En el mundo de los Clásicos

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El autor es politólogo y teólogo. Reside en Nueva York

POR JAVIER FUENTES

¿Por qué leer? Es para llenar una parte infinita que tenemos llamada: memoria y mantener despierta la inteligencia, aspecto que nos distingue aún de nuestro semejante.

Leer. Al hacerlo. No se inclina nadie a leer cualquier cosa.

El leer viene motivado por algo que nos empuja a buscar ese tipo de material, llamemoslo literario y que nos sirve para comprender y analizar algo desde una perspectiva desconocida para nosotros, pudiendo sacar conclusiones apropiándose de ciertas informaciones captadas. Ir por espacio imaginario hechos y figuras.

Desde allí, ese espacio; entrar en la realidad de hechos reales e ir por la subjetividad misma del tiempo y la literalidad estética para nadar en las estampas que nos dejaron aquellos que han escrito primero y les ponemos nombre al ser su narrativa fuente de inspiración todavía.

A ellos los conocemos como: Clásicos; libro que su riqueza es una mina de recursos inagotable, que no importa quienes sean, o hayan sido los mineros, hallan el mineral con el cual podrán cómo buenos orfebres construir invariables piezas de calidad.

¿Por qué leer los clásicos?, será una pregunta, sin respuesta uniforme. Dado que cada orfebre tendría una. Un clásico es una mancha indeleble. Es una lectura obligada llena de colores e interpretaciones, sociales, ideológicas y hasta cómicas.

Leer los clásicos es ir a la raíz de lo que tenemos hoy. Ir a la simiente misma que ha parido ramas y frutos que no mueren.

Leer los clásicos es leer la vida desde el mismo nacimiento. Es toparse con la realidad que nos indica, ¿para dónde vamos y el por qué?

Los clásicos son los libros que nunca faltan en la biblioteca de un excelente lector o de uno que esté al mínimo de ese hábito.

No tiene que ser un gran o extraordinario lector para descubrir que ciertos libros son importantes para su lectura, aún no se lo haya recomendado nadie.

Leer los clásicos o al releerlo hay que hacerlo siempre con una mente abierta al cúmulo de información nueva que vamos a recibir.

¿Quién no ha nadado en las obras mitológicas de la literatura griega?, diríamos que todos. ¿Por qué?,  porque desde allí nacen nuestros patrones culturales como civilización. Y se hace necesario conocer nuestra génesis.

Pero si nos adelantamos a la edad media. No sería cortés que no supiéramos como tantas literaturas en latin llegaron al Castellano. Buscar y leer los clásicos es recorrer el mundo en distintas visiones y perspectivas ideológicas.

Se escribe por un interés y por el mismo interés se lee y se aprende.

Leer a Séneca es buscar en él la actitud sátira de su mundo. Lo mismo que a Quevedo o el ver un desasosiego oscuro de judio converso como Fernando de Roa autor de la “Celestina”. Sin olvidar que el anónimo del Cantar de Mio Cid, es la lucha caballeresca cada día de nosotros.

A finales del siglo XV se abre el camino del humanismo del cual surge una nueva expresión de poesías y teatros diferentes: Juan del Encina penetra galopando y llena ese espacio y lo transforma.

Pero la expresión de ése humanismo  y posthumanismo. Y con anterioridad a estos el «Barroco» y su decadencia. Abrió el surco al intruso romanticismo y con éste otra visión de hacer y ver.

Ahora podríamos decir que en esta breve descripción no se hace necesario leer qué pasó. Por supuesto que sí. Aquí entra esa lectura llamada clásica, que nos permite ver una sociedad con sus escritores, lejos, en años pasados de nosotros. Pero presente en hojas y tintas que nos alumbran con ficciones o con epístolas.

Los clásicos son los libros que nos llegan y nos llevan a conocer el hoy y escribir para el mañana. Cada autor es el producto de su entorno, pero que este lo ve y en páginas sueltas y después unida lo transforma.

Eso hizo Cervantes, permitió ser leído y después nosotros sacar ideas y conclusiones y volver a leerlo, y saber que no sabíamos en la primera lectura nada.

Los  clásicos son acertijos a la vista de todo lector. Leer una aventura histórica, es recordar el «Odiseo», que nos enseña en sí, cómo la naturaleza humana lucha constantemente contra la pericia de la vida.

Recordar a Fausto, es ver al escritor Johan Wolfgang von gotte, batallar contra su mismo demonio y recordarnos las ambiciones del hombre siempre buscando el placer.

Es cómo si Ulises regresara y Laocoonte nos advirtiera que esta aquí.

Tener un clásico en la biblioteca es saber por quien doblan las, «Campanas» y sí Alejandro Dumas llamó a los Mosqueteros.

El momento de los clásicos es tan apasionante que cuándo nos estamos en él, creemos no estar vivos.

Hemos podido notar que no pasa un año sin que de estos clásicos no se haga una película, amén, de los cientos de obras que se presentan a diario y los sin fines de declamaciones y lecturas poéticas.

Un clásico es tener una idea y ser transformada por estos mismos. Los clásicos tomaron vuelos a otros continentes y desde esos continentes nacieron para siempre.

«Las crónicas de las Indias. Y una Noche Triste», son espejos que penetran hasta el mundo lleno de hombre que habían perdido la libertad y que son arrastrados a un paraíso que ellos no desearon.

Sor Juana Ines de la Cruz,  con sonetos en partidas que alegran el alma de los «Ojos de los enterrados» de Miguel A. Asturias.

El hecho cierto de todo período o proceso humano, es la coexistencia de formas diversas de cultura y religión. Es muy difícil no reconocer que el miedo del hombre a fenómenos naturales sin explicación para éste, le permite crear imaginarias figuras a las que le puso nombre; “dios”.

Al hacer esto estaba creando arte,  literatura y una vulgar blasfemia de baile y ritmo propio del entorno. Una literatura que le daría nombre al arte y que llegaría hasta nosotros con  otros distintos.

La situación de manera general que hemos esbozado se entiende mejor si crearamos una lista metodológica y nos situaremos período histórico por período y bajo reglas ir etapa por etapas para que se vean las manifestaciones de las culturas de las distintas épocas.

Sencillamente quise dejar el trazo de que hay dos tipos de civilizaciones: una compuesta por elementos latinos germanos y otra semitico oriental.

Cada una nace con un carácter propio y un componente filosófico que es reflejado en su «Cuentos de Hadas» y las «Mil y una Noches». Pero también con un componente social que lo empuja más allá de su frontera para escribir versos, novelas y conocer leyendas de una ciudad de oro. La cual en su búsqueda aniquila una población y le ruega a otro “dios” que ya no es  el suyo.

Es el mundo de los clásicos de manera sucinta y el por qué leerlo. Pero muy lejos de «Hookahs y Chiperos».

jpm-am

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Hacer lo Justo
Hacer lo Justo
2 Años hace

Alejandro Dumas,de la Isla de Quisquella