El Ballet Nacional Dominicano luce formidable en obra Botero

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SANTO DOMINGO. — Con el respaldo del Ministerio de Cultura y la Dirección General de Bellas Artes, la sala Carlos Piantini del Teatro Nacional “Eduardo Brito” fue testigo, de la puesta en escena de la obra «Botero».

La obra llegó al país tras una exitosa gira internacional con la actuación magistral del Ballet Nacional Dominicano, bajo la coreografía  de Annabelle López Ochoa.

Con este espectáculo, que marcó el inicio del Mes de la Danza y celebra el 85 aniversario de la Dirección General de Bellas Artes, el BND -bajo la dirección artística de Stephanie Bauger- no solo rindió homenaje al célebre artista plástico, sino que también elevó el nivel de lo que significa el ballet contemporáneo en el Caribe.

Desde el primer compás de la música compuesta por Juan Acosta, el público fue arrastrado a un mundo donde la gravedad parecía obedecer otras leyes. Los cuerpos de los bailarines, envueltos en complejas prótesis de tela que replicaban las curvas generosas de los personajes boterianos, se movían con una agilidad sorprendente, desafiando la lógica visual. Era un festín coreográfico que oscilaba entre la sátira y la ternura, entre el peso simbólico del volumen y la ligereza de la danza.

BALLET DESAFIA LIMITES

La diseñadora de vestuario, Diana Echandía, asumió el titánico reto de confeccionar más de 30 trajes artesanales que no solo evocan el estilo pictórico de Botero, sino que permitieron a los bailarines ejecutar exigentes secuencias técnicas. “Un pantalón de Botero tiene 75 piezas”, confesó en una entrevista previa. Ese detalle se hizo evidente en escena: cada gesto, cada pirouette, fue posible gracias a una ingeniería textil casi escultórica.

Las máscaras y tocados, modelados y vaciados a mano, dotaron a los personajes de una teatralidad onírica. Los caballos de Botero, por ejemplo, parecían haber galopado directamente desde un lienzo a la escena, desencadenando exclamaciones de asombro entre el público.

El proyecto, fruto de una colaboración con el Ballet de Medellín, fue producido con el respaldo del Ministerio de Cultura y la Dirección General de Bellas Artes, así como del Teatro Nacional Eduardo Brito. La aerolínea Arajet y la marca de indumentaria Sodança también contribuyeron a que este sueño logístico se concretara.

La noche cerró con una ovación de pie. Pero más allá del aplauso, lo que quedó fue una sensación de asombro: la de haber visto, por unas horas, a Botero moverse. Y quizás también la certeza de que la danza -como la pintura- puede hablarnos del alma humana, de sus excesos, de su ternura, de su humor. De su peso, y de su ligereza.

Como apuntó Stephanie Bauger: “A través de la obra, buscamos que el arte nos inspire a ser mejores seres humanos y a cuestionar nuestra historia y el mundo que nos rodea”.

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