Recordamos a Bosch definir durante campaña electoral 1982 atributos de buen político y gobernante: reconocer objetivamente realidades, visualizar acontecimientos futuros, anticiparse a ellos para precaver males y prevenir soluciones. Recordamos la interacción económica, social y política sostenida en su libro sobre crisis de nuestra democracia.
Ignorar que estamos en crisis con cinco expresiones: económica, social, política, institucional-legal y moral; es desconocer nuestra realidad.
Ignorar señales provenientes del orden internacional- Suramérica, Norteamérica y Europa- implica desconocer condicionantes del futuro; incapacitándonos tomar precauciones.
Expresión económica de nuestra crisis son las señales restrictivas al flujo de recursos externos hacia una administración endémicamente deficitaria dependiente de ellos: FMI advierte anclar endeudamiento, UE y EEUU reducen asistencias. La administración Trump acaba de advertir (amenazar?) empresarios norteamericanos que negocian con Venezuela, remojando nuestras barbas dependiente de bonos que pueden inundarse si no actuamos debidamente ante laxitudes relacionadas con corrupción, lavado de activos y enclave de tráfico internacional de ilegalidades.
Prescindir de financiamientos concita expresión social de crisis: Compele reducción de burocracia y subsidios, o financiar gastos con inorgánicos devaluatorios magnificando inflación. La absurda tentación de nuevos impuestos provocaría reacciones adversas. Aflorará dicotomía: si con recursos que sobraren se pagará deuda o se efectuaran inversiones para satisfacer necesidades sociales y económicas.
La expresión política de la crisis no demoraría en circunstancia que autoridades, sus políticas públicas y mal manejo de casos de corrupción, han hecho perder encanto y admiración, aprecio y respeto, a los interlocutores gubernamentales. No luce viable que “oposición”, sin serla sustancialmente, aceptare ser convidada por el Presidente Medina para dilucidar situaciones potencialmente explosivas. No haberlo hecho cuando tenía simpatías superiores al 50% resta autoridad para hacerlo ahora que están tan bajas que sus correligionarios desgañitan apoyos.
Al carecer de instancias concertadoras, a pesar de contar con disposiciones constitucionales y legales, aleja este recurso y plantea una expresión institucional de la crisis. El divorcio entre leyes disponibles, sin someterse a ellas, dificulta consecución de salidas a esta crisis política. Más aún de resurgir el financiamiento de campañas electorales con activos lavados, abonando ilegalidades electorales del 2016, ya de por sí salpicada de ilegitimidades.
La crisis tiene obviamente una gran dosis de expresión ética y moral. El combate a la corrupción se hace selectivamente, con pinzas. Se llega al extremo que el gobierno se auto-incrimina a sí mismo sin que se juzgue ni sancione: El expediente sometido por PGR consigna sobrevaluaciones de ODEBRECHT superiores al 25% permitido por la ley. Así, debió ser prácticamente todo el gobierno acusado; no solo los 14.
Urge superar esta crisis de cinco expresiones: reconociéndola, admitiéndola; precaviendo bien para no mal remediar

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