Democracia y nuevas tecnologías

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LA AUTORA es abogada. Reside en Italia.

Uno de los temas más preocupantes en la actualidad, a pesar de todo lo positivo que aporta a la sociedad, es el problema del poder de  penetracion de la tecnología y los avances cientificos en muchos ambitos y los riesgos que èsta puede representar para la libertad del ser humano y de las sociedades. En fin, el cuestionamiento es còmo todo esto podrá afectar la democracia, la posibilidad y los riesgos de manipulación de todos estos recursos en contra del pensamiento y de la acción libre del individuo y de los derechos humanos.

Esta preocupacion podrà ser considerada exagerada por aquellos que desconocen los avances que se estan dando, y que podrian tener consecuencias nefastas en malas manos. Por ejemplo, el mal uso de tecnologías como drones que observan y pueden mover objetos (criticado en un episodio de la serie televisiva The good Fight, en una causa legal).

El filosofo israeliano Yuval Noah Harari, autor del libro “Homo Deus” advierte que  “estamos por ser sumergidos en un diluvio de dispositivos e instrumentos útiles que no admiten el libre arbitrio del individuo humano”. “drogas, ingeniería genética y estimulación cerebral directa”.

Aunque muchos dan por descontada la democracia, se corre el peligro de no conocer todo lo que está sucediendo detrás de las candilejas de ciertas elites de poder, o como dice el autor libanes Nassim Nicholas Taleb en su libro de ensayo “El Cisne Negro”, “vivimos en un mundo dinámico, con muchas fuentes de incertidumbre hasta para aquellos que nos gobiernan. Nos sentimos confiados con los esquemas ya conocidos, sin embargo, cosas que consideramos improbables pueden suceder por que ignoramos los  fenómenos aislados”.

Lo que no conocemos nos puede sorprender, por que no entra en nuestra representación de la realidad, o de lo que nosotros concebimos como normal. Considerando que en nuestras sociedades democráticas es difícil que estas tecnologías puedan afectar nuestros derechos y que nos amparan ciertos derechos constitucionales y principios y convenciones internacionales, no se tiene el temor de que, no obstante estos límites jurídicos, pueda surgir un nuevo tipo di totalitarismo o autoritarismo en nuestras sociedades democráticas.

Pero, como funciona un gobierno totalitario, una de las características fundamentales es obligar a aquellos que reaccionan en contra de este sistema a aceptarlo, y  para ello no dudan en usar la amenaza y la violencia. Se usa el seguimiento y el control de las actividades de los adversarios, o sospechosos de serlo. A esto se le llama “Terrorismo de Estado silencioso”.  Así lo denomina Gianluca Falanga en su obra “El Ministerio de la Paranoia, Historia de la Estasis”, la cual describe el funcionamiento del Ministerio para la seguridad del Estado en la Alemania del Este, la Alemania alienada con la entonces Unión Sovietica, y por tanto sometida a un régimen totalitario.

Este tipo de terrorismo silencioso, escribe Falanga,  funcionaba con los métodos ocultos de un servicio secreto. Esa guerra oculta contra el pueblo de Alemania del Este usa una enorme cantidad de monitores sofisticados a disposición del sector técnico operativo, estructura de la Estasis que llega a emplear miles de técnicos y científicos al servicio del big brother.  Asimismo, aparte de la Policía Secreta, que todo ve, oye y sabe, estaba el uso generoso de tele cámaras, micro espías y micrófonos instalados en lugares públicos, así como instalaciones en lugares privados colocados en ausencia de la víctima.

A todo eso se agregaba el uso intensificado del tráfico postal e telefónico, con la interceptación de centenares de miles de carta, paquetes, telegramas y conversaciones telefónicas.  Uno de los aspectos más tenebrosos narrados por Gianluca Falanga, era la enseñanza de conocimientos de psicología humana para poder, en el trabajo operativo, comprender, y de consecuencia disturbar o manipular las relaciones interpersonales  y los procesos mentales individuales.

Todo esto se utilizaba para destruir grupos, relaciones sentimentales y de amistad. Con los conocimientos psicológicos sabían qué hacer para debilitar poco a poco día tras día, y por años  una persona hasta empujarla a dudar de si misma y de sus ideas, provocarles una depresión y hasta el suicidio.

En fin, es lógico deducir que con toda esa información obtenida con estos instrumentos y controles se llegaba a conocer muy bien al individuo, y conociendo esto realizaban sus operaciones psicológicas y represivas contra aquellos que representaba un peligro para el régimen.  Todo régimen autoritario o totalitario usa métodos represivos en contra de quien atenta a esa status quo, o es contario a los estamentos de poder, en fin al librepensador que cuestiona el sistema.

Con la represión buscan, de alguna manera, practicar una versión tenebrosa del método psicológico de extinción. Este método, usado con niños y animales, se basa en la creencia que puede perderse todo comportamiento aprendido a fuerza de refuerzos cuando se demora indebidamente la recompensa.

Este método puede ser terrible cuando se aplica a animales.  Por ejemplo como colocar alambres electrificados en una zona donde no se quiere que penetren animales (roedores o pájaros). En  un estanque de agua colocarle una lamina de cristal transparente a un pez grande que come peces pequeños, impidiendole entrar a la zona donde están los peces que desea comer. Dándose tantos golpes contra el cristal el pez terminará convencido de que no podrà nunca entrar en esa parte del estanque y así permanecerá pasivo y hambriento, mientras los pececitos nadan libremente en el estanque sin ser devorados. De esta manera un sistema de Estado represivo busca atemorizar o dejar sin voluntad a quien, para ellos, significa una amenaza.

En un sistema democrático todo ello es inadmisible, o por lo menos, actos como estos son contrarios a principios constitucionales que tutelan al individuo en toda su integridad. Hoy en día, Alemania es un país democrático, que con las experiencias pasadas, defiende activamente estos derechos fundamentales, como el resto de Europa.  Hoy en día los servicios secretos son considerados como un instrumento para proteger los intereses internos y externos de la nación. Todo esto en respeto de los principios democráticos de la nación y, con respeto a los demás países, basándose en el principio de la reciprocidad, y siempre en respeto de los derechos humanos (esperamos).

El hecho es que, aunque pueda parecer distante, es necesario que se hable abiertamente de esas nuevas tecnologías, de los riesgos de Hacker, virus, que se estudien posibles situaciones, limites de uso, nuevos principios constitucionales que defiendan al ser humano en sus más íntimos derechos, porque hoy puede ser una sola persona la victima, mañana millones.

Como hemos visto en el pasado siglo, el ser humano (elites) en momentos de crisis económicas y/o de otro tipo es capaz de defender sus intereses valiéndose de estructuras de poder autoritarias o totalitarias, y nuevas tecnologías podrían permitirlo. Es difícil que la historia se repita dos veces, pueden surgir nuevas situaciones, pero si hay un peligro latente es importante hurgar en esas peligrosas posibilidades, prevenir es la base del derecho y del progreso del hombre como especie. Abramos los ojos y manos a la obra.

jpm-am

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