Disentir no es ser traidor
De acuerdo con la teoría sobre procesos de institucionalización partidaria, dos características esenciales de aquellas organizaciones que alcanzan el nivel de cultura democrática es haber desarrollado mecanismos para resolver disputas internas y que estas logren sobrevivir procesos de circulación de liderazgos.
Esas dos características han estado tradicionalmente ausentes en el sistema de partidos políticos dominicanos luego de la transición democrática con Juan Bosch en 1962.
La mayoría de los partidos han mostrado una incapacidad sistémica para atender la disidencia interna, fomentar la competencia de liderazgos y generar transiciones de poder de forma institucionalizada.
Por ejemplo, a principios del nuevo milenio, el Partido Revolucionario Dominicano, el PLD y Unión Cívica Nacional vivieron una escisión entre sus principales liderazgos, lo que a la postre llevó a que cada una de las facciones en disputa fundaran sus propias marcas políticas ante la JCE y optaron por crear sus propias organizaciones.
Y así podríamos reseñar incontables historias dentro del mundo político-partidista de las últimas dos décadas. Y en todos casos la historia parece ser la misma: cuándo surgen liderazgos alternos o grupos disidentes dentro de la organización madre, al no existir mecanismos formales de disputabilidad o de competencia para acceder a los puestos de toma de decisiones, nos dividimos.
Atender este problema implica redefinir algunas de las reglas internas del funcionamiento de los partidos políticos,pero, además, implica un cambio de patrones culturales de comportamiento.
A nivel de normativa, la utilización de mecanismos como elecciones primarias, voto secreto en las asambleas partidarias, la obligatoriedad para que se postulen dos o más planillas en las elecciones internas de los partidos, o que deba utilizarse alguna fórmula proporcional de minorías, permite que distintas facciones accedan a espacios de poder dentro de los partidos.
Pero luego, también se requiere de un cambio de patrones culturales.
En RD la disidencia se considera traición. Cuando la competencia de ideas o planteamientos dentro de una organización es parte fundamental del enriquecimiento programático, dudamos.
También se asume que los “platos sucios se lavan en casa”, cuando en algunas ocasiones publicitar la existencia de visiones encontradas dentro de una institución ayuda -precisamente- a mostrar la amplitud de visiones que coexisten.
Respeto a las ideas de otros es democracia en su esencia. Abril/mayo con primarías internas demostrarán sí hay madurez política o todo es más de lo mismo.
Disentir y Traición son dos cosas diferentes, mezclarla es de mente oscura, que por cierto hay muchas en nuestra sociedad..
Funcionarios revísense con su manera de relacionarse con periodistas que adoptan posiciones críticas sobre sus ideas y declaraciones
En política determinar una acción como traición es bien delicado.Ej.disentir en un momento puede servir de motor para un cambio positivo en un partido.Sin embargo,disentir en un momento,donde el partido este envuelto en una lucha contra su enemigo,puede caer en una traición.En RD. en siglo pasado tenemos varios ejemplos,Gorge Blanco,con Magluta,Blanco cae en la traicion cuando disiento contra Magluta.Al igual que Atuey contra Hipolito, Sig
Balaguer contra Peynado, Miguel Vargas contra Hipolito. Sin embargo, se dio un caso donde Magluta y Pena Gomez disintieron, y no cayeron en la traición, los dos entraron en un acuerdo, y fueron a las elecciones por separado, para diputarse la dirección del partido, del PRD.
Es muy lamentable que muchos dominicanos piensen todo el tiempo como dictadores, donde los amigos de mis enemigos son mis enemigos. Que verguenza !!
Asi no hay oportunidad para ideas frescas e innovadoras y nos obliga a ser siempre «rancios»
Por disentir no se es traidor a partidos.
título original, ni Guido ni Alburquerque son traidores, sólo piensan con cabeza propia