El discurso de Leonel o la hipocresía hecha verbo (1 de 2)
El país entero estuvo en vilo, esperando el discurso de Leonel Fernández. Fueron cuatro días de especulaciones, durante los cuales se tejieron las mas diversas tramas políticas, partidarias y hasta de índole personal. Los equipos de periodistas y no periodistas que hacen comentarios diarios sobre la situación nacional, fueron mas que explícitos, algo sensacionalistas al abordar los posibles temas que haría público el lunes 25 de mayo, el presidente del PLD.
Yo hube de esperar hasta la madrugada del martes 27, para poder recoger las opiniones vertidas por los comunicadores y tener una idea mas o menos certera de cómo fue acogida por ellos dicha pieza discursiva.
La gran mayoría censuró acremente al presidente Fernández. Los “cumplidos” iban desde “auto considerarse mesiánico”, hasta responsabilizarlo de la división del partido; pasando desde luego por endilgarle ser el propiciador de “la posible derrota del partido morado”; y todo, “por su desmedida ambición de poder” y “el egoísmo personal que lo lleva a no querer que nadie mas -fuera de él- pueda constituirse en líder del PLD.”
Confieso que de entrada, este repudio me preocupó. Porque no tengo en la memoria algo similar, excepto, la reacción de los mismos “opinadores”, a la sentencia TC168-13. Al principio, dicha sentencia fue criticada duramente por gente que hasta reconocía que no la había leído en realidad. Para repudiarla, bastaba con saber que había sido evacuada de un tribunal “inventado” por Leonel y su partido.
Más luego, esos “comentaristas” y “escribidores” descubrieron que la población respaldaba -en un altísimo porcentaje- esa ordenanza y/o iniciativa del Tribunal Constitucional para controlar nuestra frontera y regularizar el flujo de inmigrantes. A partir de ese momento empezó a sentirse el cambio de opinión de los profesionales de la comunicación y de muchos columnistas amateurs que hacían público su interés por el tema dominico haitiano.
En realidad yo no se qué va a pasar con este “repudio mediático” al discurso del lunes 25. Pero entiendo que será usado por los enemigos de Leonel para tratar, tal y como él mismo afirma, de “hacerlo añicos.” Soy de opinión, también, que irá aminorando hasta desaparecer, una vez se materialicen los acuerdos que han de estar en camino para el momento en que esta opinión sea publicada.
Lo que no puedo, sin embargo, es dejar de comentar la naturaleza y variedad de los juicios expuestos por los comunicadores que hoy pretenden crucificar a Leonel Fernández, por haber respondido -con un mínimo de energía y una gran dosis de comedimiento y responsabilidad- lo que todos, y muy especialmente dichos comunicadores públicos, conocen como, “el plan maestro para sacar a Leonel de circulación”.
Durante tres años exactamente, el presidente del PLD, ha sido sometido al más intenso fuego de calumnias y mentiras; unas veces, medias verdades y otras medias mentiras; y en la mayoría de las oportunidades, a ridículas acusaciones de corrupción que terminan por ser desestimadas en los tribunales o a alimentar el morbo de la gleba política que tanto necesita de un discurso repetitivo, aunque fuere falso y desproporcionado.
El plan empezó durante el periodo de transición, que fue cuando se contrató a esos especialistas de la maledicencia, destructores de honras y expertos en campañas sucias, que pueden mediante los medios de prensa, hundir a cualquier político que resulte inconveniente para sus clientes; mientras que al mismo tiempo, construyen una supuesta popularidad con “encuestas periódicas”, y sus clientes aparecen como los mas simpáticos del mundo entero.
A solo una semana de gobierno, el presidente Medina, durante un Consejo de Desarrollo Provincial, inició la balacera verbal, con una media verdad: el cuento del maletín lleno de recibos que recibió. Claro que se quejó de que no había dinero en su interior, pero no dijo nada de que los recibos fueron por gastos contraídos para llevarlo a él a la presidencia.
Como se puede notar, mi presidente no mintió, pero omitió la parte mas interesante de la información, la que le asignaba algún nivel de complicidad, por ser el beneficiario de las transacciones.
Mas lueguito, se dejaron sentir las ráfagas de una campañita que llegó con el otoño de 2012 y se quedó hasta muy entrado el 2013. Una vez instalado el nuevo gobierno, se supo de un supuesto déficit fiscal de mas de 200,000 millones de pesos, que las “bocinas” pagadas sugieren que fue dinero que los funcionarios de Fernández se echaron en los bolsillos.
Nunca se explicó que un “déficit” es una partida que se gastó fuera de presupuesto y que fue usada para terminar obras públicas que estaban en proceso; su aceleramiento, solo propició que el candidato oficial pudiera acortar la distancia que lo separaba de Hipólito Mejía, y posteriormente ganar las elecciones de mayo 20. Gracias a ese déficit fiscal, pudieron llegar al poder los mismos que ahora repudian a los “autores de tan descomunal desfalco.”
