Carlos Salcedo Camacho ingresa Academia Dominicana de la Lengua
SANTO DOMINGO.- La Academia Dominicana de la Lengua incorporó este sábado como miembro de número al jurista, académico y escritor Carlos Salcedo Camacho.
El acto se llevó a cabo en la sede de la entidad, en la Casa de las Academias, ubicada en la calle Mercedes, ciudad colonial.
Salcedo Camacho es abogado, asesor jurídico, estratégico e institucional de diversas personas, empresas e instituciones. Tiene varios diplomados, postgrados y maestrías, en diferentes ramas del derecho, como la constitucional, corporativa, penal y laboral. Autor y coautor de varias obras de derecho y en el área institucional.
Columnista y colaborador de revistas y periódicos, ha sido redactor y corredactor de leyes y reglamentos, así como profesor en la PUCMM y otras universidades.
Ocupa desde ya el asiento dejado por el laureado poeta y escritor Lupo Hernández Rueda.
En un discurso en la ceremonia, Salcedo observó que «a lo largo de la historia, la literatura ha desempeñado un papel crucial en la crítica y transformación de los sistemas jurídicos, cuestionando sus estructuras y denunciando sus miserias. Desde las narrativas de Kafka y Dostoievski hasta obras contemporáneas como Una novela criminal de Jorge Volpi, la literatura ha expuesto las fallas de los sistemas judiciales, revelando cómo a menudo se convierten en instrumentos de opresión en lugar de ser garantes de justicia».
Afirmó que «autores como Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Octavio Paz y Miguel Ángel Asturias, formados en derecho, han utilizado sus obras para abordar conflictos éticos y jurídicos».»Este cruce interdisciplinario dio origen a la corriente ‘derecho y literatura’, destacada por François Ost, que analiza cómo la literatura reimagina la justicia, el poder y los derechos. Obras como Crimen y castigo, El proceso o Yo acuso no solo reflejan la opresión burocrática y los abusos judiciales, sino que también promueven la reflexión sobre la responsabilidad moral, los límites del poder y la dignidad humana», agregó.
Destacó que «la obra de Kafka, por ejemplo, critica la burocracia judicial en El proceso, revelando cómo esta aliena al individuo y despoja a los acusados de garantías fundamentales como la presunción de inocencia y el derecho a la defensa. Zola, con Yo acuso, utilizó la literatura como un arma contra el antisemitismo y la manipulación estatal en el caso Dreyfus, destacando el poder de la palabra para equilibrar la opinión pública y promover la justicia. Dostoievski, con Crimen y castigo, exploró la moralidad del castigo y los dilemas de la culpa, anticipando debates modernos sobre enfoques restaurativos y resocializadores de la pena».
Añadió que «en América Latina, autores como Vargas Llosa y Jorge Volpi han ampliado esta tradición. La fiesta del chivo retrata la arbitrariedad de la dictadura de Trujillo, destacando la necesidad de un estado constitucional que limite el poder absoluto y garantice los derechos humanos. Volpi, con Una novela criminal, combina narrativa y documentación para denunciar la corrupción y las falencias del sistema judicial mexicano, ejemplificando cómo la literatura puede ser una herramienta poderosa para exponer injusticias y promover cambios normativos».
Ayuda y complemento
Para Salcedo «la literatura ayuda a los juristas a desarrollar habilidades interpretativas y argumentativas, necesarias para enfrentar dilemas éticos y legales complejos. Según Martha Nussbaum, la narrativa literaria complementa la racionalidad jurídica al iluminar las emociones y necesidades humanas que las leyes a menudo ignoran. Autores como Borges y Cortázar han cuestionado las arbitrariedades del poder y las contradicciones de los sistemas legales, utilizando la ficción para imaginar un derecho más humano y justo».
Consideró que «la literatura no solo sensibiliza a los operadores jurídicos, sino que también educa a la ciudadanía, fortaleciendo la opinión pública como un motor de cambio democrático. En palabras de Ortega y Gasset, no se trata de la opinión publicada, sino de aquella que tiene el poder de transformar realidades.
Igualmente, sostiene el abogado Salcedo, «este potencial de la literatura permite avanzar hacia un sistema jurídico que respete la dignidad y los derechos de todos».
En definitiva, argumentó Salcedo, «la literatura y el derecho son aliados indispensables en la búsqueda de justicia y equidad. Mientras el derecho organiza la convivencia, la literatura humaniza y complementa este esfuerzo, revelando las fallas del sistema y ofreciendo nuevas formas de pensar y actuar».
Estimó también Salcedo que «la literatura es una herramienta transformadora que, al imaginar más allá de la realidad, ayuda a construir un mundo donde los derechos no solo sean proclamados, sino también respetados y vividos».