrones de desarrollo y de conveniencia propia, llevándolos a participar de agendas comunes que no tienen nada que ver con los intereses intrínsecos de Europa.

Francia

Acaba de colapsar el gobierno francés de Emmanuel Macron; la renuncia del gabinete y su primer ministro delatan una profunda crisis; pero, en la prensa del viejo continente, ni en occidente, ningún medio de prensa hace una retrospectiva a esta crisis política que, no es sólo francesa, sino, que es inglesa, es alemana y es española.

Quienes han seguido los acontecimientos, saben que Macron antes de convertirse en un activista furibundo para enviar armas y mercenarios a Ucrania, pasó por la crisis francesa en la República de Malí, de donde tuvo que retirar sus tropas y liberar al gobierno de este país africano de la influencia francesa.

Malí había sido colonia francesa hasta el 20 de agosto de 1960; Francia la había mantenido bajo su dominio, bajo diferentes modalidades de coloniaje; pero, aún con su independencia, Francia continuaba obteniendo los beneficios de su influencia con el despojo de sus recursos naturales. Es en año 2020 cuando los malíes se rebelan y les niegan a Francia el Uranio que, a precios muy bajos les suplían para mantener sus plantas nucleares en funcionamiento.

Precisamente cuando Francia se ve obligada a comprar el combustible, para su energía nuclear a los verdaderos precios del mercado, le sobreviene a Europa el sabotaje del gaseoducto Nord Stream que ha afectado de manera dramática las economías de Alemania, Francia y los países continentales próximos a estas naciones.

Esa crisis económica es la que lleva al presidente Macron a insinuar, sin ninguna autorización de la ONU, el envío de combatientes franceses al frente ucraniano, y que según fuentes noticiosas orientales ya les han sido aniquilados batallones de mercenarios sin entrar en combate. No hay que ser genio para saber de dónde viene la desesperación del presidente Emmanuel Macron.

Europa al final de este 2024, se enfrenta a un invierno muy frío y muy largo; Alemania sin la agudeza política de Ángela Merkel, y sin el gas ruso que le llegaba por el Nord Stream, para calentar los hogares alemanes; Francia sin el Uranio casi regalado de Malí, y con una crisis económica indescriptible; y por último, para solo detenernos en tres de sus países, Inglaterra, cuyas crisis internas, la llevaron a renunciar de la Unión Europea, y que cambia de primeros ministros como el Rey de calzones.

Esa Europa, con sus países antes admirados como joyas de una corona, se exhibe al mundo como un cascarón vacío y decadente, con una población envejecida, y exhibiendo el mayor mercado de narcóticos y crimen organizado, jamás conocido. A decir verdad, en la actualidad Europa no es más que un gran museo con administraciones separadas.

jpm-am

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