Diciéndoles lo que quieren oír
Decía Eric Arthur Blair (George Orwell), que en una época de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario.
Esa absurdidad repetida y reproducida una y otra vez, de decir que un partido político tiene un millón, dos o tres millones de inscritos, en una población de poco más de 10 millones de habitantes, es propio no sólo de países atrasados (con una bajísima tasa de escolaridad), sino también de unas élites políticas políticas que siguen anquilosadas en el siglo pasado, en la vieja política del engaño.
De lo que se trata es de una narrativa dirigida muy especialmente a una inmensa mayoría de electores que es totalmente incapaz de comprender la trascendencia de esa realidad falseada.
Es decir, de millones de seres humanos atrapados entre el 5to y un 6to grado de escolaridad (primaria), los mismos que representan su principal plataforma electoral; Los mismos que son el producto de décadas de un sistema educativo defectuoso, que no ha sido capaz de lograr que al menos una parte de ellos adquieran las competencias mínimas que se requiere para realizar el ejercicio de razonar (pensar).
Como decía Tomas Huxley, se trata de autómatas conscientes, incapaces de discernir lo que tienen frente a sí. Los mismos personajes que usted los ve en cualquier esquina discutiendo y hasta agrediéndose verbal y físicamente por defender que su entidad tiene más inscritos que cualquier otra.
Pero (aquí viene el pero), aunque ciertamente responde a la vieja usanza, hay que reconocer que se trata de una propaganda muy bien pensada por las élites que controlan dichos partidos, tanto desde el punto de vista mercadológico, como del mercado electoral al cual va dirigida, que no es otro que el mismo que presenta serias dificultades para razonar al momento de votar.
Resultado: Los autómatas siguen votando por lo que les dicen; por las siglas; por los partidos; por la línea que les bajan las direcciones de los partidos, importando muy poco la ponderación de los candidatos, tanto su preparación, sus competencias, como sus propuestas.
Así las cosas, difícilmente veremos un salto cualitativo en la escogencia de los que deben ocupar los puestos electivos de elección popular más importantes.
Las maquinarias electorales de los partidos grandes siguen trabajando arduamente para que los menos instruidos continúen teniendo una incidencia capital el día de las elecciones, mientras los más educados, apáticos a ejercer su derecho al sufragio, persisten en producir más del 80% de la abstención electoral.
jpm-am
MUY BUEN ARTICULO, DE COLECCION.