El progresismo vs. la derecha

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EL AUTOR es agrimensor y docente universitario. Reside en Santo Domingo.

En la República Dominicana no existe una verdadera derecha en el sentido clásico del término. Lo que hemos visto a lo largo de nuestra historia política es la evolución de partidos que nacieron con raíces de izquierda o populistas, que luego se presentaron bajo etiquetas de socialdemocracia y progresismo.

En cada ciclo electoral, estas organizaciones han sabido disfrazarse de movimientos que aparentan un giro a la derecha, pero en la práctica han mantenido las mismas dinámicas de clientelismo, dependencia estatal y populismo propias de la izquierda y la centro de izquierda.

El discurso político ha vendido la idea de supuestos giros hacia gobiernos de derecha. Sin embargo, un análisis serio revela que nunca se han aplicado políticas conservadoras, de liberalismo clásico ni de libre mercado.

Lo que ha existido es un cambio de narrativa para mantener el apoyo del electorado, haciéndole creer que se trata de proyectos distintos, cuando en realidad se repiten los mismos patrones.

El Estado se mantiene clientelar, con nóminas abultadas y programas asistenciales como principal herramienta de control político. Se multiplican los subsidios y transferencias, generando dependencia de la población hacia el poder. El endeudamiento público se utiliza como fuente de financiamiento del gasto corriente y de obras de alto costo. Mientras tanto, el mercado libre se ve limitado por monopolios y contratos privilegiados desde el Estado.

Un gobierno de derecha auténtico se distinguiría por reducir la dependencia del Estado, favorecer un mercado abierto y competitivo sin tutelaje, aplicar disciplina fiscal para evitar endeudamiento excesivo y defender valores conservadores en lo social, con énfasis en orden, familia y soberanía nacional.

Por el contrario, los gobiernos dominicanos, aunque se autodenominan de “centro” o incluso “centro-derecha”, han aplicado políticas propias de la socialdemocracia progresista: expansión constante del gasto público, programas de asistencia, uso del Estado como principal empleador, endeudamiento creciente y una apertura económica controlada, con privilegios, monopolios y dependencia de organismos internacionales.

Las fuerzas políticas dominantes han contado, además, con el respaldo de organismos y alianzas internacionales que promueven agendas progresistas y de centroizquierda. Entre ellas figuran la Internacional Socialista, la Alianza Progresista  a la que incluso se ha hecho referencia en debates nacionales y el Foro de São Paulo, junto a fundaciones y ONGs vinculadas a la socialdemocracia europea y al progresismo latinoamericano.

Estas plataformas aportan respaldo ideológico, financiero y estratégico a los partidos dominicanos que, aunque se proclaman de “centro”, operan bajo una lógica de izquierda modernizada.

Como si el tiempo se hubiera congelado, dentro de este conjunto de partidos progresistas nunca ha existido un verdadero proyecto de nación, sino una lucha por el poder, donde incluso parecen haber pactado sus turnos para gobernar. Siempre se nos presenta la ilusión de cambio, pero la realidad es que el país necesita una corriente reformista que impulse transformaciones estructurales más allá del aparato estatal, hasta llegar a la cultura intelectual del dominicano.

La esperanza está en la Generación Z, que trae consigo principios, valores y conocimientos innatos. No obstante, esta juventud es constantemente bombardeada por la influencia mediática del progresismo y la centroizquierda, que desde las redes sociales promueven visiones materialistas sobre la familia, la mujer y la vida en sentido general, con  manipulación de noticias y narrativas, bajo la máscara de una izquierda modernizada, una igualdad desigual, quitando merito a las tradiciones, valores culturales,  a los profesionales y productores.

La política dominicana, atrapada entre bandos progresistas, enfrenta el desafío de transformarse en una corriente verdaderamente reformista. Una corriente que no se limite a administrar el Estado, sino que construya sobre la base de valores cívicos, educativos, económicos y culturales; con una visión de nación que supere los ciclos de alternancia y coloque en el centro al ciudadano, su libertad y su capacidad de progreso real.

Si no asumimos ese rumbo, seguiremos condenados a votar entre lo mismos disfrazados de distintos

jpm-am

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JOSE L GIL
JOSE L GIL
2 meses hace

Es impresionante, pero es la misma realidad, para que puedan haber cambios, debe de despertar un grupo decidido de dominicanos que presenten cambios más allá de lo que se ha visto siempre, partiendo, con la ayuda de Dios, atacar problemas reales y brindando una garantía que motive al grupo grupo mayoritario(Religión, algunos sectores específicos de la sociedad, etc) para que podamos avanzar y solucionar problemas que tenemos desde 1,844.

Balanete
Balanete
2 meses hace

Desde el nacimiento de la República, el sector conservador ha aplastado siempre al sector liberal. Por lo demás, en la práctica esta es una sociedad mayoritariamente conservadora, en la que siempre se imponen los criterios del empresariado y las iglesias, con el apoyo incondicional de la guardia.

EL PADRE
EL PADRE
2 meses hace

Muy de acuerdo con este arquitecto.

leed
leed
2 meses hace

Wao, magnifico!. Ahí esta la explicación de muchas cosas de la política disfrazada de los malditos izquierdistas, y narradores de mentiras.

Wilber
Wilber
2 meses hace

EXCELENTE ARTÍCULO…Solo le faltaron dos cosas: primero, mencionar el borrado de la frontera, como receta venenosa de la traidora izquierda progre que así ha haitianizado a RD, y también le citar a la uasd como cueva de parásitos comunistas que se encarga de mantener, financiar, y propalar el fracasado comunismo, todo esto en detrimento del presupuesto universitario, degradando la calidad de la educación…