Esta primera fase de la campaña de acorralamiento contra Fernández llegó a su clímax en febrero de 2013, cuando el presidente Medina en persona, cometió el mas desaprensivo y mal intencionado escarnio. Desde la majestuosidad de la Asamblea Nacional, en un día especial, dedicado según nuestras tradiciones a rendir homenaje a la gesta libertaria, Danilo Medina Sánchez ofendió premeditadamente la inteligencia del pueblo dominicano; y todo para presentar un escenario malicioso, en el que se pudiera enlodar la honra de su compañero y presidente de su partido.
Danilo Medina Sánchez, en un válido esfuerzo por localizar divisas líquidas para sustentar su programa de gobierno, se lanzó a buscar la renegociación del contrato entre el Estado dominicano y la firma minera Barrick Gold. Hasta ese punto, no hay nada ilegítimo en las acciones del Presidente.
Las distorsiones vienen en las justificaciones de tales iniciativas. El veneno se vierte cuando se proclama que el Gobierno dominicano, encabezado por Leonel Fernández, había firmado un contrato en el que “de cada 100 pesos producidos por la venta de nuestro oro, 97 irían a las cuentas de la firma minera y solo 3 de ellos a las arcas nacionales.”
Nada mas falso y vil que tales afirmaciones. La realidad es que debido a las estipulaciones del contrato, durante los primeros cuatro años de explotación de la mina, la firma minera recuperaría su inversión inicial y no sería sino hasta el quinto año, cuando el Estado dominicano empezaba a recibir el 50% de los beneficios por la venta del preciado mineral.
Bajo las tales condiciones, el Estado dominicano podría recibir cerca de $400 millones en los primeros 4 años y sobre los $2,000 millones a partir de los siguientes períodos. Por supuesto que estos números siempre pueden variar, en función de la fluctuación de los precios de mercadeo del oro.
Luego de la revisión del contrato, el Estado dominicano ha empezado a recibir la porción que le corresponde, el 50% menos la parte de la inversión de la firma minera, prorrateada a lo largo de la vida útil de la mina y hasta que se pague su totalidad. Ello significa que el Estado dominicano podría recibir alrededor de $2,000 millones cada año y siempre de acuerdo al sostenimiento de los precios mundiales del oro.
Si la mina tuviera el valor inicial estimado de $50,000 millones y la inversión de la firma minera fuera de $5,000 millones, por ejemplo, el Estado dominicano recibiría unos $22,500 millones (50% del total) a lo largo de la vida de la mina en cuestión.
Estas afirmaciones mías están basadas en los datos publicados por el propio Estado dominicano y provienen de la copia del contrato que por suerte para el país, los legisladores si leyeron, la segunda vez que aprobaron dicho acuerdo comercial.
Las inexactitudes que el presidente Medina pasó por alto, sumadas a la realidad de que los legisladores, tanto los del Gobierno como los de la Oposición, no se tomaron el trabajo de leer lo que iban a aprobar, es lo que hace singular este especial contrato. Este hecho sugiere que los legisladores recibieron instrucciones de sus respectivos líderes, para violentar un procedimiento tan elemental, como es leer lo que se ha de aprobar.
En cualquier circunstancia, los legisladores fieles a Danilo Medina, fueron tan irresponsables como los demás, pero obedecieron a las instrucciones de su jefe; el mismo que conocía -por lógica y en virtud de su ascendencia en el Gobierno y el Partido- todos los detalles y especificaciones del dichoso contrato.
La maldad, fríamente calculada, se manifiesta cuando nada de esto se hace público y se pretende responsabilizar a Leonel Fernández -de manera exclusiva- de entregarle a Barrick Gold el patrimonio nacional, en una forma tan vil, como es darle el 97% de los beneficios.
Como se puede notar, el problema del cuento no es el cuento en si mismo sino, cómo se cuente. Y cuando lo hace el presidente de todos los dominicanos y ante la Asamblea Nacional, el engaño es un crimen doblemente punible.
Mientras todo esto pasaba, y paralelamente en el tiempo, elementos de la llamada “sociedad civil” -que es de donde proviene buena parte de los altos funcionarios de este Gobierno- organizan los llamados “juicios populares” contra Leonel, como preámbulo a las persecuciones selectivas contra “los corruptos favoritos” del Procurador General de la República y a la presentación del Gran Show de Quirino, una obra teatral de producción evidentemente gobiernista.
Pero de eso, y del papel de los “comunicadores” hoy alarmados por el discurso del lunes 25, hablaremos en la segunda y última entrega de este trabajo.

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