El vicio de lo indebido

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El autor es escritor y periodista. Reside en Estados Unidos

En un país donde el dinero y el poder son los únicos objetivos que importan, la ética y la moral a menudo son relegadas a un segundo plano, debido al síndrome de la corrupción, la desigualdad y la injusticia social, las cuales se han convertido en problemas endémicos que afectan a toda la sociedad.

Pero, ¿qué sucede cuando la ética y la moral son mancilladas por intereses foráneos a través del dinero? La respuesta es simple: se produce un vicio que corroe la fibra misma de nuestra sociedad, la cual resulta ser la más afectada porque dejas huellas indelebles y corrosivas que al final del túnel son difíciles de borrar, sin embargo, esas mismas entelequias del poder mediático influyen para que cada cuatro años el que piensa con sabiduría ante los actos indebido del sistema vuelva a cambiar el rumbo.

La corrupción es uno de los principales efectos del “vicio de lo indebido”, visto que cuando el dinero se convierte en el objetivo principal, las personas están dispuestas a hacer cualquier cosa para obtenerlo, incluso si eso significa violar la ley o comprometer sus principios morales. Este síndrome, por muchos años ha servido de sostén y se extiende como una plaga, afectando a todos los niveles de la sociedad, desde los políticos hasta los empresarios, periodistas, abogados, ingenieros, médicos y ciudadanos comunes. Por esa razón, estudiar y hacerse profesional en nuestro país tiene un valor insignificante para el gobierno.

Si lo analizamos desde una óptica basada en acontecimientos que rememoran el pasado, es oportuno destacar que la ética como efecto multiplicador de los principios morales y con el paso de los años, es un fenómeno donde cualquier individuo con ingenuidad rompe sus extremos para hurgar en el sendero de lo indebido sin antes devolver las manecillas del reloj para rememorar las buenas obras de su vida sin diatribas y cuestionamientos.

Otra consecuencia del “vicio de lo indebido” es la desigualdad y la injusticia social porque cuando el dinero se convierte en el criterio principal para medir el éxito, aquellos que lo tienen en abundancia pueden influir en decisiones que benefician sus propios intereses, y en segundo plano, aquel que carece del mismo se considera marginado y excluido, muestra fehaciente de que la riqueza y el poder se concentran en manos de unos pocos, mientras que la mayoría lucha por sobrevivir dando a entender que el dinero fácil tiene mucho más valor que estudiar para vivir una vida más digna y acorde con los principios de familia.

Dios te ha puesto todo en bandeja de plata, sin embargo, hay objetos intocables, hay un dinero que rompe los bolsillos, debido al “vicio de lo indebido” y eso no solo afecta a la sociedad, también tiene un impacto profundo en las personas que lo practican, visto que la búsqueda constante de riqueza y poder lo han llevado a la adicción, la ansiedad y la depresión. En nuestro país se han perdido los valores y principios morales, los protagonistas de esas malas prácticas hoy día tienen en su corazón una sensación de vacío y desorientación, pero aun así siguen por sus fueros.

Entonces, ¿cómo podemos combatir el vicio de lo indebido? La respuesta es simple: debemos volver a nuestros principios morales y éticos. Debemos recordar que la riqueza y el poder no son los únicos objetivos que importan, y que la verdadera felicidad y satisfacción provienen de vivir una vida con propósito, dignidad y significado, porque “el que envidia los bienes ajenos, muchas veces se queda con el deseo de querer lo que no le pertenece, contrario a otros que se enriquecen ilícitamente y a costa de los más débiles”.

Los dominicanos no quieren trabajar, no quieren prepararse intelectualmente para lograr sus objetivos a largo plazo, NO, prefieren nadar en el “muladar” del sistema para salir embarrados y llegar al escenario de los políticos, comunicadores, periodistas, etc., etc. y etc., que por sus malas prácticas están siendo cuestionados por un alto porcentaje de la justa sociedad.

¿Dónde están los líderes que se fraguaron el derecho de romper las primeras dictaduras?, ¿dónde están los hijos de los héroes que pusieron sus vidas en favor del pueblo para defender sus intereses?

El país hay que trabajarlo para crear una sociedad más justa y equitativa en la que todos tengan acceso a las mismas oportunidades y recursos. Para lograrlo se requiere una reforma profunda de nuestro sistema político y económico, donde se prioricen la justicia social y la igualdad por encima de la riqueza y el poder.

jpm-am

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3RA.TANDA
3RA.TANDA
1 mes hace

Nadie ha dicho,que Julio César,después que cruzó el Rubicón y derroto los ejércitos del General Pompeo, cruzó para atrás dicho río .
Lo mismo sucede con quienes se corrompen,roban el dinero ajeno,siempre aspiran a robar más.
Y los vemos en los medios y a menudo,predicando de moral en sacos rotos