El nuevo orden mundial y el desafío de los países emergentes

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EL AUTOR es Master en Gestión y Políticas Públicas. Reside en Santo Domingo

En el torbellino del siglo XXI, un nuevo orden mundial ha comenzado a dibujarse con trazos vigorosos y precisos. Este orden, un tapiz vibrante tejido por la globalización, el neoliberalismo y los vertiginosos avances tecnológicos, está marcando el destino de las naciones y moldeando el futuro de los países emergentes. A medida que nos adentramos en esta era de cambios profundos, la capacidad de adaptación se erige como una virtud indispensable para aquellos que buscan prosperar en este intrincado entramado global.

La globalización, cual torrente imparable, arrastra consigo una serie de transformaciones que desafían las estructuras económicas y sociales establecidas. La expansión del comercio, la proliferación de la inteligencia artificial y la omnipresencia de las tecnologías emergentes no son meros cambios superficiales, sino que configuran un nuevo paisaje donde los países deben navegar con astucia. En este contexto, la explotación de recursos como las tierras raras, que son la savia vital para la producción de bienes demandados por los mercados, emerge como un factor crucial para la competitividad.

Ray Dalio, en su incisivo análisis «El Nuevo Orden Mundial», ofrece una perspectiva esclarecedora sobre los factores que determinan el ascenso y declive de las potencias. Dalio, con la claridad de un cartógrafo en un mundo en transformación, nos recuerda que la historia, a pesar de su aparente complejidad, sigue patrones recurrentes. «Los tiempos que vienen serán radicalmente diferentes a los que hemos vivido hasta ahora», sostiene Dalio, «pero se parecerán mucho a otras etapas de la historia». Esta afirmación no es una mera observación, sino una invitación a reflexionar sobre los ciclos históricos que, como olas en el mar, repiten sus movimientos en una danza interminable.

Los países emergentes, al igual que navegantes en un océano tempestuoso, enfrentan el desafío de adaptarse a este nuevo orden. La inversión en nichos estratégicos y el desarrollo de planes educativos orientados a la inteligencia artificial son ahora más cruciales que nunca. La educación y la formación de una mano de obra capacitada se presentan como la brújula que permitirá a estos países encontrar su rumbo en medio de la tormenta global. Sin embargo, la necesidad de racionalizar recursos y priorizar áreas de alto retorno se convierte en un arte en sí mismo, un acto de equilibrismo en el precipicio de la modernidad.

Dalio también explora cómo las potencias y los países emergentes se ven afectados por factores como las guerras, la devaluación de la moneda, las deudas exorbitantes y la baja productividad. Cada uno de estos elementos actúa como un engranaje en el complejo mecanismo de la historia, moldeando el destino de las naciones. En su análisis, Dalio subraya que la interacción entre poder, riqueza, y la equidad o desigualdad en la distribución de esta riqueza, así como el tipo de democracia que se construye, son determinantes clave en la configuración del destino de una nación.

En la encrucijada del presente, la pregunta que se plantea para los países emergentes es si podrán desplegar sus alas con la fuerza suficiente para elevarse por encima de las dificultades y aprovechar las oportunidades que el nuevo orden mundial les ofrece. La adaptación y la estrategia son las herramientas que les permitirán no solo sobrevivir, sino también prosperar en este nuevo escenario global. La historia, en su infinita sabiduría, sugiere que mientras el entorno cambie, los principios fundamentales de la adaptación y la resiliencia siguen siendo las piedras angulares del éxito.

Así, en el crisol de la globalización y la revolución tecnológica, los países emergentes tienen ante sí la monumental tarea de navegar por un mar de cambios con visión y determinación. La habilidad para entender y adaptarse a las corrientes de este nuevo orden mundial no solo será el faro que guíe su desarrollo, sino también el legado que dejarán para las generaciones futuras.

La República Dominicana tendrá que hilar muy fino en este nuevo contexto mundial evitando caer en la trampa de contraer una gran deuda externa, la prolongada devaluación del peso dominicano, evitando incrementar el déficit fiscal, realizando control del gasto público, realizar inversiones en obras de desarrollo económico y social, dando prioridad a la inversión en educación y creando mano de obra calificada-especializada, que tenga impacto mundial a través del teletrabajo y la invención, de lo contrario se verá compelida al declive de su economía en los próximos 5 años.

of-am

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MENTECATO
MENTECATO
1 dia hace

este asqueroso esta justificando el imperialismo. ya esa vaina de globalizacion de george soros y secuaces ha tenido un paro pues el brics el cual este idiota ni meciona es el nuevo patron economico que va a terminar de enterrar el neoliberalismo el cual este energumeno defiende a sabienda de solo trae mas miseria a las grandes mayorias.