Energía renovable y desigualdad
Sus lágrimas eran compartidas por muchos; disipadas por expresiones diversas, entre un público que entrelazan abrazos con sonidos bulliciosos de bocinas y radios sonando música simultáneamente. Habían transcurrido más de 30 años en que doña Ramona Martínez ocupaba su hermosa vivienda de madera destacada por su pintura amarilla y rojo bermellón de saturación intensa.
“Me sentía tan aislada que veía el vecino de al lado que no estaba cerca”. No entiendo nada sobre la importancia de la luz, lo único es que no puedo leer; caminar bien en la casa oscura, escuchar lo que está pasando, ver la novela y mis nietos los muñequitos. Ah, el hielo y los celulares. Creo que la luz es lo que despierta el sueño cuando es pesado. Quien vive sin luz, sin energía, no muere, se acaba, se marchita, se desvejeta.
Ese día acababa de despertar de su acostumbrada “pava”, que se prolongó hasta las 6 de la tarde luego de una agotadora jornada de siembra de maíz; un producto al que ella se vanagloriaba, tras proclamar que tenía más gusto que los demás que se cosechaban en la zona, porque la tierra de su pequeño predio, “todavía estaba virgen y fresca”.
Al levantarse de la cama preguntó, que si era de día y que chequearan los números a ver si había salido el 33. Miró por una rendija de la casa de madera y noto que un gentío se aglomeraba debajo de un palo largo improvisado con algo que iluminaba el frente de su modesta morada o pedazo de techo, como le llamaba.
Todavía estaba soñolienta. No entendía lo que estaba pasando afuera. Los aplausos la hicieron espabilar. Se estrujó los ojos y vio por primera vez en el camino vecinal un bombillo encendido.
El rumor de que pondrían la electricidad se hizo realidad. De repente doña Ramona Marrínez, comenzó a dar brincos cortos de alegría; le narró a los vecinos reunidos, como empezó todo, otorgándose el título de ser la primera persona que conversó con los hombres de la energía. “Un señor alto que le dicen Toñito. “Ese día, cuando visitó La Albahacas, me dijo que iba a poner la luz”. Se trataba de Antonio Almonte, Ministro de Energía y Minas.
“Alexandra, la vecina más cercana estaba incrédula, porque habían pasado muchos gobiernos y nada sucedía. “Yo le decía, Alexa nunca pierda la fe”. “Hay algo que me dice que es verdad, pero también cada vez que veía a mis hijos en la oscuridad, me ponía triste”; y cuando podía, le prendía vela a la Virgen de La Altagracia”.
No sabíamos de noticias, películas, ni de novelas y el hielo lo buscábamos los domingos a seis kilómetros. A veces venía “derretío”. “La comía que quedaba tenía que darla o votarla”. “Por fin, después de 30 años. Oh, Dios milagroso, por fin tenemos luz, tenemos vida. “Ya no voy a seguir lavando a mano”.
El poblado de Albahacas en Higuey, vivió la desigualdad energética; esa circunstancia que establece diferencia entre individuos, hogares y comunidades, con referencia al acceso, la disponibilidad o el uso de fuentes de energía. Cientos de personas no podían usar bombillos, abanicos, nevera, televisión, celular, internet, WhatsApp. No podían leer de noche, escuchar música, ver noticias, ni tomar agua fría.
El medio que se está utilizando para superar esa diferencia, es la energía renovable. En los dos últimos años, se le ha dado mayor impulso en el país; básicamente a través de sus fuentes naturales como son el sol y el viento.
Se trata de fuentes de energía limpia e inagotable; muy importante, tanto para el medio ambiente como para el progreso de la gente. Podría decirse que es la nueva alma del desarrollo. Sus instalaciones llevan, además, soluciones a hogares de poblaciones apartadas para que las familias puedan vivir dignamente.
Las Albahacas en Higüey; La Manga (Don Juan) y La Gina, Yamasá; La Culebra, Vicentillo; Los Limoncitos, Constanza; Batey 1 (Don López), Hato Mayor; Sabana Yegua Viejo, provincia Azua; Piedra Grandes, El Seibo; Ranchería, Los Negros de Azua; comunidad Billiguín, Elías Piña y Los Pajones de María Trinidad Sánchez, ya tienen luz, libre de utilizar los combustibles fósiles (carbón, petróleo o gas natural ).
Sin atisbo de duda, el uso de la energía renovable mejora la calidad de vida y estabiliza la economía. Su actual promoción y empuje, están reduciendo la desigualdad energética en nuestras comunidades.
jpm-am
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Así es que se hacen las cosas. La gente pobre, que son la mayoría, no deben sufrir tanto. Deben ser lo principal. Esa es buena.
Mucha gente no tiene idea de lo que vivir por años sin energía eléctrica. Como dice el escrito no se tiene vida. Un gran paso para el señor Almonte y el gobierno de Abinader.