De la guerra militar a la económica
POR NELSON DEL POZO GUZMAN
En sus primeros días de mandato, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha emitido una serie de órdenes ejecutivas que marcan un cambio radical en la política exterior y económica del país.
Este giro estratégico se enfoca en sustituir la guerra militar tradicional por una guerra económica global, con implicaciones significativas para la economía mundial y la estabilidad geopolítica.
Las nuevas órdenes abordan temas cruciales como la migración, el medio ambiente y el comercio. Trump ha establecido un marco que incluye la imposición de aranceles a países clave como China, Canadá, México y miembros de la Unión Europea. Estas medidas podrían provocar distorsiones económicas impredecibles, afectando no solo el comercio y las finanzas, sino también a trabajadores y productores en todo el mundo.
Además, la administración Trump ha puesto la mira en territorios estratégicos como Groenlandia y Panamá, justificando sus acciones bajo el pretexto de la «seguridad nacional». Sin embargo, este argumento ignora la relevancia de estos lugares como rutas comerciales cruciales y su riqueza en recursos naturales.
Groenlandia, por ejemplo, se estima que podría albergar hasta el 25% de los recursos de elementos de tierras raras del mundo, esenciales para la fabricación de tecnología avanzada, incluidos motores de vehículos eléctricos.
La administración también ha comenzado a implementar un plan de deportaciones masivas, con cifras que alcanzan hasta 14 millones de ciudadanos deportables. Si se lleva a cabo, esto podría resultar en una reducción significativa de las remesas y un impacto negativo en el PIB de países como la República Dominicana, además de generar tensiones sociales.
Trump no solo ha desmantelado asociaciones internacionales, como su retiro de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los Acuerdos de París, sino que también ha habilitado la explotación de recursos energéticos en Alaska y otras regiones. Estas decisiones reflejan una política aislacionista que prioriza los intereses económicos nacionales sobre la cooperación global.
La creciente influencia de figuras como Elon Musk, conocido por su trabajo en Tesla y SpaceX, sugiere que las decisiones de Trump también están alineadas con los intereses de grandes corporaciones tecnológicas y energéticas, lo que añade otra dimensión a esta nueva estrategia.
En un contexto global marcado por la incertidumbre, la administración Trump parece estar redefiniendo las relaciones internacionales a través de una guerra económica que podría tener repercusiones duraderas. Este enfoque plantea preguntas sobre el futuro de la cooperación internacional y la estabilidad económica mundial en un momento crítico para el orden global.
La Era Trump 2.0 se presenta como un período de cambios profundos que desafiarán las normas establecidas y transformarán el panorama geopolítico actual.
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