Deuda presidencial con Rubén Díaz
Conversar sobre Rubén Díaz es hacer referencia, necesariamente, a un pastor y político de origen puertorriqueño quien con sus obras y sus visitas constantes a la República Dominicana ha proyectado una verdadera identificación con los pobladores de esta media isla enclavada en el epicentro del Caribe.
Se trata de un ser humano de corazón gigantesco y una vocación cristiana inmensa, cuya esencia evangelizadora se acrecienta con el valioso accionar realizado, en compañía de los laboriosos y disciplinados integrantes de la Asociación de Ministros Hispanos en New York, institución que con gran orgullo preside desde hace varias décadas en el populoso condado de El Bronx.
Su acrisolada labor política y comunitaria constituye un paradigma a emular por quienes procuran trascender, tal como en realidad el abogado, pastor, político y líder comunitario boricua ha dado múltiples ejemplos cuantas veces ha tenido el honor de ocupar con nobleza y decoro una posición pública electiva en la atractiva y exigente plaza neoyorquina.
Precisamente, por lo anterior y el incuestionable liderazgo que representa desde hace un considerable tiempo, el referido dirigente cristiano, personifica un referente obligatorio a consultar por quienes residen o visitan su demarcación territorial, en procura de edificantes orientaciones, deseando trascender en el complicado mundillo de la política y el esperanzador quehacer de la evangelización,
Consecuencia de la narrada realidad, Rubén Díaz ha sido visitado por connotados dirigentes partidarios, tanto del ámbito norteamericano, incluyendo al recién juramentado presidente Donald Trump, como al licenciado Luis Abinader, actual mandatario dominicano y el siempre expresivo y extrovertido gobernante Hipólito Mejía, entre otros.
De la presencia de Abinader, en su condición de candidato presidencial del Partido Revolucionario Moderno -PRM-, sería interesante recordar que para aquel entonces hizo el compromiso de que tan pronto llegara a ocupar el solio presidencial dominicano procedería a nacionalizar a Rubén Díaz como ciudadano del país, tomando en consideración sus múltiples ejemplos.
Se recuerda que en el mencionado encuentro el aspirante presidencial dominicano resaltó, con acentuada emoción, los dotes personales y los incontables aportes hechos a la República Dominicana por el Reverendo Díaz, principalmente en momentos de catástrofes nacionales, los cuales son causalidades más que sobradas para ser distinguido, como lo desea el dirigente hijo de la denominada Isla del Encanto, como ciudadano dominicano.
Pero el tiempo, testigo de todo cuando acontece, ha transcurrido y del referido compromiso público, ante una apreciable presencia de los miembros de la Asociación de Ministros Hispanos en New York, sólo quedan los recuerdos.
Lo que actualmente podríamos calificar como una deuda presidencial por parte del mandatario Luis Abinader luce permanecer conservada en el llamado cofre del olvido, sin todavía ser conocidas las reales motivaciones.
Ojalá, que, en un tiempo no lejano, el presidente dominicano, desempolve su compromiso, talvez estimulado por la memorización de algunos de sus colaboradores, principalmente entre aquellos que dicen apreciar en su justa dimensión la calidad humana y la vocación de servicio del ministro Rubén Díaz, para que, en un futuro no lejano, sea materializado el deseo de llevar con orgullo y dignidad el calificativo dominicano.
Ya es tiempo para materializar lo deseado y prometido y, a decir verdad, los motivos sobran.
Presidente Abinader, manos a la obra, el Reverendo Rubén Diaz lo merece.
Vayamos a la acción sin olvidar que siempre es valioso ser generosos y que honrar, honra..!!
jpm-am