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¿Cuál muro?
POR OSVALDO R. MONTALVO COSSIO
Donald Trump es un hombre espectáculo. Ganó la presidencia de los Estados Unidos (algunos todavía no se dan cuenta) provocando con unas cuantas ideas simples: “to make America great again”. Cuatro palabras, que no es lo que dicen sino lo que dejan dicho. Los otros nos empequeñecieron, me toca a mí devolverle su grandeza a esta nación.
Ganó contra todo pronóstico, con todas las minorías en contra: los negros, los latinos, los gays, muy importante: los principales intereses corporativos. Ganó con el voto… de la mayoría. De la mayoría blanca depauperada por la globalización.
Prometió construir un muro en la frontera sur con México (recientemente se le vio supervisando algunos modelos) para detener el flujo de indocumentados. Dijo que los mexicanos que llegan a EUA son traficantes de drogas y violadores, habló mal de los musulmanes, es conocido por su picardía con las mujeres (en un medio en que esto es inaceptable), pero ganó. De que ganó, ganó, ahí están los votos. Ganó con el sistema de siempre.
Lo del muro le ganó muchos adeptos y, por supuesto, muchos adversarios. Los primeros, elementos del white trash, el segmento blanco y pobre de las ciudades del interior, empobrecidos por la desindustrialización. Trabajo sin calificación que sufre como nunca antes el desplazamiento por la mano de obra extranjera. (Además del monstruoso desplazamiento causado por la mano de obra china, al otro lado del mundo) Dicho de pasada, recientente elevó los aranceles del acero. La pregunta es: ¿no está obligado a subir el nivel de protección si quiere incorporar al trabajo a este ejército de desempleados? ¿El precio de la medida? Bueno, eso es otra discusión.
Los adversarios, por supuesto, todos los migrantes ilegales (no todos los legales), y los migrantes potenciales. Los motivos son más que obvios puesto que el propósito es impedir el ingreso de extranjeros ilegales y su permanencia en el territorio. Han usado todo tipo de argumento: que el causante primero y principal de la migración en el mundo es EUA, lo que es cierto. Que EUA es un país de migrantes, lo que es cierto pero no es razón, ni moral ni legal. Que el ser humano no es ilegal en ninguna parte, lo que es cierto en un sentido. Que buscar trabajo no es ilegal, lo mismo. Y muchos otros más.
Pero aquí me interesa más analizar el pronunciamiento de un colega (demócrata él, de nuevo cuño, y bastante fanático) que en el fragor de la campaña se despachó con un verso: “necesitamos construir puentes, no muros…”
¡!!Bello!!! En el jardín mágico del altruismo y la solidaridad, deberíamos deponer las armas. Ocupar el tiempo en actividades que nos reporten felicidad. Hablar con el vecino, pasarle un plato de comida. Juntarnos en las tardes, llevar algo sano para comer y beber. Festejar la oportunidad de la vida, que se va tan rápido…
Pero el mundo no es así, mi amigo dice no saberlo: el primer muro lo tiene él en su cabeza. El mundo es un mundo de intereses (lo que no es culpa mía), como intereses tienen los que le pagan a él (¡Y vaya qué intereses: nada más y nada menos que la industria farmacéutica!)
¿Cuál fue la primera frontera? La Muralla China tiene dos mil quinientos años. Mi amigo es un migrante exitoso, de esos que los gringos ven con envidia. (¿Por qué él y no yo?), viaja con regularidad a Europa y sube a internet fotos de castillos medievales… ¿Castillos? Pero, ¿qué son los castillos? Exactamente eso: ¡!!muros!!! ¿Qué exhiben las ciudades costeras del Caribe? La Habana, San Juan, Cartagena, Santo Domingo… ¡!!Muros!!! Muros para defender la vida de los de adentro de la agresión de los de afuera (con lo que no digo que los de adentro tienen la razón), para defender la riqueza de los propios contra el deseo de los extraños, para defender nuestras mujeres… ¿No es la piel un muro?
Muros egoístas, xenófobos. “- La historia es cruel”, me lo imagino diciendo. “- Pero hoy, el hombre es otra cosa…” En una ocasión se lo dije (creo que no le gustó): “- Pero, ¿qué es tu casa? ¿No es acaso cuatro muros? Y el banco en que celosamente guardas tus ahorros, ¿qué es? No es otras cosa que seis muros fortificados. ¿Por qué no hablas de esos muros?”
Los jesuítas hablan de lazos, de la comunicación, el amor y esas cosas. Hablan de cualquier puente con tal de que no lleve a su riqueza bíblica guardada entre paredes (como en el cuento de Aladino). Nuestros izquierdo-globalistas son parecidos: se abren las venas por la solidaridad con los haitianos, siempre y cuando sus afanes sean “costo-efectivos”, mientras les produzcan y no les cuesten.
¿Por qué no hablan de los otros muros? Del muro resguardado de sus Ongs. Del de sus apartamentos de lujo. Del muro que no le permite a la mayoría de dominicanos estudiar en el exterior. De la puerta abatible de los supermercados que separa los que pueden comprar de los que no pueden. De su club deportivo que mantiene a los indigentes a raya, incluyendo a los haitianos a quienes dicen defender. ¿Por qué? Y así se autodesignan propietarios de toda la solidaridad que existe en el mundo. Así cualquiera…
jpm
FELICIDADES!!!!!!!!!!!!!!!!! NO HABIA LEIDO ALGO ASI EN MUCHO TIEMPO. PURA Y SIMPLE VERDAD.
Muy buen articulo, pero Danilo posiblemente no lo lea.
Apoyo 100 % el mensaje de este señor articulista y su conclusión final en este artículo: UN MURO entre República Dominicana y Haití.
¡Buen artículo! Todo Estado -si entiende que un muro fronterizo le facilita el control migratorio- tiene todo el derecho a hacerlo. ¿Por qué países como México les incomoda que su «vecino» construya un seto? Sencillo: en caso el particular de ése país, el mismo es un puente migratorio hacia EE.UU. y tal estructura representaría un «dique» que contendría un enorme «embalse de inmigrantes» de centro y sur américa en su territorio.
excelente
Magnífico artículo, con orientación muy realista y práctica…FELICITACIONES AL AUTOR
Excelente articulo!!!!…que desenmascara la hipocresía de estos «izquierdo-GLOBALISTAS «que quieren ver a los haitianos peleando por subsistir con los domincanos pobres por miseros empleos,mientras ellos viven con todas las comodidades rodeados de un buen «muro»