En busca de un hombre nuevo

“La esperanza y el miedo son inseparables”,  escribió François La Rochefoucauld, moralista y filosofo francés del  siglo  XVII.  Pero cuando se pierde la esperanza se pierde el miedo y entonces sólo hay espacio y tiempo para la cólera y la sangre.  

Esta reflexión que hacemos debe de ser leída  y meditada profundamente por todos aquellos actores y sectores  políticos, económicos y sociales   que tienen  de una manera u otra incidencia y poder   en sus respectivos colectivos e instancias.

Aquí   la inequidad, la desigualdad, la impunidad, el abuso de poder , el desprecio y maltrato prolongado hacia los más pobres, los pactos de silencios, la indiferencia y falta de sensibilidad social y las corruptelas descaradas  producirán, tarde o temprano, un derramamiento de sangre.

Ha llegado el momento, amigos lectores, de que en esta media isla iniciemos de una vez y por todas una cruzada real y contundente de combate y derribo  de las injusticias sociales, del hambre y la miseria que se sigue  observando en los  hombres de  barrios y   pueblos de provincias del país .

La sociedad dominicana  no puede continuar  cargando con ese lastre  de desesperanza  que prosterna  y condena de manera inmisericorde y perpetua   en el círculo odioso  de la pobreza a más del  40 por ciento de la población dominicana.  Esto no puede ser.

Me dobla el corazón ver como cada día que pasa los humildes de este país  que pululan por nuestros barrios  de la Capital y de los pueblos tienen menos posibilidades de ingresos  que les garantice una alimentación adecuada.

No resisto ver como  miles de dominicanos  humildes  se baten en esos mismos sectores en la más abyecta insalubridad,  sin la más  mínima esperanza  de acceder  a los servicios del  sistema de salud y la seguridad social.

Pero más desgarrante  aún  es ver los niveles de resignación  de cientos de miles de padres de familias que ya en su presupuesto mental  no existe la idea  de conseguir los medio de trabajo que les permita construir  para sus hijos  un techo propio  para vivir sus últimos días con dignidad .

Ya los pobres de esta tierra no pueden soportar  más,  su paciencia se agota, el nivel de irritación está muy alto;  la pobreza dominicana debe morir para que  surja un nuevo hombre capaz de ser sujeto   que transforme su realidad y la de su entorno. Basta ya de tantas dilaciones….

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