El Área de Libre Comercio de las Américas, una utopía en el olvido
POR CARLOS MENESES
LOS ÁNGELES.- El Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) se presentó en sociedad en la primera cumbre continental de Miami (EE.UU.), en 1994, pero 28 años después el proyecto sigue enterrado y es visto como «una fantasía» en la cita de Los Ángeles, clausurada este viernes.
Fue el primer gran propósito de esta conferencia que reúne a los líderes del continente americano cada tres o cuatro años: crear la mayor zona de libre comercio del mundo, desde Alaska a la Patagonia, excepto Cuba.
Corría diciembre de 1994. Como hoy, el anfitrión era Estados Unidos, entonces gobernado por el demócrata Bill Clinton, y también hubo excluidos: Cuba -este año EE.UU excluyó también a Nicaragua y Venezuela-.
Con la URSS en fuera de juego tras décadas de Guerra Fría, eran años de optimismo internacional y el presidente estadounidense convocó la reunión para hablar de temas que hoy siguen de actualidad, como «democracia, libre comercio y desarrollo sostenible».
En su declaración final, los jefes de Gobierno decidieron iniciar de «inmediato» el establecimiento del ALCA con el objetivo de «eliminar progresivamente las barreras al comercio y la inversión», a iniciativa de Washington.
Y se marcó un plazo máximo, el año 2005, para concluir las negociaciones.
«En 1994, políticamente todo el mundo se llevaba muy bien, pero todo ha quedado en fantasía», sentenció el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Mauricio Claver-Carone, en una entrevista con Efe esta semana en Los Ángeles.
Antes de su entierro, en la II Cumbre, en Santiago de Chile (1998), se llegó a la conclusión de que el ALCA sería congruente con la Organización Mundial del Comercio (OMC) y en la III (Quebec, 2001) se publicó un primer borrador del acuerdo.
«ALCA, ALCA, AL CARAJO»
Pero el cambio de siglo también trajo consigo una ola de triunfos de líderes izquierdistas en varios países latinoamericanos que dio un nuevo horizonte de crecimiento a la región unido al deseo de deslindarse del camino marcado por Estados Unidos.
Eran los tiempos de los presidentes Hugo Chávez, en Venezuela; Luiz Inácio Lula da Silva, en Brasil; y Néstor Kirchner, en Argentina, quienes abanderaron el rechazo al ALCA e impulsaron su propio proyecto de integración para Latinoamérica («Patria Grande»).
La sentencia de muerte definitiva llegó en la IV Cumbre de las Américas, en Mar del Plata (2005). El mundo ya era muy diferente a aquel dibujado en 1994. El republicano George W. Bush ocupaba la Casa Blanca, creando una enorme polarización norte-sur en la conferencia celebrada en la ciudad argentina.
«Cada uno de nosotros trajo una pala de enterrador porque aquí, en Mar del Plata, está la tumba del ALCA ¡La tumba del ALCA! Vamos a decirlo, vamos a decirlo: ¡ALCA, ALCA, al carajo! ¿Quién enterró el ALCA? ¡Los pueblos de América!», exclamó el hoy fallecido Chávez ante miles de militantes progresistas.
En la siguiente reunión hemisférica, en Puerto España (Trinidad y Tobago, 2009), ya ni siquiera se mencionó el ALCA en la declaración final de compromisos.
CRISIS DEL MULTILATERALISMO
En la primera cumbre en territorio estadounidense desde la inaugural, el ALCA parece algo pretérito, en un contexto en el que el multilateralismo atraviesa una crisis existencial. Las dificultades para cerrar acuerdos comerciales están presentes en diversos rincones del continente.
Después de dos décadas de negociaciones, la Unión Europa (UE) y el Mercosur (Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay) alcanzaron en junio de 2019 un acuerdo para una zona de libre comercio entre ambos bloques.
Tres años después está a la espera de su ratificación, mientras crecen las dudas sobre el apartado medioambiental al calor de los índices récord de deforestación en la Amazonía brasileña, ecosistema clave para contener el calentamiento global.
El propio Mercosur también enfrenta sus propias divisiones para rebajar los aranceles externos del grupo, con Uruguay como voz disonante, pues, aunque apoya esa iniciativa, supedita su aprobación a que se elimine la cláusula del bloque que impide negociar acuerdos comerciales con terceros de forma individual.
Pero hasta para los pactos bilaterales hay dificultades. Ese es el caso de México y Ecuador, que en esta IX Cumbre de las Américas esperan desatascar las negociaciones tras un cruce de informaciones erróneas sobre el alcance del acuerdo comercial pactado. EFE