El diseño de políticas públicas en contexto de crisis

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La autora es investigadora y analista de políticas públicas. Reside en Santo Domingo

POR EMELYN HERASME  

En los días recientes, la atención mundial se ha centrado en los Estados Unidos y en las órdenes ejecutivas promulgadas por el recién investido presidente Donald Trump, las cuales configuran el eje de su administración. Entre estas disposiciones, con su sello regresivo, siete son de índole migratoria, siendo la relativa a las deportaciones masivas la que, de forma contundente y fulminante, ha generado movilización en América Latina.

Las órdenes ejecutivas de corte xenófobo, entre las que destacan las deportaciones masivas, aumentan la vulnerabilidad de millones de migrantes y colocan una carga extraordinaria sobre los Estados receptores, que deben diseñar políticas públicas bajo presión extrema y con recursos limitados.

La Agencia de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) proyectó la deportación de 13 millones de personas (más del 3 por ciento de la población estadounidense). De este total, se estima que alrededor de 230 mil dominicanos y dominicanas se encuentran en situación de riesgo de deportación.

Es imperativo reflexionar sobre cómo los gobiernos, ante la presión extrema y la escasez de recursos, logran articular políticas emergentes, capaces de responder a crisis imprevisibles con eficacia y celeridad. Estas decisiones, lejos de ser meros actos administrativos, requieren un ejercicio de pragmatismo y adaptabilidad que evidencia tanto las limitaciones estructurales del Estado como su potencial para intervenir de manera estratégica en momentos de alta incertidumbre.

El diseño de políticas públicas en contexto de crisis no es simplemente un ejercicio técnico; es más bien, una respuesta política cargada de urgencias, orientada a salvaguardar derechos fundamentales y restablecer la estabilidad en contextos extraordinarios como desastres naturales, pandemias, crisis económicas, conflictos sociales o emergencias humanitarias. Estas medidas, por su naturaleza, demandan un enfoque excepcional, caracterizado por temporalidad, flexibilidad normativa, focalización precisa, carácter multisectorial y una evaluación necesariamente limitada.

Un ejemplo que ha llamado especialmente nuestra atención se evidenció cuando, en menos de 24 horas tras el anuncio de la orden ejecutiva de deportaciones masivas de los Estados Unidos, la excelentísima presidenta de México, Claudia Sheinbaum, presentó la Estrategia nacional «México te abraza». Esta política pública, diseñada con una perspectiva humanista, se estructura en tres pilares fundamentales —protección consular, recepción fronteriza y reintegración socioeconómica—, que buscan mitigar el impacto inmediato de la crisis y dar dignidad e inclusión para los repatriados.

La estrategia «México te abraza» contempla la instalación de centros de atención en puntos estratégicos de la frontera, equipados con servicios básicos como agua, luz e internet, para garantizar condiciones mínimas de vida a los deportados. En estos espacios se llevará a cabo el registro de beneficiarios y se ofrecerán servicios médicos, alimentación y apoyo integral. Además, estarán disponibles 100 unidades móviles para facilitar el transporte hacia sus estados de origen, acciones concretas que buscan prevenir la marginación y el desamparo.

Otros países de América Latina han adoptado enfoques similares, mostrando el compromiso regional con la protección de sus ciudadanos y ciudadanas en contextos de crisis. Estas políticas han logrado articular respuestas que priorizan la dignidad humana. Como señaló la presidenta Sheinbaum, el objetivo común debe ser recibir a los y las connacionales “con calidez, humanismo y certeza de oportunidades para una vida digna en el país”.

En estos días, el mundo está vivenciando las deportaciones masivas, y el desafío trasciende la provisión de lo básico: es una cuestión de dignidad y humanidad, un llamado a que el Estado demuestre su capacidad para responder con solidaridad. La crisis migratoria seguirá definiendo la agenda global, y la implementación de políticas debe ser rápida y eficiente, pero también sostenerse en un horizonte ético que propicie el bienestar colectivo sobre intereses particulares.

En fin, es aquí donde los Estados están llamados a reinventarse, no como meros gestores de crisis, sino como garantes de derechos.

Para profundizar más sobre el asunto políticas públicas, recomiendo la lectura de John Kingdon (1984) »Agendas, Alternatives, and Public Policies». Su teoría de “Multiple Streams Framework” explica cómo las crisis generan ventanas de oportunidad que permiten la rápida formulación e implementación de políticas públicas.

jpm-am

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